Las mujeres de Kiko Rivera, unidas por el vestido de novia

Aunque muchos pensaron que Irene, la novia de Kiko Rivera y madre de su hija Ana, iba a lucir el día de su boda un diseño de la esposa de Fran Rivera Lourdes Montes lo cierto es que al final la guapa sevillana ha preferido confiar en una firma establecida y conocida en el mercado antes que apostar por los diseños de la que será su prima política una vez pase por vicaría.

Irene no es sólo la mujer que hace feliz al hijo de la Pantoja sino también una sevillana muy discreta y dulce que vive feliz al lado de su niña y el cuestionado Kiko y que está disfrutando con los preparativos de su boda que será en octubre y tendrá sus consiguientes reportajes pre y post nupciales que ya se sabe que las alegrías, al igual que las penas, con pan son más dulces.

Tras tantear a Vicky Martín Berrocal quien el próximo otoño lanza su línea de novias y no llegar a un acuerdo al final Irene ha optado por la firma St. Patrick, que viene a ser la línea económica de Pronovias, y de ahí que ya estén preparando su vestido de novia que veremos al detalle el día del enlace y que espera sea el gran secreto de la velada.

Tanto Irene como St. Patrick han llegado a este acuerdo que servirá como lanzamiento publicitario de la nueva colección de esta firma que en su debut hace ya tres años tuvo a otra ex de Kiko, la modelo Jessica Bueno como imagen de la firma en un desfile que se celebró en Barcelona y donde se presentó la nueva colección.

No deja de tener su gracia que haya sido Jessica la primera en lucir las creaciones de esta firma nupcial y ahora Irene quien lleve el vestido no ante una pasarela llena de fotógrafos sino ante un altar lleno de flores y cirios donde prometerá amor eterno al hijo de Isabel Pantoja. Irene lucirá blanca y radiante y conseguirá reunir, aunque sólo sea por ese motivo a toda la familia Pantoja en el mismo sitio y a la misma hora.

Antes de la boda está el 60 cumpleaños de la cantante que sigue encerrada a cal y canto en su finca de Cantora donde soplará las veladas con sus seres queridos. Según cercanos a la artista, hasta que no se cumpla el fin de su pena, los dos años que figuran en la sentencia, Isabel no quiere hacer ninguna aparición pública ni sobre un escenario.

Cuentan las semanas, los días que falta para recuperar la libertad tras hacer cumplido con la Justicia y será entonces cuando decida volver a plantarse la bata de cola para viajar por medio mundo con su música. Hasta entonces Isabel se prepara, sobre todo psicológicamente, para superar y digerir todo lo que ha vivido en los últimos meses mientras intenta poner paz en su casa y acabar con las rencillas familiares.

A sus oídos tienen que haber llegado las declaraciones de Mila Ximénez, antes su enemiga, en la revista «Lecturas» donde arremete duramente contra Dulce, la niñera de su hija, y a la que acusa de haberla enfrentado a su madre desde que era muy pequeña. La tesis de que Dulce haya sido la serpiente venenosa que ha encizañado en esa casa empieza a cobrar fuerza. Empieza el «culebrón».