Kendall jenner en el desfile de Victoria's Secret
Kendall jenner en el desfile de Victoria's Secret - GTRESONLINE

Intrusismo en la noche de los ángeles de la lencería

Victoria's Secret sucumbe al famoseo y cuela a Kendall Jenner y Gigi Hadid en su desfile

CORRESPONSAL EN NUEVA YORK Actualizado: Guardar
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Es lo más parecido a cuando a Sabrina se le escapaban los pechos en las nocheviejas de los años ochenta o las «mamachicho» que se quejaban de que el tal Chicho «me toca, me toca, me toca». El desfile de los «ángeles» de Victoria’s Secret es el exponente actual del viejoverdismo televisivo, retransmitido en todo el mundo y que es un acontecimiento sobre todo en su lugar de origen, EE.UU. El país donde una teta condena a las películas a los cines independientes de gafapastas -las mutilaciones, homicidios múltiples y uso indiscriminado de armas son para todos los públicos-, se congrega una noche al año para un desparrame de carne joven y brillantina.

Es una orgía de mostrar sin enseñar, de fantasía sexual autorizada, de lujuria domesticada.

Lo que se muestra es un desfile de lencería, pero atiborrado de alas, plumas, encajes, tacones imposibles, kilos de bisutería, diademas y velos, sedas, satén, raso, picardías. Sobre la pasarela, las chicas parecen todas la misma: piernas como palillos de comer sushi, mentón apuntado, vientre inexistente, dentadura encalada, pechos apretados, ojos con la luz de una vidriera.

Entre los «ángeles» hay modelos veteranas -como Adriana Lima, Alessandra Ambrosio o Candice Swanepoel- y un buen número de jóvenes con grandes aspiraciones. Este año también se han colado «celebrities», en un ejemplo más del poder de la cultura del famoseo y de cómo participar en un programa de telerrealidad, tener millones de seguidores en Instagram o ser considerada una «it girl» abre todas las puertas. Kendall Jenner, miembro del clan Kardashian, y Gigi Hadid, amiga ubicua de Taylor Swift e icono contemporáneo, son -a pesar de sus contratos publicitarios y de su presencia en las pasarelas en los últimos años- más personalidades del papel cuché que modelos. Jenner estuvo acompañada de su madre, Kris Jenner, y su padre, Caitlyn Jenner, que disparó la fama de la familia este año con su cambio de sexo. Kendall pidió a sus hermanas que no acudieran al desfile. Peligraba que centraran demasiada atención: Kim Kardashian siempre es el foco de todas las cámaras y Khloe Kardashian está en el candelero por los problemas de salud de su ex, Lamar Odom, y por su supuesto romance con otro jugador de la NBA, el barbudo James Harden.

Los «ángeles» acudieron ayer al Armory de la avenida Lexington, en Nueva York, un depósito militar de comienzos del siglo XX que se utiliza para eventos. Allí se grababa el programa televisivo, que no se emitirá en EE.UU. hasta el 8 de diciembre.

Las filmaciones -el show se graba dos veces, para que todo sea perfecto al editarlo- serán un alivio para sus protagonistas. Un artículo de «Vogue» en el que repasaba las 24 horas previas al desfile de una de las modelos -la portuguesa Sara Sampaio- revelaba meses de dieta sin descanso y de trabajo en el gimnasio y un «sprint» final con una dedicación monacal a las cremas cosméticas, los tratamientos faciales con oxígeno, las mascarillas, los zumos de proteínas, las sesiones con entrenadores personales y los bronceados de piel con spray. No extraña que la comida después del desfile fuera uno de sus grandes motivos de exitación: «Voy a comer helado y hamburguesas», dijo Kendall Jenner, que borró la comida basura de su dieta. Una hamburguesa de J.G. Melon seguido de un pan «bagel» cocinado como una torrija era el sueño de Hadid. La fiesta posterior a la grabación era disfrutar de pizza y la había montado Lily Aldridge. Ella fue una de las estrellas del desfile, ya que fue seleccionada para vestir el «sujetador de fantasía», que es algo así como el resultado de empapar la prenda íntima en pegamento y meterla en una bañera de diamantes. Cuesta dos millones de dólares. Puro relumbrón.

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