De izqda a decha arriba Jorge Gónzalez, Lucía García Monescillo. Abajo Lucía Monescillo, Paz García Monescillo, Jesús García y Carmen García Monescillo.
De izqda a decha arriba Jorge Gónzalez, Lucía García Monescillo. Abajo Lucía Monescillo, Paz García Monescillo, Jesús García y Carmen García Monescillo.
SAGAS FAMILIARES

Con la farmacia en los genes

Los García Monescillo, una familia que ha celebrado muchísimas navidades en la rebotica

MADRID Actualizado: Guardar
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Hay profesiones que se transmiten de padres a hijos. Como si lo llevaran en el código genético, en algunas familias se crean largas sagas en una misma profesión. Es el caso de este clan. Jesús García y Lucía Monescillo se conocieron estudiando la carrera, ya en el último curso. Se casaron y con el tiempo tuvieron cada uno su propia farmacia, las dos en la calle Reina Victoria de Madrid. También tuvieron cuatro hijas, todas ellas dedicadas a la rama sanitaria. Tres farmacéuticas y una médico.

Lucía, la matriarca de esta saga cuenta que es una profesión en la que ella, en principio, no pensó. Quería hacer químicas pero su padre «por decreto ley» le obligó a estudiar para boticaria.

Afirma que «no se arrepiente de nada». Su trabajo le ha dado muchísimas satisfacciones y la operativa en la oficina de farmacia le gustaba mucho. Ahora ya jubilada, se sigue pasando por la que era su farmacia y echa una mano en lo que puede a sus hijas.

Jesús, sin embargo cuenta con socarronería, que él empezó la carrera porque tenía una hermana que ya la había hecho «y así aprovechaba los apuntes». Para Jesús este trabajo ha sido una fuente de satisfacciones «me ha permitido vivir y tener cuatro hijas maravillosas que también se han inclinado por esta profesión»

La hija mayor, Charo, es médico, pero la segunda, que se llama Lucía, como su madre, siempre supo que sería farmacéutica. Desde muy pequeña iba a las oficinas de sus padres y siempre le gustó estar entre medicamentos. Cuando llegó el momento de elegir no tuvo ninguna duda. Sus hermanas y su madre lo afirman categóricamente «siempre» quiso ser lo que es. Nunca le atrajeron las otras ramas de la carrera. La atención al público, la dinámica del trabajo... todo lo que implica la farmacia, ahí estaba su verdadera vocación. Como sus padres, se casó con un compañero de carrera, Jorge González, que también proviene de una larga estirpe de boticarios y que acaba de hacerse con su propia farmacia. Tienen dos hijas. La pequeña, que se llama Lucía (como su madre y su abuela), tiene clarísima también la vocación. Será, con el tiempo, la tercera generación de una auténtica dinastía.

Lucía González, hija de Lucía García Monescillo, promete ser la siguiente generación.
Lucía González, hija de Lucía García Monescillo, promete ser la siguiente generación.

Carmen es la pequeña y fue la penúltima que se licenció. Su idea inicial no era estudiar ésta carrera, ella quería hacer Ciencias Ambientales, pero al final le picó el gusto por este trabajo. El tiempo pasado en la farmacia ayudó un poco. No sólo venían algunas tardes a hacer los deberes, al igual que en la mítica serie «Farmacia de Guardia», también han pasado muchas Nochebuenas y Nocheviejas en la rebotica toda la familia. La farmacia de Carmen es la que era de su padre, pero desde hace cuatro años ella ostenta la titularidad. Aunque lleva doce años trabajando, casi siempre en la misma farmacia, también pasó por la de su madre y la de su hermana Lucía cuando había que echar una mano.

En la farmacia de Paz, la tercera de las hermanas, se hacen fórmulas magistrales. Un nombre precioso para una medicación absolutamente necesaria en algunos casos. No todas las farmacias pueden hacerlas ya que se necesitan permisos e instalaciones especiales, lo que confiere a esto una seguridad. Con estas premisas se profesionaliza la labor farmacéutica. Y hace que se reconozca la labor del farmacéutico. Se llevan ahora mucho hasta en bebés. La ranitidina y el omeprazol en jarabe «están a la última» en el caso de los más pequeños. Paz es la hermana de la vocación tardía. Hizo periodismo y llegó a trabajar en el ramo, pero en un momento dado decidió estudiar la carrera familiar (llegó a tener a sus hijas mientras estudiaba) y finalmente se hizo cargo de la farmacia de su madre.

Lucía responde a las posibles críticas que se hacen a veces a los boticarios. Hay gente que piensa que son simple «dependientes de medicinas». «Los farmacéuticos damos un importante servicio sanitario —y añade— quitamos mucho trabajo a los médicos y ayudamos a la gente a interpretar las recetas». Recuerda que «las personas mayores se apoyan mucho en nosotros ya que a veces salen de la consulta sin haberse enterado de los que tienen que tomar y como tienen que hacerlo» «Sencillamente, ayudamos» concluye Lucía.

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