Yannick Noah
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Yannick Noah pierde su millonaria batalla contra el Fisco

El Consejo de Estado condena al deportista a pagar un millón de euros por las deudas contraídas con Hacienda

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Yannick Noah ha perdido el partido más largo y costoso de su vida: tras más de dos décadas de crisis y enfrentamientos judiciales, el Consejo de Estado francés confirmó este miércoles una sentencia que lo condena a pagar un millón de euros por las deudas contraídas con Hacienda, parte de las cuales ya fueron abonadas.

Esta sentencia pone fin a la más oscura y menos gloriosa de las «batallas» personales de Noah, que tuvo dos o tres años de gloria deportiva, como ganador del torneo de tenis de Roland Garros, en 1983. Seguidos de veinte años de aventuras, polémicas, matrimonios, empresas lanzadas a bombo y platillo, millonarios contratos publicitarios y una mediocre carrera de cantante de áurea insignificancia.

Tras su victoria deportiva de 1983, Noah se subió a la parra de una gloria pronto caída en el barrizal de polémicas y acusaciones no siempre absurdas.

Durante un quinquenio, el tenista siguió ocupando un puesto en el tenis francés, mancillado por un rosario de actividades paralelas.

Siguieron años de grandes contratos publicitarios y una carrera empresarial brillante, con muchos altibajos, pronto caídos en un laberinto fiscal. Instalado en Suiza, temporalmente, para intentar pagar menos impuestos, Noah terminó perseguido por el Fisco, en 1993, cuando se descubrió que la administración fiscal le reclamaba una suma que terminó ascendiendo a un millón de euros.

Duros años

Personaje carismático, en cierta medida víctima de «prontos» amorosos (tres matrimonios y dos divorcios), empresariales (con negocios en Nueva York, África y Francia) y verbales (sus declaraciones siempre han sido llamativas), tan generoso como descuidado en sus deberes como contribuyente, Noah siempre clamó por su inocencia y decidió enfrentarse judicialmente contra la administración fiscal. Siguieron veinte años de laberínticos procedimientos fiscales, hasta la sentencia final, el miércoles 7 de junio.

Durante esos veinte años, Noah ha tenido tiempo para casarse y divorciarse dos o tres veces, con señoras de una envergadura física considerable. En un arranque de impertinencia, Noah arremetió hace años contra el deporte español, estimando que futbolistas y tenistas españoles, usaban una «poción mágica». Sus insinuaciones tuvieron pronto un efecto «boomerang»: su hijo Joakim, jugador de baloncesto, en los Estados Unidos, fue suspendido por la NBA, durante veinte partidos, por la «venta libre» de productos dopantes.

Dos años más tarde, Noah hizo una penosa «irrupción» en la vida política, haciendo campaña a favor de la elección de François Hollande como presidente de la República. Se pensó entonces que el presidente electo«pagaría» el favor electoral favoreciendo un juicio fiscal que evitase al tenista el pago de su deuda millonaria. En vano. La administración fiscal siguió su curso, implacable.

Avispado hombre de negocios y publicidad, Noah terminó convirtiéndose en asesor, director y capitán del equipo francés en la Copa Davis y la Copa Federación. Cargos que no le impedían atender muchos otros trabajos como asesor deportivo en países africanos. Con los años, el antiguo tenista no consiguió nunca ganar su batalla contra el fisco. Primero fue condenado a pagar indemnizaciones a sus exesposas. Su carrera como cantante nunca llegó a despegar mucho más allá de las estrictas fronteras locales. Y la excelencia de sus servicios publicitarios comenzó a perder el millonario lustre de otras épocas. Hasta que, finalmente, el Consejo de Estado terminó este miércoles por confirmar su condena a pagar un millón de euros de deudas y evasión fiscal. Deuda parcialmente pagada, aparentemente, con la que culmina provisionalmente la carrera menos gloriosa de antiguo tenista.

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