Matilde de los Belgas, Cara Delevigne, Mary de Dinamarca, Marie Chantal de Grecia, Katie Holmes, Máxima de Holanda ABC

El reinado de los sombreros: cómo usarlos con propiedad

Relegados al olvido durante décadas, siempre han sido una pieza fundamental en el protocolo. Esta temporada vuelven a estar de moda, pero hay que saber lucirlos. Desgranamos su modo de empleo

MADRID Actualizado: Guardar
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Lo que empezó como necesidad, ha acabado siendo un arte. El sombrero ha existido desde siempre, pero con los siglos se fue convirtiendo en símbolo de estatus. La Reina María Antonieta, como en otras lides, tenía su sombrerero particular, Monsieur Larseneur, que creaba para ella obras de arte recargadas, con plumas, bordados y joyas, que se asentaban sobre sus maravillosas pelucas.

Los sombreros han sido parte principal de la moda hasta bien entrado el siglo XX. Actualmente están casi en desuso, pero fueron parte fundamental del protocolo. Las guerras mundiales simplificaron el atuendo y el sombrero cayó en el olvido. En los años 80, Diana de Gales, no siempre acertada, los recuperó para la moda.

La Reina Letizia, consciente de que no le favorecen los sombreros, acierta no haciendo uso de ellos. En esto, nada como conocerse uno mismo.

Pero ahora son objeto de admiración y crítica a partes iguales. Despejamos varias claves para acertar con la elección de los sombreros más en boga de esta temporada.

Fedora. Es una variante del borsalino, que a su vez es un sombrero de nombre italiano y origen español. Su versión más rústica y cazadora fue ideada por el Káiser Guillermo II de Alemania, que incluso llegó a diseñar los uniformes del Ejército de su país y los tocados de su propia esposa. Aunque él incluía plumas y adornos, el modelo quedó para siempre como una alternativa con clase para campo y ciudad. Giuseppe Borsalino se ocupó de darle fama en el mundo, ya que incluso antes de la Primera Guerra Mundial producía dos millones de sombreros anualmente.

La Reina Máxima de Holanda es una de las pocas señoras que saben llevarlo, pues a menudo se cometen tropelías al llevar un fedora. El primer error es llevarlo excesivamente pequeño, como les ocurre a muchas famosas, incluida Katie Holmes. El segundo, llevarlo con falda, algo menos adecuado en lo que la princesa Mary de Dinamarca acaba cayendo.

Otras los llevan arrugados, como la Reina Matilde de los Belgas, que no siempre acierta en su afán por imitar a las reinas mas cercanas. Tampoco es un acierto llevar un fedora excesivamente grande, algo que no habrían permitido ni Humphrey Bogart ni la Casa Yustas en la Plaza Mayor de Madrid. Los modelos de postín los hacen de cashmere en la casa Loro Piana, a un nada despreciable precio de 600 euros.

Gorras británicas. También pueden llevar visera. Esta alternativa, de corte «Oliver Twist» o de chófer del camión de la leche en el Nueva York de los años 30, es mejor dejarla a un lado, por poco favorecedora y protocolariamente incómoda. La princesa Mary de Dinamarca la ha llevado alguna vez.

La famosa boina de Faye Dunaway en su interpretación en «Bonnie and Clyde» también está de moda este otoño. De origen griego, y desde el siglo XVIII accesorio típico francés y español, la boina se integró en los uniformes militares de británicos y estadounidenses en los años 20, poniéndose de moda también entre las señoras. Esta temporada son varias las casas de moda que han acudido a la boina de punto como recurso estilístico, aunque incluso la consolidada casa Gucci demostró cuán difícil resulta que sea un accesorio favorecedor.

Pillbox. La palabra hace referencia, en inglés, a los pastilleros. Nacidos en los años 30, fueron popularizados por Jackie Kennedy durante la presidencia de JFK en los 60. Pequeños, redondeados, sencillos y a menudo forrados de la misma tela que el abrigo, cubren ligeramente el peinado dando un toque muy sofisticado durante el día. Actualmente están de moda únicamente entre las primeras damas, sobre todo desde que Carla Bruni Sarkozy, tan seguidora del look de Jackie, descendió la escalerilla del avión que la llevaba a Londres con un pillbox de Dior puesto. La Duquesa de Cambridge, que no cesa de copiar a Doña Letizia en sus vestidos y zapatos, copió la idea de la Bruni. Y Mary de Dinamarca fue detrás.

Sombreros esculpidos. Son los favoritos de algunas personalidades para los actos de día, aunque pueden bordear lo ridículo, dando a su portadora la apariencia de ave o insecto. Prudencia, no siempre son favorecedores.

Gorros de punto. Tipo esquiador y con borla de lana, están de máxima actualidad. Los ha puesto de moda la controvertida modelo -y ahora actriz- Cara Delevingne. La británica, que ha revolucionado las pasarelas estas últimas temporadas, los lleva de corte infantil y muy informales, algo que favorece únicamente a las personas delgadas y de rasgos delicados. Con más de 50 años, se corre el riesgo de enmarcar con dureza la cara.

Floppy. Es el sombrero más favorecedor de esta temporada. Se trata de la tradicional pamela, en su versión más flexible y con caída. De nuevo, la Reina Máxima es quien mejor lo sabe llevar y combinar, quizás entre otros motivos por su altura y su charme. La pamela es el sombrero femenino por excelencia, con un ala muy ancha que da gran majestuosidad a la silueta. Hoy en día vuelven a estar de moda los sombreros floppy de los años 70 -pamelas flexibles de ala caída-, a menudo realizados en fieltro. Se pueden llevar con pantalones, vestido, abrigo o gabardina y son el modelo más favorecedor. Una apuesta segura vetada a aquellas con menor estatura.

Recapitulando, cabe recordar que, a menudo, en el uso del sombrero se deja de lado la lógica. Las pamelas, cloches, los pillbox y los tocados, son accesorios importantes en las ceremonias. Si estas continúan con almuerzo o cena en el interior de un recinto, no hay por qué permanecer con un sombrero de gran dimensión puesto durante toda la velada. En cuanto al tamaño, color y tipo de sombrero indicado, lo ideal es lo de siempre: aquello que resulte más favorecedor a cada persona. Sentido común.

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