Una empleada da los últimos retoques a uno de los vestidos expuestos en el Palacio de Buckingham
Una empleada da los últimos retoques a uno de los vestidos expuestos en el Palacio de Buckingham - Pa Wire

Isabel II como icono de estilo

La Reina de Inglaterra se da un homenaje y celebra sus 90 años exponiendo en tres palacios sus trajes, joyas y sombreros

CORRESPONSAL EN LONDRES Actualizado: Guardar
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Isabel II, con sus envidiables 90 abriles y 64 años de reinado, es conocida por su reserva. Una las pocas citas que se le atribuyen reza así: «Para ser creída debo ser vista». La Reina de Inglaterra sabe que es ante todo un símbolo y que su apariencia externa contribuye a asentar tal condición, por eso cuida su vestuario como un asunto de Estado más. Prefiere los colores llamativos -a veces incluso chillones- y emplea unos distintivos paraguas transparentes. Además, es siempre leal a diseñadores británicos.

El 21 de abril, la Monarca alcanzó los 90 años. Lo hizo con su popularidad por las nubes -solo su jovial nieto Enrique la supera- y se celebró con todo tipo de iniciativas.

Isabel II ha sorprendido con un autohomenaje a su condición de icono de estilo. Tres palacios -Buckingham, Windsor y Holyrood, en Edimburgo- están acogiendo la exposición de 150 objetos de sus armarios, vestidos, sombreros, joyas y hasta maletas.

La pasarela de Isabel II se llama «La moda de un reinado: 90 años de estilo en el guardarropa de la Reina». La cita más concurrida es la de Buckingham, con 80 vestidos y 62 sombreros. La entrada cuesta 21,5 libras y puede verse hasta el 2 de octubre.

Para quien no sea un forofo de la moda, la visita resulta igualmente muy recomendable, porque permite acceder a varios de los suntuosos salones de Buckingham. Se puede ver además parte del jardín, sin necesidad de saltar la valla de púas y acabar detenido, como hace de cuando en vez algún desequilibrado. También cabe admirar la excelente colección de pintura, propia de una monarquía de solera: Rembrandt, Rubens, Ribera, Cuyp, Van Dyck, Canaletto… Eso sí: obligan a apagar el móvil, un shock para el turismo asiático.

Tras el fiasco de la abdicación de Eduardo VIII, su hermano y sucesor Jorge VI tuvo como primera meta asentar la institución. El vestuario jugaba su papel. El padre de Isabel II llamó a Norman Hartnell, un licenciado de Cambridge, que diseñaba ropa para los aristócratas de la temporada social, The Season. El Rey le mostró cuadros de la Reina Victoria y le dijo que esa debería ser la inspiración para vestir a su mujer e hijas. Hartnell, luego Sir Norman, fallecido en 1979, fue el diseñador de cabecera de la Reina durante tres décadas. Firmó su vestido de novia en 1947, en seda (china, aunque no se dijo) y con diez mil perlas, un canto al optimismo tras las amarguras bélicas. También es el autor de su traje de coronación. Ambos pueden verse en Buckingham.

La exposición prueba que Isabel II ha evolucionado. En los años cincuenta vemos a una mujer guapa, que opta por vestidos que acompasan su silueta. En los setenta llegan el turbante, el lazo al cuello y los motivos florales. En los ochenta adquiere cierto aire de poderosa de la serie «Dinastía». Hoy, acorde a la edad, la ropa se ha vuelto más ancha, e imperan los colores fuertes.

Su último hito fue el vestido de 2012 con el que acompañó a James Bond en su feliz humorada olímpica. Firma Angela Kelly, su actual gurú, hija de un estibador de Liverpool. Todo es inglés hasta el tuétano. La imaginación solo vuela libre en sus sombreros. Vistos todos juntos, casi recuerdan los atavíos de un coro funk.

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