John McEnroe y Tatum O’Neal cuando aún estaban juntos
John McEnroe y Tatum O’Neal cuando aún estaban juntos - EFE

John McEnroe, sobre Andy Warhol: «¿Quién es ese raro de pelo postizo?»

El tenista, en busca de la paz interior, saca otro libro de memorias, en el que admite sus errores

LOS ÁNGELES Actualizado: Guardar
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Borg, Connors, Lendl ... y, por supuesto, McEnroe (58 años). Son leyenda del tenis e iconos de un tiempo -años 70 y 80- en el que su aura de estrellas transcendía las pistas. De entre todos, tal vez John McEnroe sea quien ejemplificara mejor esa máxima. La célebre frase de «bromea o qué, ¡la bola entró!» que el malencarado zurdo de muñeca prodigiosa gritaba a los jueces se instaló en el imaginario de la época. Tanto, que a ella se refiró en el título de la primera entrega de sus memorias, que ahora ha ampliado y actualizado. «Be Serious» es el libro que este martes sale a la venta en EE.UU. y en el que hace un notable examen de conciencia.

Tras ganar nueve torneos del Grand Slam y una vez que puso punto y final a su vida profesional, John McEnroe quiso ser presentador de televisión, coleccionista de arte, actor e incluso guitarrista de una banda de rock, hasta que su segunda mujer, la cantante Patty Smyth -se casaron en 1997-, le dijo «yo quiero jugar dobles mixtos contigo en Wimbledon», a lo que él replicó «pero, si no sabes jugar». Y ella contestó: «Exactamente». Este episodio explica lo desconectado con la realidad que estaba McEnroe. En otro capítulo, el tenista neoyorquino explica cómo Smyth intentaba persuadirle para que dejara de fumar marihuana. Convencido de que a él los porros no le afectaban, hizo caso omiso hasta que se vio batallando contra su primera mujer, la actriz Tatum O’Neal -estuvieron casados entre 1986 y 1992-, por la custodia de sus tres hijos, Kevin (31), Sean (29) y Emily (26) -posteriormente tuvo dos más con Patty-. Durante ese tiempo, supo que los chicos le habían estado robando su marihuana.

El pelmazo de Andy Warhol

En este último y más exhaustivo recorrido por su pasado, el tenista relata cómo la legendaria discoteca Studio 54 no era para tanto -él tenía vetada la entrada por muy campeón que fuera- y se atreve a calificar a Andy Warhol como un tipo «pesado y mediocre»: «Estaba en todas las fiestas a las que yo iba, se dedicaba a tomar fotos a altas horas de la noche, incluso cuando estábamos súper jodidos. Recuerdo que pensaba: «¿Quién es ese raro de pelo postizo? ¿Por qué mueve su cámara alrededor nuestro, si son las tres de la madrugada?». Warhol era conocido por tomar Polaroids de todos sus amigos, como Mick Jagger, Yves Saint Laurent, Jack Nicholson, Debbie Harry o Pelé; y McEnroe se queja de lo mucho que ese objetivo afectó a su vida sexual. «A esas horas, en las fiestas nocturnas en las que buscabas modelos atractivas o lo que fuera, el «artista» estaba siempre frente a todo el mundo con su cámara. Era un pelmazo».

Ahora, McEnroe confiesa que necesita disfrutar de sus próximos 20 años, apreciar la aventura de vivir y sigue buscando la paz interior. «Crecí siendo un perfeccionista, exigido constantemente por mi padre. Cuando él murió di un paso atrás y empecé a oler las flores. Esa es mi meta de ahora en adelante».

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