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Londres frena su rally árabe

Tras años de quejas vecinales, Kensington y Chelsea comienzan a sancionar a los jóvenes ricos del Golfo que corren por sus calles en súper coches

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Desde hace unos siete años, lo que los ingleses llaman «The season», la temporada de verano, incorporó una nueva atracción (más bien indeseada). Al festival floral de Chelsea, las carreras de Ascott, Wimbledon o las óperas campestres de Glyndebourne se unió una nueva tradición: la llegada estival de los súper coches de los jóvenes ricos del Golfo, que corren pedorreando con sus bólidos de escape libre por Kensington y Chelsea, lujosos barrios del Oeste de Londres.

Tras años de quejas vecinales desoídas, las autoridades municipales han decidido poner coto a la conducción temeraria y el ruido. Han comenzado a multar a los conductores árabes más agresivos, asombrados ante la novedad: «¿Pero no era esta la ciudad del lujo?».

La Orden de Protección del Espacio Público, que entró en vigor el pasado jueves, permite en casos extremos, incluso, retirar los vehículos ( Ferrari, Maserati, Rolls, Mercedes… Siempre los modelos más onerosos, a veces tuneados hasta el «kitsch», o con inenarrables carrocerías doradas).

En la primera tarde de la normativa fueron dispersados por la policía trece coches y se impusieron siete multas. Las sanciones van de las cien a mil libras. Calderilla para ellos.

Desde mediados de junio, el calor en los sultanatos del Golfo se torna insufrible. Los jóvenes ricos huyen a Londres y se instalan en Belgravia y Knightsbridge, barrios prohibitivos que circundan los almacenes Harrods, hoy de propiedad catarí. A las tardes, las terrazas de los locales de hostelería, muchos ya adoptados al gusto árabe, se llenan de clientes que fuman pipas de agua, musulmanas acicaladas, y jóvenes del Golfo vestidos con tanto logo de marca que parecen un anuncio. Parte estelar del espectáculo son los coches. A veces los aparcan en los arcenes de Knightsbridge para presumir. Otras hacen pasadas con acelerones a escape libre, o amagos de carreras.

«Vamos a actura antes de que alguien resulte muerto o mal herido»

La autoridad municipal encargó un estudio entre un millar de vecinos. A tenor de su malestar, la policía asegura que irá en serio: «En años anteriores hubo muchísimas protestas en las noches de verano, sobre todo los fines de semana, por el comportamiento antisocial con coches de alta cilindrada, conducidos de manera temeraria y agresiva, con aceleraciones excesivamente rápidas. Vamos a actuar antes de que alguien resulte muerto o mal herido».

Hay además algo obsceno en tales alardes de riqueza cuando en las aceras de esas avenidas nunca faltan vagabundos sin hogar. «Me enfada que mientras algunas personas casi no tienen para comer, esa gente pase presumiendo y haciendo ruido. La policía no los multa lo suficiente», lamenta un taxista en la parada de Harrington Gardens, en South Kensington.

La visión de los cachorros petroleros es más frívola. Han expresado su protesta en las páginas del diario local «Evening Standard»: «Esta parte de Londres es famosa por el lujo. Venimos aquí con nuestros coches para gastar dinero y nos tratan como criminales», se queja Mohamed Al Madid, catarí de 30 años, dueño de un Mercedes AMG 63. Abdulá Al Manah, que farda de Maserati, también está molesto: «Me han parado dos veces esta semana solo porque dicen que el coche es demasiado ruidoso. No lo entiendo. Estamos aquí porque esta es la ciudad del lujo».

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