Miguel Mas en la legendaria joyería San Eduardo
Miguel Mas en la legendaria joyería San Eduardo - ERNESTO AGUDO

Miguel Mas, el joyero que hace liftings a la alta sociedad

Las celebrities acuden al hijo de la marquesa de San Eduardo para «rejuvenecer» sus joyas

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

«La idea es darle un twist, un giro y un guiño a las joyas de siempre y proporcionar lo que te pide la gente, que no les de corte entrar, porque la verdad es que en esta joyería siempre hemos sido modernos». Quien habla es Miguel Mas, hijo de la marquesa de San Eduardo, que ha tomado el testigo de su madre, fundadora de esta joyería en el corazón del barrio de Salamanca y uno de los santuarios de las señoras «bien» del Madrid de toda la vida. Aristócratas, banqueras, empresarias, alguna que otra novia oficial…, todas recalaban aquí y durante una época fue un paso obligado.

Joyería San Eduardo sigue siendo lo mismo, pero sus clientas son más discretas.

Lo mismo te encuentras a María Zurita que a Carmen Lomana, Margarita Vargas, Alfonso de Hohenlohe (que usa pulseras masculinas) o a los Martínez-Bordiú. La lista de boda de la princesa Kalina de Bulgaria fue aquí y Arancha del Sol lució un espectacular juego de San Eduardo en la gala inaugural de Porcelanosa en Nueva York, pero Miguel prefiere hablar de su «club de amigos» y no de clientes.

Ella, la madre de Miguel, tras su separación matrimonial, decidió hacer de su pasión negocio y montó esta joyería con la vista puesta en Italia y en Grecia. Fue la primera en dar a conocer las piezas de la firma griega Zolotas, que supusieron una revolución, pues se les consideraba casi «antijoyas», algo muy hollywoodiano y muy exagerado, muy de Liz Taylor que por fuerza se daba de tortas con ese espíritu discreto, casi invisible y elegante de las antiguas joyas de familia, pero, para las trenders de aquella época, supusieron un auténtico flechazo.

Hoy esto perdura y en su nueva colección quieren acercarse a la gente y bajar a la realidad. Nos lo explican Miguel y Ariel Giannoli, su mano derecha desde hace 17 años, experta en gemología y encargada de visitar los talleres y supervisar la producción. «Hay gente que sigue buscando piezas clásicas, que son atemporales y constituyen fondo de armario, pero ahora lo moderno son las piedras grandes poco facetadas, piedras raras como la tanzanita o los zafiros fancy y montadas de forma poco clásica. Hay que fijarse en los contrastes como estos pendientes en jade imperial con el rubí, un poco como siglo XVI cuando se mezclaban todas las piedras o este macro collar inspirado en los romanos o aztecas con hilos de spinela negra y un cabujón de jade de tres garras», explica Mas.

Pero Mas y Giannoli también hacen magia frecuentemente. Ellos dicen que hacen un lifting con las joyas de sus célebres clientas: «Hacemos una diadema de novia con dos pulseras y unos pendientes, que montamos sobre una estructura metálica que no se pierde cuando se desarma para recuperar las piezas porque la tiara es muy estricta, sobria y seria, se pueden hacer con varias joyas de familia y puede costar, si no se añaden piedras, unos 400 euros», explican.

Y es que en joyas es como en todo: hay que reformar lo que ha quedado obsoleto para poder usarlo y que no de mucho cante. «La gente -continúa Miguel- viene con sus joyeros y aquí les hacemos una performance en la que ellos participan. Procuramos ir siempre a Italia para estar en la vanguardia, utilizamos baños de rodio para hacer joyas oscuras, como las inglesas de luto de los años 40. Son mezclas atrevidas, pero pasionales».

Ver los comentarios