Chrissy Teigen y Stuart Weitzman
Chrissy Teigen y Stuart Weitzman - Dennis Van Tine

Stuart Weitzman se jubila: «Vendí la compañía para protegerla»

Hace diez días que el zapatero de las estrellas se retiró para volcarse en su fundación y en un proyecto de conservación de la cueva de La Garma en Cantabria

Madrid Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Ha calzado a las mujeres que pisan con más fuerza y brío las alfombras rojas de medio mundo, pero él nunca ha sido amigo del halago fácil ni se ha sentido como un artista. A Stuart Weitzman (Massachusetts, 1942) le gusta definirse mitad diseñador, mitad ingeniero. Conversador nato, poseedor de un español impecable tocado con el característico acento yanqui y extremadamente educado, atiende a ABC desde su casa de Nueva York para hacer balance de sus 55 años de carrera en la elite del zapato de lujo y la ardua decisión de jubilarse.

Echando un vistazo rápido a un catálogo de Stuart Weitzman, repleto de tacones infinitos y hormas imposibles, cualquier convendría en que sus creaciones prima más el diseño que la comodidad, algo con lo que él se muestra en absoluto desacuerdo.

«Las mujeres no quieren sufrir. El mercado pide comodidad y moda. Nuestros esfuerzos van orientados en esos dos aspectos. Un tacón de 9 centímetros no va a tener la comodidad de unas deportivas, pero hoy hay tanta técnica que se puede conseguir que ese zapato alto sea confortable y eso es una auténtica tarea de ingeniería. Cada modelo lo hacemos con tres anchos diferentes para que ajusten. Mi obsesión es hacer feliz a las mujeres», confiesa el diseñador, desbaratando esa máxima de que para estar bella hay que sufrir.

Zapatos diseñados por Stuart Weitzman con diamantes, valorados en dos millones de dólares
Zapatos diseñados por Stuart Weitzman con diamantes, valorados en dos millones de dólares - ABC

Stuart defiende en todo momento que el zapato se ha convertido en una poderosa herramienta de comunicación. «Para mí el éxito de un diseño se logra cuando el zapato que lleva una mujer entra antes que ella en un salón y cuando ella ya se ha marchado el zapato sigue allí. Audrey Hepburn o Jackie Kennedy elegían modelos planos porque tenían tanta confianza en sí mismas que no necesitaban usar sus looks para llamar la atención». Al diseñador le apasiona descodificar el mensaje oculto que encierra el zapato y rememora su primera cita cuando aún no había cumplido los 16 años. «Recuerdo que ella llevaba unos salones altos de charol rojo y ello me transmitió un gran interés y una impresión inmediata muy positiva».

Weitzman, hijo de un fabricante de calzado, aterrizó en España en 1971. Enseguida, quedó prendado de la capacidad de trabajo y el buen funcionamiento de las fábricas de Elda y Petrer (Alicante), donde ha producido todo su inventario durante estas décadas. Se considera medio español y durante sus tiempos en activo ha pasado seis meses al año radicado en la costa alicantina y escapándose en sus ratos libres a degustar un buen plato de arroz a banda.

Las colecciones de Stuart «made in Spain» han vestido los pies de iconos femeninos de estilo como Catalina de Cambridge, Kate Moss, Angelina Jolie, Michelle Obama y, también, la Reina Doña Letizia. «La mejor embajadora es aquella que lleva mis zapatos en su día a día no solo en los Oscar. Cuando veo a Beyoncé o a Gigi Hadid con mis botas por la calle me emociona, porque demuestran que aman mis creaciones y las usan a sabiendas de que no va a haber miles de fotógrafos. Ellas pueden tener lo que quieran y que elijan mi producto es el mejor elogio».

Gigi Hadid con unas botas de Stuart Weitzman
Gigi Hadid con unas botas de Stuart Weitzman - ABC

Cuando a Stuart le preguntan a qué mujer le hubiera gustado calzar, no se piensa dos veces la respuesta: Marilyn Monroe. «El mundo tenía la impresión de que no era muy inteligente y pecaba de ingenua. Pero tenía un gusto para el calzado muy sexy y todos los diseñadores hubieran querido hacer un par para ella, quien pronunció una de las frases más célebres en nuestro gremio: “Dale a una mujer los zapatos adecuados y conquistará el mundo”». No hay duda de que Stuart lo ha conquistado, aunque ahora llegue el momento de dar un paso atrás.

En 2012, comenzó a allanar el terreno para la transición de su negocio. Vendió su empresa al grupo inversor Sycamore Partners y en 2015, la multinacional estadounidense de bolsos Coach se hizo con la compañía Stuart Weitzman por 481 millones de euros. ¿No le dio pena deshacerse de ella después de tanto sacrificio? «En absoluto. Ninguna de mis dos hijas, que tienen mucho talento, querían dedicarse a esto y decidieron seguir otros caminos. Como no tenía ningún heredero, la mejor manera de proteger la compañía y a sus 2.000 empleados era venderla. No vi otra opción».

Durante los dos últimos años Stuart ha trabajado con los nuevos propietarios para guiarlos y favorecer una transición más relajada. «Hace diez días ya me jubilé». Una retirada relativa porque es incapaz de estar quieto. A partir de ahora, se volcará en un proyecto de mecenazgo en nuestro país. «España ha sido mi segunda casa y su gente siempre ha colaborado conmigo y quiero darle las gracias. A través de mi fundación estoy invirtiendo en preservar y dar a conocer la caverna de La Garma, menos popular que Altamira». Una lección de generosidad.

Ver los comentarios