Gonzalo Caballero: «Cuanto más te arrimas al toro, más guapas son las mujeres que se te acercan»

Es el torero favorito de los hijos de la Infanta Elena. Victoria Federica celebró ayer su 16 cumpleaños contemplando la faena del diestro en San Martín de Valdeiglesias

MADRID Actualizado: Guardar
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Nacido para crear arte, en un eterno mano a mano con la muerte y con más miedo al fracaso que a la embestida, Gonzalo Caballero (Madrid, 1991) nunca olvidará las sensaciones que recorrieron su cuerpo cosido a cicatrices hace casi un año cuando, el 3 de octubre de 2015, tomaba la alternativa en Las Ventas. Le sobró rebeldía, cuajo y sincero valor para mirar de frente a Cerillero II, un toro de casi seis años, colorado encendido. Salió airoso y la fuerte ovación del tendido subrayó su entrega. Desde entonces, cada tarde ha repetido el mismo ritual en el albero; arrojo, pureza y desbordante desparpajo. El mismo con el que ahora lidia con la prensa, después de ser honrado con el título de torero favorito de Felipe de Marichalar, quien el pasado martes concedió su primera entrevista para defender la tauromaquia, y de Victoria Federica que ayer celebró su 16 cumpleaños en la plaza de San Martín de Valdeiglesias viendo torear a su ídolo.

El hijo de la Infanta Elena es uno de los integrantes de la cuadrilla de amigos del espada madrileño a la que también pertenecen el futbolista Marcos Alonso, que acaba de fichar por el Chelsea, o el relaciones públicas Joaquín Monroy. Durante todo el verano han recorrido las plazas de nuestra geografía sin perder detalle de las faenas del joven diestro, quien también ha seducido por su buen hacer en los ruedos a las hijas de Juan Antonio Espartaco, Alejandra e Isabella.

Gonzalo Caballero abre las puertas de su casa de Algete (Madrid) a ABC. Nos recibe su perro Tango y tan sólo unos instantes después se adivina detrás la fina silueta del torero con americana oscura. A sus 24 años, sorprende su madurez, el aplomo de su discurso y la pasión con la que defiende aquello en lo que cree con fervor. Muestra orgulloso el precioso traje de luces blanco con el que conquistó México, los trofeos que avalan su incipiente carrera, sus fotos con el Cholo Simeone (es un atlético empedernido) o los frascos de tierra que recoge su madre, Chiqui del Hoyo, de cada uno de los cosos en los que se encierra.

–Sus cicatrices revelan su exceso de rebeldía y la necesidad de sentir el toro a milímetros de su piel.

—Sí, ha sido una temporada de percances. En Madrid sufrí una cornada muy grave me dieron tres meses de baja y reaparecí al mes. En Santander me dieron otra cornada en la otra pierna y la operación me dio mucha guerra. Ando medio cojo, pero bueno. Los toreros tenemos el sentido del honor en el punto más alto. Llevar tu nombre a este punto te hace reaparecer tan pronto.

—¿Cómo se prepara ante cada corrida?

—Mucha tranquilidad. El toreo es un trance irreflexivo, pasa todo muy rápido y tienes que alcanzar ese punto de paz interior para abandonarte delante del toro y entregarle al animal el bien más preciado que tenemos que es nuestra vida.

¿Cómo califica a los que trataron de manchar el honor de Víctor Barrio?

–No seré yo quien juzgue a un colectivo que se alegra de la muerte de un ser humano. Los actos nos definen y ellos han quedado perfectamente definidos. Víctor Barrio es un héroe, ha muerto de la manera más honrosa que hay, en el campo de batalla. Nosotros estamos educados bajo la premisa de que el toreo te puede quitar la vida, pero nunca la gloria. Y lo que alcanzó Víctor fue la gloria eterna.

— ¿A quién admira en el ruedo?

— José Tomás es como un dios para mí. Una figura infranqueable.

—Felipe de Marichalar y su hermana Victoria se han convertido en unos de sus mayores seguidores.

–Es un gran orgullo que te sigan, que te apoyen y que sobre todo, se sientan identificados con tu forma de entender el toreo. Estoy muy bien rodeado. Tengo la suerte de tener grandes amigos y Felipe es uno de ellos. Es una persona excepcional. Lo que más valoro de la amistad es la lealtad y el ser fiel y me reconforta mucho haber encontrado gente así. Por desgracia, tanto en el mundo del toreo como en el caso particular de Felipe, mucha gente se te acerca sólo por interés. A mí me gusta que me quieran como Gonzalo, no como el personaje que soy.

—Esta semana vimos a Felipe romper su silencio para defender la tauromaquia en un programa de televisión.

— Eso demuestra la sensibilidad que tiene. Como dijo él se han rebasado ciertos límites.

—¿Se liga más siendo torero?

—Sí... (risas). La verdad es que se liga bastante porque a las mujeres les gusta mucho el traje de torear y cuanto más te arrimas al toro, más guapas son las mujeres que se te acercan. Es algo bonito, pero al final siempre buscas a una chica que te quiera por quien eres, no por el personaje. A lo largo de la historia, el torero ha sido un personaje que provoca mucha atracción y al final se mira un poco al tendido a ver si hay una mujer que te anime a jugarte la vida esa tarde.

—¿Cómo se ve en un futuro? ¿Le gustaría formar una familia y que su mujer acudiese al ruedo?

—No me gusta hacer planes de futuro. El toreo te enseña a vivir mucho el día a día, porque a lo mejor no hay mañana. Me quedan años de soltero y luego ya buscaré una mujer para formar un familia que es lo que todo el mundo busca. Me encantaría que vinieran a verme torear aunque a veces es duro para los que te quieren. La que peor lo pasa en la plaza es la madre porque al final la esposa se puede buscar otro hombre, pero un hijo es insustituible.