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Londres salva su calle de las sastrerías

Para conservar el carácter histórico de Savile Row se prohibirá que se instalen allí tiendas de grandes cadenas

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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¿Existe en el planeta un establecimiento del que hayan sido clientes Bram Stoker, el padre de Drácula; Napoleón III, el presidente Ulises Grant, el rey Alfonso XIII, Eduardo VIII, Dickens, Cocteau, De Gaulle, Robert Mitchum, J. P. Morgan…? Pues sí, existe. Se llama Henry Poole & Co, una sastrería fundada en 1806 y que desde 1846 ocupa el número 15 de Savile Row, la calle londinense que es el cénit de la confección a medida para el gentleman, la meca del corte perfecto a la inglesa.

Saville Row, calle recta y no muy larga, a un paso de la gran arteria comercial de Regent Street, se construyó a comienzos del XVIII y a finales de ese siglo comenzaron a instalarse allí las primeras sastrerías. Hoy perduran unas cuarenta y mantiene su carácter. Pero en 2012 algo hizo arrugar la nariz a los caballeros londinenses: uno de sus bajos fue ocupado por la firma estadounidense Abercrombie, que abrió una tienda de ropa para niños en pleno paraíso de los sastres.

Como en todo el centro de Londres, los alquileres en Savile Row son demenciales. Se corría el riesgo de que las marcas globales, presentes en todas las esquinas del mundo, acabasen desplazando a las sastrerías. Para evitarlo, la autoridad municipal de Westminster ha acordado que no puedan instalarse allí negocios que no sean de confección a medida.

Robert Davies, el número dos de la autoridad de Westminster, explica que se trata de evitar que la invasión de marcas globales acabe con el sabor de algunas calles. «Cada año vienen a Londres 17,5 millones de visitantes, que quieren disfrutar de su carácter distintivo. Es impensable que un destino de renombre mundial como Savile Row, sinónimo de la sastrería de calidad, llegue a ser indistinguible de cualquier otra calle del mundo. Vamos a usar nuestras potestades para proteger activos valiosos de Londres y crear un ambiente en el que los comerciantes especializados puedan prosperar».

La iniciativa se ha extendido. En Mayfair se primarán las galerías de arte y anticuarios. St. James deberá seguir siendo zona de clubes de caballeros y tiendas finas, como las camiserías de Jermyn Street. Portland Place conservará su aire de zona diplomática y Harley, sus clínicas médicas.

Los sastres de Savile Row llevaban diez años clamando por una media así. «Estamos encantados. No es solo que hagamos trajes hermosos, es que además somos una inspiración para la moda británica y esta no debe convertirse en una calle comercial más. Formar a un buen sastre lleva 10 años. Aquí hay un grupo de gente de talento cuya artesanía ahora será protegida», celebra Mark Henderson, presidente de Gieves & Hawkes, ubicada en el número uno.

¿Y cuánto cuesta un traje en la afamada Savile Row, donde se han cortado ternos hasta los príncipes Guillermo y Harry? Pues, por ejemplo, en Gieves & Hawkes un traje a medida va desde el equivalente a 700 euros hasta 2.200 y una americana cuesta unos 700.

Pero Savile Row ha sido algo más que hijo y aguja. Allí, en su número 3, estuvo Apple, la audaz y ruinosa empresa que fundaron The Beatles. Su último concierto lo ofrecieron precisamente en su tejado, en enero de 1969. Hacía frío y Lennon y Harrison lucían unos abrigos pop tipo peluche, en las antípodas de la sastrería británica de los reyes.

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