Macarena Gómez
Macarena Gómez - Ángel de Antonio

Macarena Gómez: «Me encanta que un hombre me abra la puerta y eso no es machismo»

Forzada por su papel en «La que se avecina» y su marido, Aldo Comas, asentado en Barcelona, a vivir entre dos ciudades, la actriz ya ni siquiera ve como un obstáculo los kilómetros que los separan

Madrid Actualizado: Guardar
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Tres bares con sus tres cañas y sus tres tapas. La actriz Macarena Gómez (39) deja de ser Lola de «La que se avecina» durante unas horas para acompañar a ABC por algunas de las tabernas que frecuenta cerca de su casa, en Ponzano. Aprovechando la semana gastronómica organizada por Mahou, «Barrios para comérselos», la actriz se pasea por una de las calles más concurridas de la ciudad: «Llevo 18 años en Madrid. Cuando me vine, la única referencia que tenía era el barrio de Chamberí porque fue en el que había vivido mi abuela, probablemente una de las primeras mujeres en irse de Córdoba para estudiar una carrera universitaria», dice llena de orgullo.

Lo dice sofocada, llega tarde.

Se disculpa una y mil veces. Se sienta y saca unas sandalias de tacón de una bolsa de tela que traía consigo y se las calza, sustituyendo a las zapatillas con las que apareció. «Esto es un secreto», dice entre risas. Se coloca en un taburete alto que la acerca a la típica mesa moderna de cañas y tapeo de Madrid, se atusa el pelo y tres minutos después de haber entrado por la puerta ya está preparada para todo lo que le echen, «¿Empezamos?».

Forzada por su papel en «La que se avecina» y su marido, Aldo Comas (31), asentado en Barcelona, a vivir entre dos ciudades, la actriz ya ni siquiera ve como un obstáculo los kilómetros que los separan. Son gajes del oficio. «Siempre he tenido relaciones a distancia, no conozco otra cosa y nos va bien como estamos. Ni me lo planteé en su día, ni me lo planteo ahora». Aunque Barcelona le atrae, ya que «es una ciudad mucho más tranquila para pasear con un niño», dice en referencia a Dante, el hijo que tiene con su marido y que hace apenas un mes cumplió dos años. «Es muy bueno y sociable, le he adaptado mucho a mi forma de ser. Soy una persona ansiosa y necesito estar constantemente haciendo algo que considere útil para mi bienestar psicológico». Sin embargo, no siempre ha pensado así: «Si me hubieses hecho esa pregunta hace cinco años, cuando era más jovencita, te hubiese contestado, sin duda, Madrid», asegura mientras alardea de la ciudad que le ha acompañado durante más de dos décadas. « No se pueden comparar la vida y el ambiente que hay aquí con el de Barcelona, allí es que directamente no hay. El turista no sé por qué va a Barcelona y no a Madrid», dice mientras afirma que en la ciudad condal no existe la espontaneidad típica de la Villa. Eso sí, en cuanto a patrimonio, la actriz prefiere la capital catalana: «A nivel de ‘ver piedra’, como digo yo, Barcelona es mucho mejor».

Aunque le apasiona su profesión y su papel en la serie, no se siente identificada con su personaje: «En lo único en lo que nos parecemos Lola y yo es en la capacidad de conseguir lo que queremos con artes de seducción y manipulación», reconoce sin miramientos. Tampoco se parece demasiado a Emma Watson, tan admirada por las intérpretes por sus discursos sobre la igualdad, que recibió el pasado lunes el galardón a mejor interpretación en cine en los MTV Awards. Por primera vez en la historia, los premios no estaban segmentados por género, sino que actores y actrices fueron valorados por igual y tan solo tomando en cuenta la calidad de sus interpretaciones. «Me parece estupendo, pero que hagan diferenciación también está bien porque así hay más premios y a más gente le valoran su trabajo», confiesa entre risas. «De todas formas, creo que si existe un solo premio los hombres saldrían ganando porque son mejores actores que las mujeres. Les cuesta mucho más expresar sus sentimientos. Considero que la mujer tiene más recursos emocionales que el hombre», comenta.

Consciente de la diferencia entre hombres y mujeres en el mundo laboral, se postula en contra de la brecha salarial, pero no se considera una defensora del feminismo a ultranza: «A mí me encanta que un hombre retire la silla para sentarme y me abra la puerta. No pienso que eso sea machismo, sino educación y modales», asegura con firmeza. «Yo cocinaría si tuviese tiempo, no me sentiría peor ni inferior por ello. Yo lo que estoy a favor es de la igualdad».

Su estilo, extravagante y siempre sorprendente, es difícil de clasificar pero se apodera de todos los focos cada vez que llega a la alfombra roja de los Goya. En su rutina diario, en cambio, opta por la comodidad: «Soy muy básica en mi día a día: un pantalón vaquero, zapatos Oxford, blusa y bléiser». No se considera una persona cuadriculada a la hora de vestir, aunque hay algo que no soporta: las etiquetas que cuelgan por dentro de las prendas. «Si me rozan la piel y me pican ya me amarga el día». Y con la ropa interior no iba a ceder sus exigencias. «Como haya algo que me roce o me moleste, que la note por lo que sea… ya no disfruto», concluye.

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