Bernie contrajo matrimonio en 2012 con Fabiana Flosi, una atractiva brasileña, 45 años menor que él y 20 centímetros más alta
Bernie contrajo matrimonio en 2012 con Fabiana Flosi, una atractiva brasileña, 45 años menor que él y 20 centímetros más alta - AP

El ocaso de Bernie Ecclestone, el «dictador» de la F1

A sus 86 años ha sido despedido del mayor circo del motor, que controló con mano de hierro durante décadas

Madrid Actualizado: Guardar
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Siempre con el gesto fruncido, su mirada oculta bajo unas sempiternas gafas oscuras y sus ideas camufladas tras un flequillo canoso estilo Beatle, Bernie Ecclestone encarna a la perfección el ideal de hombre hecho a sí mismo, tan embriagado por su propio éxito que no supo ver a tiempo la retirada. Entre sus planes nunca contempló el nombramiento de un sucesor o la jubilación, e incluso haciendo gala de su socarronería habitual llegó a declarar que solo abandonaría la Fórmula 1 cuando le enterrasen en el cementerio dentro de su lujosa caravana, bautizada como «el Kremlin». Pero el final de la era Ecclestone no estaba tan lejos como él se empeñaba en augurar. El pasado lunes, Liberty Media, el holding estadounidense de medios que se ha hecho con los derechos de la F1, se quitaba del medio al viejo Bernie.

A sus 86 años, y tras cuatro décadas como ser supremo de este deporte-negocio, no titubeó al poner palabras a su derrota. «Fui desposeído hoy mismo. Ya estoy fuera, es oficial. Ya no soy el líder de la compañía. Mi nueva función es de esas que han creado los americanos, una especie de presidente honorífico. Esta es mi posición en estos momentos, aunque ni siquiera sé qué significa».

Orígenes humildes

Hijo de un pescador y una ama de casa, Bernard Charles Ecclestone nació en Ipswich (Suffolk), un pequeño pueblo situado al este de Inglaterra. A los 16 años, abandonó los estudios consciente de que su astucia y visión sin escrúpulos para los negocios le deparaban un futuro prometedor. Antes de cumplir la mayoría de edad y tras el final de la Segunda Guerra Mundial, fundó Compton&Ecclestone, una casa de compra-venta de repuestos de motos que resultó todo un éxito. Desde ese momento, los neumáticos, las bujías y la gasolina se convertirían en su motor vital. En 1951, se estrenó al volante con un prototipo de Fórmula 3. Su conducción no sedujo demasiado; un piloto del montón que acabó en reiteradas ocasiones postrado en la cama de un hospital. Sabía que lo suyo no iba por esos derroteros. Su carácter déspota, excéntrico y tenaz encajaban más en un despacho que en un monoplaza. No se equivocó y acabó convirtiendo el deporte de los bólidos en un lucrativo circo que le llevó a amasar una fortuna personal de 4.000 millones de euros.

Su vida a pie de pista le granjeó una nutrida legión de enemigos eclipsados por sus éxitos, pero también le supuso el rodearse de las bellas mujeres que pueblan los palcos y boxes de los principales circuitos de Fórmula 1. Corría el año 1982 cuando su mirada huraña se posó en una despampanante modelo croata de 1.88 metros de estatura (él apenas alcanza el 1.60) a la que invitó hoscamente a abandonar los boxes del circuito de Monza en Italia. «Sal de aquí, no pueden entrar chicas», le espetó el magnate a la joven, contratada por uno de los patrocinadores de la carrera. «No pienso moverme. Y como se te ocurra acercarte un centímetro más, te voy a dar una patada». El todopoderoso quedó prendado del carácter de Slavica Malic, 28 años menor que él, y con la que se acabaría casando después de que esta se quedase embarazada y le amenazase con desaparecer con el bebé. Previamente había estado casado con Ivy Bamford, a la que se olvidó en los juzgados después de darle el «sí, quiero» y con la que tuvo a su primogénita Debbie. El divorcio de Ivy llegó cuando conoció en 1967 a Tuana Tan, una joven de Singapur con la que convivió varios años.

Su matrimonio con Slavica tampoco prosperó, pero fruto de su amor nacieron Tamara y Petra, de 32 y 27 años respectivamente, sin más ocupación que dilapidar la fortuna de papá. Abrazaron el hedonismo como forma de vida, dando días de gloria a la prensa con sus millonarias bodas, gustos excéntricos (Tamara tiene una bañera de cristal valorada en un millón y medio) y pasión por los diamantes. La ruptura con la modelo croata se sustanció en los tribunales de Londres en 2009 con el pago de 670 millones de euros, convirtiéndose en uno de los divorcios más caros en el Reino Unido. Bernie no quedó escaldado de su mal negocio y tan solo tres años más tarde volvía a incurrir en el mismo error; casarse. Esta vez, con Fabiana Flosi, una directora de marketing brasileña 45 años menor que él, a la que conoció durante el Gran Premio de Brasil. En agosto de 2016 su mujer le daba el primer disgusto. No era una infidelidad, sino un secuestro. La madre de Fabiana había sido secuestrada en Sao Paulo. Exigían un rescate de unos 35 millones de euros. Apareció tras nueve días de cautiverio sin que nadie desembolsara el montante. «No pagaría ni un céntimo por una suegra», declaró Bernie. Por lo menos, es sincero.

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