La fotógrafa de cabecera de Laura Bush regresa a la Casa Blanca

Al día de hoy, el trabajo conocido de Shealah Craighead no está a la altura de sus antecesores en el cargo

Corresponsal en París Actualizado: Guardar
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A Shealah Craighead le ha sido encomendada una tarea estratégica para el futuro de la presidencia de Donald Trump: ofrecer del nuevo inquilino de la Casa Blanca la imagen de un «conservadurismo tranquilo».

Trump la ha elegido ¿personalmente? como su fotógrafa oficial, encomendándole una tarea que fue capital para otros presidentes.

Al día de hoy, el trabajo conocido de Shealah Craighead no está a la altura de sus antecesores en el cargo. Solo ha trabajado como «free lance» para el Boston Globe, la Associated Press y Getty Images. Su cobertura de las fallidas campañas de Sarah Palin y Marco Rubio no dejó huellas llamativas. Sus incontables trabajos de fotos de bodas, noviazgos y vida social de una clientela de senadores y políticos segundones pertenecen al genero de la foto de encargo.

De esa obra conocida se desprende una estética de «albúm de recuerdos», muy alejada de la foto política inmortalizada con mucho brío por varios de sus grandes antecesores en la Casa Blanca.

El presidente Kennedy tuvo como fotógrafo oficial a Cecil William Stoughton. Muchas de sus fotos pertenecen a la historia mítica de los EE. UU. La historia política de Kennedy quizá fuese otra, sin el trabajo fotográfico de Stoughton.

Otro tanto ocurre con las presidencias de Reagan y Obama, inmortalizadas parcialmente por el mismo fotógrafo, el legendario Peter J. «Pete» Souza, un periodista excepcional, que comenzó a trabajar para Obama tras haber ofrecido de Reagan una imagen pública que f orma parte de la historia fotográfica de los EE.UU. Obama, por su parte, debe a Souza, en buena medida, la construcción de un personaje fotografiado con palmaria complicidad.

An el terreno de la fotografía política, el trabajo de Annie Leibovitz sobre el gabinete de guerra de George Bush, durante la Guerra del Golfo, es una obra maestra en su género. Por las mismas fechas que Leibovitz inmortalizaba a los halcones del gabinete Bush, Shealah Craighead fotografiaba los aniversarios familiares de la señora Bush, inspirándose en la estética de la tarjeta postal.

Souza participó en la construcción de la leyenda Reagan. El mismo Souza dejó imágenes capitales para comprender la presidencia Obama (la noticia del asesinato de Bin Laden). ¿Cómo fotografiar a Trump para estar a la altura de esa historia pública e íntima, a un tiempo, de sucesivos presidentes de los EE.UU.?

En el terreno de la historia del cine, Melania Trump y su esposo están más próximos de la estética chillona del «Casino» de Scorsese y del «Scarface» Brian De Palma, con joyas, atuendos y riqueza expuesta con poco pudor. Hasta hoy, Shealah Craighead ha fotografiado con mucha melaza, al gusto de sus clientes, las bodas, fiestas y aniversarios de una clientela de segundones enriquecidos que no han llegado a triunfar definitivamente.

Kennedy era feliz dejándose fotografiar disfrazado de hombre deportivo, en paños más o menos menores. Su experiencia como actor le permitía a Reagan posar con la elegancia de un vaquero del oeste, arreglando el mundo a tiros. Obama y se esposa interpretaban el papel de una pareja moderna, incluso descamisados ante un lecho nocturno. Hasta hoy, Melania Trump y su esposo se inscriben en la estela de la riqueza expuesta en casinos, salas de juego y urbanizaciones con policía propia. ¿Será esa la estética de Shealah Craighead en la Casa Blanca?

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