Vista de Cadaqués
Vista de Cadaqués - Pep Dalmau
Pueblos de España

Salvador y Federico, verano del 27

Conocido por ser el lugar que eligió Lorca para conjugar con Dalí la creación artística y el erotismo, es la población más distante del centro de la península, a 1.079 kilómetros

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Cadaqués es la población más distante del centro de la península (1.079 kilómetros). Pero entre 1925 y 1927, el pueblo con forma de pesebre conectó a dos genios de la cultura española. Se cumplen noventa años del homenaje a Góngora y del verano en que Lorca conjugó con Dalí la creación artística y el erotismo.

El 24 de junio del 27, Federico estrenaba en el barcelonés teatro Goya su «Mariana Pineda»: decorados de Dalí, Margarita Xirgu de protagonista y el pensamiento en Cadaqués. «Tiene la alegría y la permanencia de belleza neutra del sitio donde ha nacido Venus, pero ya no se recuerda. Va hacia la belleza pura… Un día la luna, mojada con elasticidad de pez mojado y la torre de la iglesia oscilará de goma blanda sobre las casas, duras o lastimosas de cal o pan mascado… Acuérdate de mí cuando estés en la playa…», escribe a Salvador el 31 de julio.

Lorca evoca Cadaqués con ojos dalinianos: torre de goma blanda, casas de pan mascado… y pasión. «Ahora veo como en Cadaqués me sentía los hombros: es una delicia para mí recordar las curvas resbaladizas de mis hombros donde por primera vez he sentido en ellos la circulación de la sangre…». En las nostalgias de Federico, la primera estancia en casa de la familia Dalí, Semana Santa del 25. «Olivos de Cadaqués, ¡Qué maravilla, cuerpo barroco y alma gris!», proclamará. Salvador, torso desnudo, brazo sobre el hombro de Federico. Pasión desvelada 1926. Lorca publica su «Oda a Salvador Dalí»: ese «común pensamiento» en «horas oscuras y doradas». Y Salvador titula un dibujo «Lorca Dalí».

En «Querido Salvador, Querido Lorquito», Víctor Fernández agavilla cartas y postales de Lorca, de Dalí y su hermana Ana María, del notario Dalí y de Lidia Nogués, la pescadera que Eugenio D’Ors mitificó en Lidia de Cadaqués. Y en «Salvador Dalí visto por su hermana», Ana María describe la casa de Cadaqués: la sombra de un eucalipto en la blanca pared y una puerta verde de entrada. En el recibidor, una sonriente virgen barroca de tonos verdosos y dorados: «Ignoramos que Virgen es, pero cuando, pasados unos años, García Lorca le puso una rama de coral rojo en la mano, ya fue, para todos nosotros, la Virgen del Coral». En el taller de Dalí, el olor de aguarrás se impone al del salitre y los olivares… Cuando pinta, canta con los labios apretados. Su hermana apunta que ese rumor le sonaba a Lorca como el de «un abejón de oro». Cadaqués, julio del 27, el último verano de la juventud. Al año siguiente, ya nada fue igual entre Salvador y Federico.

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