La adolescencia y la importancia del aprendizaje de toma de decisiones

La Universidad de Padres de José Antonio Marina lanza un curso sobre funciones ejecutivas dirigido a familias y profesorado

MADRID Actualizado: Guardar
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Hay un especial talento que cada adolescente debería desarrollar. Así lo indica Beatriz Quiroga, del Centro de Investigación y Documentación Universidad de Padres. Para ella, «el talento no está antes, sino después de la educación, y el gran objetivo educativo de la adolescencia es generar su propio talento». ¿En qué consiste y por qué debe hacerse en esta etapa vital?

La adolescencia se suele definir como la etapa que marca el periodo de transformación de niño en adulto. Comienza con los cambios biológicos, hormonales y físicos que tienen lugar en la pubertad y finaliza alrededor de los 20 años o cuando la persona ha alcanzado «un rol estable e independiente en la sociedad a la que pertenece», remarca Quiróga. De esta definición, prosigue, «se desprende que mientras el principio de la adolescencia está marcado por factores físicos y biológicos, su final está determinado por factores culturales y sociales, lo que quizá haya llevado a expertos como el brillante psicólogo norteamericano Robert Epstein, a sostener que esta etapa es “una creación cultural y sus características el resultado de la influencia social”».

Independientemente de que esta etapa sea real o figurada, lo cierto, asegura esta experta, es que durante la adolescencia tienen lugar una serie de cambios que son decisivos a muy diferentes niveles. «Los descubrimientos sobre el desarrollo del cerebro realizados durante las últimas décadas nos han proporcionado información clave para entender algunos de los cambios que suceden durante estos años. Si hasta hace poco se consideraba que el aumento de los niveles hormonales era el único responsable de los cambios físicos propios de la pubertad y de la conducta típicamente adolescente –impulsividad, inestabilidad emocional, asunción de riesgos, etc.– ahora se sabe con certeza que las modificaciones en la estructura del cerebro permiten explicar con mayor exactitud dichas conductas», explica esta investigadora de la UP.

Uno de los cambios más importantes que tiene lugar en el cerebro de los adolescentes, indica Quiróga, «es la maduración paulatina de los lóbulos y la corteza prefrontal, una estructura fundamental para los procesos cognitivos de orden superior y sede de las habilidades ejecutivas de la inteligencia». Además, añade, «tiene lugar una importante “poda sináptica”, la desaparición de algunas conexiones neuronales y el reforzamiento de otras, que permiten al cerebro procesar la información de una forma mucho más potente y eficaz». Durante la adolescencia el control comienza a ser interno: «queremos pasar de la disciplina a la “autodisciplina”, de la obediencia a la “responsabilidad”, de someterse a las decisiones ajenas a tomar las propias decisiones».

Relación con la familia y los amigos

Pero los cambios que se producen en la vida de los niños a lo largo de la adolescencia tienen también un fuerte componente social. «A los 12 años, la mayoría de los niños estará comenzando la educación Secundaria, lo que en muchos casos significa la entrada en el instituto y la necesidad de adaptarse a los cambios que conlleva. Esta nueva rutina no sólo les obliga a enfrentarse a otra manera de aprender y estudiar, sino que les va a exigir ser capaces de planificar y organizar su tiempo de una forma totalmente distinta. A partir de 2º de la ESO, los chavales estarán empezando a tomar decisiones sobre el itinerario formativo que desean seguir, algo para lo que es fundamental conocerse y que determinará de forma decisiva su futuro», apunta esta docente.

Otro de los cambios más importantes que tienen lugar durante estos años tiene que ver con su entorno social y afectivo. «La manera en la que se relaciona con su familia y sus amigos se transforma, y el niño va a tener un rol cada vez más activo también en este entorno. Si durante la niñez, de manera general, el comportamiento del niño está controlado de forma externa –padres, escuela– durante la adolescencia el control comienza a ser interno: queremos pasar de la disciplina a la “autodisciplina’, de la obediencia a la ‘responsabilidad’, de someterse a las decisiones ajenas a tomar las propias decisiones», afirma esta profesora de la Universidad de Padres.

Marcarse metas, planificar y coordinar pasos

El desarrollo de las funciones ejecutivas de la inteligencia, remarca Quiroga, va a permitir al adolescente tomar estas decisiones y llevarlas a cabo de forma consciente y responsable: Marcarse metas, planificar y coordinar los pasos para realizarlas, prestar atención y gestionar los pensamientos y las emociones que vayan surgiendo a medida que avanzan, ser capaz cambiar los planes cuando sea necesario, etc., son habilidades ejecutivas que –aunque pueden aprenderse durante toda la vida– , deberían enseñarse de forma específica durante la adolescencia, “una ventana de oportunidad” por todos los cambios que están experimentando.

Y aunque parece habitual pensar que las habilidades ejecutivas sólo sirven para gestionar el propio comportamiento de forma eficiente y productiva, esta experta de la Universidad de Padres recuerda como «Adam J. Cox, psicólogo clínico especialista en temas familiares y de adolescencia y autor de varios libros, cree que “las habilidades ejecutivas también ayudan al niño a entender el sentido del tiempo y del espacio al conectar sus experiencias pasadas con lo que pueda ocurrir en el futuro”. Esta continuidad en la conciencia del niño contribuye a construir su identidad: ‘¿Quién soy?’, ‘¿Qué sé?, ¿En qué soy único?’. Tener semejante nivel de auto-conocimiento es lo que permite al niño orquestar su comportamiento de manera consciente, y se puede aprender».

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