Bella Hadid en la alfombra roja del festival de Cannes
Bella Hadid en la alfombra roja del festival de Cannes - J.R

El método para conseguir el cuerpazo de Bella Hadid

Hablamos con Vani Hari, creadora de la dieta saludable que sigue la supermodelo del momento

Madrid Actualizado: Guardar
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Tres semanas bastan para perder peso y ganar salud, sin necesidad de contar calorías ni medir cantidades. La clave está en desterrar los componentes químicos que amenazan nuestro bienestar y nuestra línea. Eso predica la bloguera y activista Vani Hari, considerada como una de las 30 personas más influyentes en Internet. Es la creadora del método Food Babe, que siguen más de cuatro millones de personas entre las que se encuentran las modelos Bella Hadid y Stacy Keibler, las actrices Ellen Pompeo y Kristin Cavallari, y el multimillonario Mark Huber.

Hace cuatro años, Hari inició una cruzada en favor de los alimentos puros y naturales, «que no sólo son la base de una buena salud, sino la clave para perder peso y mejorar la piel», explica en una entrevista con ABC.

De origen indio y criada en Estados Unidos, culpa a los alimentos envasados de haber intoxicado su cuerpo hasta el punto de llevarla a la enfermedad y el sobrepeso. «En el pasado me alimentaba de comida rápida y precocinados. Llegué a tener un sobrepeso de 12 kilos, además de sufrir alergias, asma y trastornos gástricos y dermatológicos. El remedio de los médicos fue atiborrarme a pastillas. Un día me sentí realmente enferma y empecé a buscar yo misma el origen de mis males. Estudié todos los ingredientes de todo lo que comía y, cuanta más información recababa, más me indignaba. ¡No podía creer que mi helado de vainilla tuviera una secreción anal de los castores! ¡Que en mis macarrones con queso hubiera alquitrán de hulla! ¡Que el pan de mis bocadillos llevara los mismos aditivos que las suelas de mis zapatos! ¡Que el chile con carne estuviera elaborado con arena de vidrio!...»

Sin colorantes

De esta manera empezó su particular lucha contra la industria alimentaria. Su tenacidad llevó a grandes multinacionales, como Kraft, a eliminar colorantes de sus productos y sustituirlos por ingredientes naturales, como el pimentón. Además, puso a disposición del consumidor la lista completa de los ingredientes de sus platos. «Nunca autoricé a nadie a que convirtiera mi cuerpo en un vertedero de residuos tóxicos. No soy más que una persona normal, cansada de ser una víctima de las grandes empresas alimentarias y que se ha atrevido a denunciarlo», cuenta.

Cuando aprendió a desintoxicar su cuerpo de esos «venenos», sus amigos y familiares la animaron a contar su experiencia en el blog foodbabe.com, con más de 54 millones de visitas. Vani hoy es una pesadilla para las compañías de alimentación y un ejemplo para millones de norteamericanos. En su libro «El método Food Babe» (Edaf) desvela las claves para adelgazar y liberar el cuerpo de toxinas en 21 días. ¿Y por qué no en 20 o en 22 días? «Para los psicólogos, 21 días son los adecuados para la adquisición de nuevos hábitos. Y para los nutricionistas, los necesarios para limpiar nuestro organismo», aclara. «Mi método enseña a incorporar cada día un hábito bueno».

¿Por ejemplo? Beber agua tibia (no caliente, porque se descomponen las enzimas beneficiosas del zumo) con limón y pimienta de cayena al despertarse. «El limón es ácido, pero alcaliniza el organismo. La cayena estimula el hígado, principal órgano desintoxicante, y quita las ganas de tomar dulce después. Juntos queman grasas, mejoran la digestión y aportan vitamina C. Yo lo bebo con pajita de vidrio para que el ácido del limón no deteriore mis dientes. Y si a alguien no le gusta la pimienta, puede sustituirla por vinagre de manzana».

Más claves. Durante las comidas, también recomienda el agua templada («para que no interrumpa la digestión»). Entre horas, sin embargo, el agua ha de tomarse muy fría, pues «acelera el metabolismo y elimina unas cuantas calorías».

Leer las etiquetas

Otros hábitos: un zumo de verduras de hoja verde al día (previene el cáncer y es saciante), priorizar la cocina casera a la procesada o de los restaurante y desterrar el azúcar (menos el de las frutas), porque es más adictivo que la cocaína. ¿Nunca se da el capricho de tomarse unas patatas fritas o unas palomitas? «Caseras y de cultivo orgánico, sí. Pero jamás de bolsa. ¿Sabe que el interior de los envases de las palomitas para microondas tienen el mismo compuesto que las sartenes de teflón?», advierte. ¿Y una lata de sardinas, llenas de Omega3? «Los productos envasados en cajas, latas o frascos son ataúdes, llenos de alimentos muertos, que están embalsamados con conservantes», alerta.

Es importante aprender a leer las etiquetas de lo que comemos para asegurarnos de que no contengan los 15 principales generadores de enfermedad: hormonas de crecimiento, antibióticos, pesticidas, transgénicos, sabores artificiales o colorantes, entre otros. «A menos que le apetezca tomarse una secreción oleosa de la lana de las ovejas cada vez que masca un chicle con sabor a fresa, o extractos de pelo humano y plumas de pato cuando le da un mordisco al pan de molde».

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