¿Por qué lloran los bebés?

El llanto de un niño puede convertirse en un motivo de preocupación para los padres

MADRID Actualizado: Guardar
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Los niños pequeños expresan sus emociones de una forma rápida y directa, y el llanto es la forma más frecuente de comunicar sus necesidades a sus cuidadores.

La Asociación Española de Pediatría ofrece unas pistas para poder saber porque lloran los bebés y como controlar este llanto.

Los niños lloran para comunicar una necesidad o un malestar. Pueden llorar cuando tienen hambre, frío o calor, se sienten solos y quieren ser cogidos en brazos, o simplemente quieren jugar un rato. A veces es difícil saber cuál es la necesidad concreta en cada momento. Sin precipitarse ni perder la calma debemos intentar identificar la causa, si es posible.

¿Cómo lloran los niños?

Es imposible ignorar el llanto de un niño, que se caracteriza por ser enérgico y penetrante.

Con el tiempo, los padres aprenderéis a distinguir entre el llanto por hambre, por ganas de estar en brazos y por enfado, que resulta ser el más difícil de calmar. El llanto inicial por hambre o falta de afecto puede transformarse en llanto por enfado si no se le atiende a tiempo.

Las causas físicas del llanto son las más comunes y sencillas de identificar; por lo tanto, son las más fáciles de solucionar.

Hambre: Es importante mantener una disciplina de horarios en la alimentación del niño. Debemos anticiparnos a cualquier circunstancia que pueda retrasar la toma para evitar la sensación de hambre, que puede hacer que el niño entre en un bucle de llanto e incomodidad que le haga incluso rechazar el alimento.

Sueño: Cuando los niños están cansados, tienen sueño pero no pueden dormir, entran en un estado de nerviosismo que acaba convirtiéndose en llanto, mal humor e irritabilidad. Este llanto es suave y rítmico, como si el niño se cantase a sí mismo para relajarse y quedarse dormido.

Humedad y suciedad: La sensación de humedad y/o de suciedad produce un malestar que les puede llevar a un llanto incesante. Este llanto puede finalizar cambiándole el pañal.

Incomodidad: Una mala postura, varias capas de ropa o la ropa demasiado ajustada pueden incomodar al bebé.

Aburrimiento: A los niños les gusta estar todo el tiempo entretenidos y, sobre todo, que les entretengan. Cuando no se sienten lo suficientemente atendidos utilizan el llanto como mecanismo para llamar la atención. El llanto por aburrimiento se caracteriza por ser monótono, con subidas y bajadas de tono enrabietadas, y termina cuando lo cogemos en brazos o lo distraemos cambiándolo de habitación.

Exceso de estímulo: en ocasiones deseamos estimular demasiado el desarrollo de nuestro pequeño y eso puede llegar a sobreexcitarle. El aumento de movimiento en casa o las visitas a deshoras también pueden irritarle. El exceso de estímulo puede desencadenar sobreexcitación e irritación y, como consecuencia, el llanto.

Enfado: Cuando a un niño no le dejan hacer lo que quiere o cuando no se le coge cuando desea, se enfada y presenta un llanto parecido al llanto habitual, pero más agudo.

Ruido: Los sonidos bruscos también pueden asustar al niño y desencadenar el llanto.

Tensión: En ocasiones, como desahogo de las tensiones acumuladas a lo largo del día, algunos niños se relajan llorando sin causa aparente.

Enfermedad: Los periodos de incubación de algunas enfermedades y la propia enfermedad se pueden manifestar en un llanto intermitente y en un estado quejumbroso y de inestabilidad, así como en una mayor demanda de atención materna. En ocasiones, el niño da pistas sobre la causa del dolor, llevándose la mano constantemente a la misma zona (por ejemplo, a la boca si le están saliendo los dientes o al oído ante una posible otitis). Entre tanto tenemos que dar al niño todas las atenciones hasta lograr su tranquilidad.

Es posible que, descartados todos los motivos anteriores, el bebé siga llorando. La causa puede ser afectiva, como el sentimiento de soledad provocado por la ausencia de sus padres. En cualquier caso, el llanto en los niños es un fenómeno frecuente y normal dado que la sensación de frustración es habitual y propia de la edad. Esta frustración no es mala, al revés, les empuja hacia la superación.

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