Moderna de pueblo

«No solo hay la opción de que si no estamos al lado de un hombre somos unas fracasadas»

Moderna de pueblo, alter ego de Raquel Córcoles, presenta «Idiotizadas», el cuento con el que pretende romper ideas preconcebidas, mostrando que siempre hay cosas que «desaprender»

Raquel Córcoles, o lo que es lo mismo, «Moderna de pueblo» Isabel Permuy
Alejandra González

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Cambió Reus («su pueblo», que cuenta con más de cien mil habitantes) por la gran ciudad, Madrid. Prefirió el estrés, la contaminación y la suciedad, antes que la rutina, lo normal y el campo, aunque esto último realmente lo echa de menos. Esta Moderna de pueblo , el alter ego de Raquel Córcoles , se define como una enamorada de la capital, de su gente, de las historias y de todo lo bueno que le ha aportado. El paso de los 20 a los 30 lo plasma en su nuevo libro «Idiotizadas» , pero no de una forma convencional. O quizás sí, porque no deja de ser la vida de cuatro amigas y todo lo que eso conlleva. Amores, críticas, crisis de identidad…, todo para llegar a un verdadero fin: « llevamos toda la vida «"idiotizadas"» .

Mantiene una sonrisa en cada respuesta que concede a ABC y responde con una cercanía característica de una charla entre amigas. En un hotel más lúgubre que colorido, Córcoles cuenta cómo nació Moderna, qué le hizo estar cuatro años sin publicar ningún libro y cuál es el verdadero mensaje que ha querido transmitir con este cuento. «Mejor estar empoderhada que idiotizada» .

¿Por qué este nombre: Moderna de pueblo?

Me presenté a un concurso de cómic y para concursar presenté un libro que se llamaba «Soy de pueblo». Me dijeron que era importante que el proyecto se pudiese vender y decidí hacerme una página de Facebook para que mis amigos me siguiesen y así darme a conocer. Yo trabajaba en una agencia de publicidad y siempre me llamaban Moderna. Así que, de una mezcla nació este nombre, no había nada que me definiera mejor en ese momento.

¿Siempre quiso mostrar quién había detrás, mostrar a Raquel?

El anonimato me ha servido de escudo para que no me diera vergüenza a hablar de todo lo que sea, pero tampoco lo he ocultado tanto como La vecina rubia, que siempre se centra en el misterio de quién estará detrás. Ya me siento «Empoderada», no me da miedo a mostrar alguna fotografía mía aunque tampoco suelo abusar. Sin embargo, no tengo un perfil personal donde subo fotos mías, jamás se me ocurriría subir un selfie. Lo veo como algo muy normal pero no me sale.

Cuatro años desde tu último libro. ¿Por qué?

Sentía miedo, inseguridades… La fama online es algo reciente y todo el mundo puedo opinar. Eso hace que te acomplejes mucho, aunque intentes contentar esas opiniones pero conlleva olvidarte de ti. Hasta el punto que aprendes a renegar de ellos y valoras otras cosas. No voy a renegar de quien soy para tratar de contentar a una parte de la sociedad. Ahora he encontrado el equilibrio entre lo que quería ser y me apetecía hacer y lo que realmente gusta. ¡Es el estado perfecto!

¿Cómo surge «Idiotizadas»?

Tenía muy claro que quería hablar de idiotizaciones, de desigualdades de género que influyen mucho en nuestras vidas personales. De repente se me ocurrió este título para otro proyecto pero definía muy bien lo que yo quería expresar como moderna.

Elegí la parodia de Disney porque siempre tenemos un sentimiento de amor-odio con este mundo. Nos encanta aunque sepamos que es muy machista. Y decidí aprovechar ese hilo para contar todas las idiotizaciones.

¿Cómo lleva las críticas?

Depende del día. Cuando empecé lo pasaba muy mal porque lo peor que puede haber es que se malinterprete. La gente se suma muy rápido a los comentarios malos que leen. Me he llegado a despertar con comentarios de «haters» un sábado por la mañana y he pensado: ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Pero al final es lo mínimo cuando trabajar en un ámbito así, no quiero ser una mimada que solo valora un comentario malo de mil buenos.

Sobre todo duelen más los que te dicen algo que tú has pensado alguna vez, como, por ejemplo, lo de que el formato este de cómic está muy visto y tengo que renovarme. Aunque es cierto que prefiero este tipo de comentarios a los que me llaman «feminazi», «amargada»… Cosas que son una lacra de respuestas «tipo» a cualquier comentario feminista que lees. Y esto no me deprime por ser moderna de pueblo, sino como ciudadana del mundo.

¿Qué verdades se esconden detrás de los personajes?

Hay muchísima verdad, pero siempre intento que sean personajes más estereotipados de lo que son en realidad. Es decir, que cumplan su función dentro del argumento. Se lo dedico a mis amigas este libro porque son mis musas y mis inspiradoras. De donde saco las reflexiones es de lo que nos pasa, de lo que veo que les pasa, las preocupaciones que ellas tienen y de lo que nos ha ido sucediendo de los 20 a los 30 años. Siempre me gusta coger una base real porque así me lo creo yo lo que estoy contando. Puedo mejorarlo, pero sé que sale de una anécdota y de un suceso real.

¿Cuál es el verdadero mensaje que quieres que cale en la gente con «Idiotizadas»?

Sobre todo, que el feminismo es un camino en el que no hay que tachar a nadie por ser machista o feminista, sino que se dé cuenta de las idiotizaciones con las que nos educan. Hay muchas maneras de verlo, de vivirlo. Sobre todo la sororidad, que las mujeres, en la vida real, son las que más nos ayudamos entre nosotras. Es un mensaje que me parece importante. No hay solo una opción de que si no estamos al lado de un hombre, somos unas desgraciadas. Hay muchas mujeres desgraciadas al lado de un hombre, al igual que hay muchas felices al lado de sus amigas. Que no están solas.

Y de Raquel, ¿Qué hay en esa «Moderna»?

Hay muchísimo porque en realidad mi manera de empatizar con la gente es contar cosas que me pasan a mí y sé que también les pasa a muchas. Obviamente, selecciono lo que puede ser inteligente a nivel global y es lo que cuento. También hay cosas que me quedo para mí que pienso que no le interesan a nadie.

¿Echas de menos el pueblo?

A Algunos amigos sí, porque que son gente única, y al verlos me recuerdan el pasado y me teletransporto a los dieciocho años. Pero, sobre todo, echo de menos la parte de campo donde puedes decir «respira hondo», algo que en Madrid no se puede hacer. Extraño la vida tranquila, pero la verdad es que soy una enganchada a la ciudad. Cuando estoy una semana en el pueblo, digo basta, ya he cumplido el cupo y necesito volver al estrés.

¿Qué es lo que más te gusta de Madrid?

La gente, aunque suene a tópico. Cuando vine comprobé que había mucha gente de fuera y que todos veníamos a cumplir nuestros sueños, rehacer nuestra vida, conocer gente nueva… Gente que se encuentra en tu mismo punto vital y acaba transformando tu vida. Aquí ya lo tengo todo, porque mis hermanas y mi madre también viven aquí.

¿Hay algo malo?

Soy de las personas que siempre defiende las ventajas. No diré que me gusta la contaminación o los excrementos de perro, pero a la vez que digo ¡qué hago aquí!, también me da la vidilla que necesito.

Dicen que de un libro sale otro…

Me encantaría hacer una serie de animación porque todas las que veo tienen protagonistas hombres y quiero darle un giro. Ya tengo ganas de hacer otro libro porque las sensaciones han sido, sin duda, muy positivas.

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