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Wallis Simpson, el gran icono del estilo de todos los tiempos

Cuando se cumplen 30 años de su muerte, recordamos la influencia que ejerció sobre la moda del siglo XX la que fuera esposa del Duque de Windsor

Madrid Actualizado: Guardar
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«David (dirigiéndose al príncipe de Gales), podéis mover la mesa del comedor hacía atrás para que haya sitio para los 10 comensales. Finn debería hacernos sillas sin brazos. Incluyo mis sugerencias para el seating en la mesa. Yo pondría dos tipos de cóctel y un vino blanco, además del rosé de siempre; y que por supuesto lo ofrezca el servicio. No he visto ninguna verdura en el menú. No te quiero molestar con estos detalles pero sabes que quiero que vean que siempre aciertas en todo». Con estos consejos, escribía Wallis Simpson a Eduardo VIII en agosto de 1936, desde su paradero en el sur de Francia. Él confiaba completamente en la capacidad de Wallis para acertar y en su buen gusto.

Arribista, hombre o mujer, diletante o fiel enamorada, e incluso espía nazi. Han sido muchas las especulaciones que se han hecho sobre Wallis Warfield Simpson. En cualquier caso, lo que sus biógrafos no cuestionan es que sirvió de excusa y escudo al entonces Príncipe de Gales para renunciar a una vida bajo el yugo de la opinión pública, que nunca le resultó cómoda. David Windsor era, según sus biógrafos Michael Bloch y Hugo Vickers, reservado, anoréxico y probablemente padecía el síndrome de Asperger, que limitaba sus recursos sociales e interactivos. En cuanto a Wallis Simpson, todos coinciden en su ambición, su fuerte personalidad y su particular marcado estilo personal. Repasamos algunas claves de su inconfundible glamour.

Siempre a la moda

La duquesa de Windsor, casada y divorciada dos veces antes de unirse en matrimonio con David Windsor, llevaba años entrenándose en el arte de recibir en casa con pocos medios, así como de lucir siempre elegante con poco presupuesto. Hija única en una familia venida a menos, su madre pasó verdaderos apuros para sacarla adelante en el Baltimore de principios del siglo XX. Wallis se habría jurado a sí misma no más pasar penalidades, tal y como refleja el libro de Bloch «Walllis and Edward. Letters», que incluye su reveladora correspondencia privada.

Siempre a la última, en los años 40 Wallis llevaba los típicos trajes sastre de corte estricto. En los 50, adoptó los vestidos y conjuntos del «New Look» de Christian Dior, de quien era una excelente clienta, luciendo modelos con falda de vuelo y cintura ajustada. En los años 60 se hizo con una larga colección de vestidos cortos de silueta en «A», un invento de la época, mientras que las túnicas fueron su más sonada adaptación al estilo de los 70.

Guantes

Su físico, tan particular y andrógino, se menciona en la biografía de Hugo Vickers como un posible resultado del SIA, el poco habitual síndrome de insensibilidad a los andrógenos que puede generar un cuerpo de mujer sin útero y con criptorquidia –testículos ocultos–. Fuera esto cierto o no, la verdad es que Wallis Simpson presentaba una morfología y unos rasgos ligeramente masculinos e hizo siempre uso de los guantes, un elemento de elegancia y sofisticación extrema que se comentaba podría haber cubierto unas manos poco femeninas.

Las joyas

En las cartas de una Wallis aún casada con Ernest Simpson a su tía, la futura duquesa explica cómo va a comprar unos pendientes de bisutería para una cena o cómo elige un precioso broche falso en una tienda. No podía imaginar que sería, a través de los regalos de Eduardo VIII, una de las mejores clientas de las grandes joyerías. Su gusto por las gemas preciosas, así como la obsesión del ya Duque de Windsor porque su esposa luciera más majestuosa que cualquier reina, les impulsó a realizar famosos encargos a Cartier, como la conocida pantera de diamantes sobre un enorme zafiro o espectaculares collares de piedras preciosas. Para el rodaje de la película «W.E.», iniciales de Wallis Simpson y Eduardo VIII, dirigida por Madonna, Cartier prestó algunas piezas que en su día habían pertenecido a la duquesa de Windsor.

Su peinado

Uno de los más peculiares rasgos del físico de la Duquesa de Windsor era su cabellera, siempre peinada con extraños recogidos y chignons de corte infantil, quizás a veces inspirados en el personaje de Blancanieves. Jamás se vio a Wallis con el cabello suelto, aunque probablemente, no le hubiera favorecido. Su raya en medio con volúmenes laterales era probablemente su rasgo más significativo.

Los tocados

Plumas, diademas, lazos y redecillas acompañaron siempre a la imagen de la duquesa de Windsor. Prueba de su particular estilo fue el casi ridículo tocado infantil de la famosa sombrerera Caroline Reboux, que llevó el día de su boda con el duque de Windsor: enfatizaba un efecto de halo casi divino a juego con el color de sus ojos. Wallis había escogido un poco habitual vestido de Mainbocher en crepé «azul Wallis». Main Rousseau Bocher, norteamericano, gozaba de la más selecta colección de clientas americanas, desde la editora Carmel Snow a Diana Vreeland, Elsie de Wolfe, la baronesa Eugène de Rothschild, Millicent Rogers, Mary Pickford o Claudette Colbert.

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