Juana de Saboya, la última zarina de Bulgaria que doblegó a la religión por amor

Madre de Simeón de Bulgaria, la italiana, de creencias católicas, juró que entraría en un convento si no le permitían casarse con Boris III de Bulgaria, de fe ortodoxa

Juana de Saboya llega al exilio con sus dos hijos, Simeón de Bulgaria y la princesa Maria Luisa

E.Bárcena

El 26 de febrero de 2000 fallecía en Estoril una de las últimas Reinas Madre europeas, aquellas que vivieron los años más convulsos del continente. Juana Isabel Antonia Romana María, Juana de Saboya , cerraba los ojos tras una agitada vida en la que no se doblegó ni ante Adolf Hitler ni tan siquiera ante el Vaticano .

La princesa era la tercera hija del rey Víctor Manuel III y su esposa , Elena de Montenegro . Educada en Villa Savoia , toda su infancia la dedicó a aprender lo único para lo que estaba destinada: cómo ser una buena esposa de un rey.

Con apenas 20 años, Juana de Saboya conoció al zar Boris III de Bulgaria , durante un viaje de éste con su hermano Kiril a Italia, donde esperaban encontrar a sus futuras consortes. En 1930, era la princesa Juana quien se convertía en zarina de Bulgaria tras contraer matrimonio en un enlace al que asistió Benito Mussolini .

Boris III y Juana de Bulgaria el día de su boda en Sofía

No fue fácil para los novios convencer al mundo de su unión. Entre ambos había un hecho que los distanciaba más que cuatro países o el mar Adriátrico: profesaban religiones opuestas. Mientras Juana de Saboya era católica, su prometido era un príncipe ortodoxo . Ante los constantes problemas para organizar su boda, los novios se plantaron y amenazaron él con quedarse soltero toda la vida y ella con entrar en un convento. Finalmente, Boris III de Bulgaria se comprometía ante el Papa Pio XI a educar a sus futuros hijos en la fe católica, desbloqueando la situación.

Fueron dos las bodas celebradas para unirlos en matrimonio: la primera, el 25 de octubre en la Basílica de San Francisco de Asís en Roma. La segunda, unos días más tarde en Sofía, en la Catedral de Alejandro Nevski, por el rito ortodoxo.

Su lucha contra el nazismo

En sus primeros años como zarina, se dedicó a actividades benéficas y caritativas, además de criar a sus dos hijos, la princesa María Luisa y el príncipe Simeón . Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Juana de Saboya ayudó a los judíos búlgaros a huir a Argentina, mientras su marido intentaba mantener al país fuera del control de Adolf Hitler.

Tras una reunión en Berlín con el dictador alemán, el zar búlgaro enfermó y murió poco después, oficialmente por estrés y un paro cardíaco. Sin embargo, las fechas y sus reticencias a unirse al Eje fueron el caldo perfecto para que los rumores de que había sido envenenado. Con 6 años, el príncipe pasaba a ser el zar Siméon II de Bulgaria , por lo que su tío, el príncipe Cirilo , tomó los mandos del consejo de regencia.

La Reina Juana, con su hijo Simeón II, su esposa y sus tres hijos: Kardam, Kyril y Kubrat

Tras la invasión soviética del país, el príncipe Cirilo terminó siendo juzgado y ejecutado por la colaboración de los nazis. Juana de Saboya, que no supo de la muerte de su hermana Mafalda en el campo de concentración de Buchenwald hasta después de la guerra, puso rumbo al exilio en 1946 con sus dos hijos, tras proclamarse la república.

Su primer destino fue Egipto, donde se había refugiado la Familia Real italiana, para después trasladarse a España, donde fueron educados sus hijos, y posteriormente a Estoril (Portugal), donde vivió el resto de su vida. Solo volvió una vez más a Bulgaria, en 1993, para visitar la tumba de su esposo.

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