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La Princesa Charlene regresó a Córcega para desconectar de Mónaco

La esposa de Alberto II eligió de nuevo la isla francesa para pasar unos días de vacaciones con la única compañía de sus dos hijos

Madrid Actualizado: Guardar
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Cuando la nadadora sudafricana Charlene Wittstock se convirtió en la Princesa Charlene de Mónaco, tras su boda con el Príncipe Alberto II a comienzos del verano de 2011, su visibilidad en el Principado fue decreciendo con el transcurrir de los meses. De hecho, durante los días previos al enlace, que reunió a la que en una época ya lejana fue la familia más glamourosa del viejo continente, ya se había hablado de una profunda crisis entre la pareja y hasta de un peliculero episodio de «novia a la fuga». Charlene, decían, se lo había pensado dos veces y estaba dispuesta a poner pies en polvorosa hacia su Sudráfrica natal: fue interceptada en Cannes buscando un vuelo y obligada a regresar.

Nada más lejos de la realidad. La esposa del Príncipe Alberto no sé ha movido de Mónaco y en reiteradas ocasiones ha dado muestras de estar a las duras y a las maduras junto a su esposo. De hecho, fue la gran protagonista de un momento histórico, cuando el pasado mes de julio se celebró por todo lo alto el décimo aniversario del Reinado de su esposo. Entonces, una frase suya dio la vuelta al mundo: «Alberto, eres el príncipe de mi corazón». El beso que llegó a continuación acalló temporalmente los comentarios de falta de sintonía entre la pareja.

Hasta ahora, cuando un reportaje de la revista alemana «Die Aktuel» vuelve a cuestionar el estado real del matrimonio más allá de sus obligaciones institucionales. En la publicación se recogen fotos de la Princesa Charlene y sus hijos, los gemelos Jacques y Gabriella (la noticia del embarazo gemelar ya la avanzó ABC a finales de mayo de 2014), durante unos días de descanso en Córcega. Sonriente, relajada y acompañada por un par de escoltas, Charlene aprovechó la bonanza climática de los primeros días del otoño para disfrutar de la traquilidad que siempre le regala la isla.

Córcega es, de hecho, uno de sus refugios favoritos. En este paraíso mediterráneo ha desarrollado alguna de sus actividades solidarias en el marco de la Fundación Princesa Charlene de Mónaco, sobre todo encaminadas a velar por la «seguridad en el agua» de los más pequeños, y a él ha recurrido en reiteradas ocasiones para desconectar. Según Mike Wittstock, padre de Charlene, la Princesa se ha sentido sola en numerosas ocasiones y para paliar la sensación de aislamiento, recurre habitualmente a su hermano Gareth y a su cuñada, Roisin Gavin, quienes se casaron en Monte-Carlo el pasado mes de septiembre tras años de convivencia. Gareth y Roisin forman una suerte de corte paralela en el Palacio del Principado y actúan como un cortafuegos contra las presiones a las que la Princesa Charlene a menudo se ve sometida. Durante las últimas vacaciones en Córcega, la revista alemana no confirma si el hermano de Charlene y su cuñada la acompañaron. Más allá de si fue sola o protegida por sus más fieles, el reportaje de «Die Aktuel» muestran a una Princesa feliz con sus pequeños, quienes cumplirán su primer año el próximo 10 de diciembre.

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