Vestidos de alta costura diseñados por el español Mariano Fortuny expuestos en el MET
Vestidos de alta costura diseñados por el español Mariano Fortuny expuestos en el MET - ABC

Fortuny: Nueva York descubre al genio español

Anna Wintour ha escogido varios modelos del diseñador para la muestra del Metropolitan

MADRID Actualizado: Guardar
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Solo una mente privilegiada puede cubrir la amplitud de campos que trató Mariano Fortuny y Madrazo. Cojines, lámparas, muebles, cuadros, fotografías y, por supuesto, vestidos, eran obras habituales del aún relativamente poco conocido Fortuny, un verdadero hombre del Renacimiento hijo del gran pintor homónimo. Su vestido «Delphos» ha recibido el espaldarazo de Anna Wintour, exponiéndose en varias versiones en la muestra muestra «Manus x Machina» del Metropolitan de Nueva York. Un homenaje tardío, pero certero.

Hijo del gran pintor Mariano Fortuny Marsal y de Cecilia de Madrazo, Fortuny fue un fecundo artista, con una creatividad sin límites y una curiosidad extrema que le llevaba a interesarse por muchos campos técnicos y artísticos. No solo se especializó en la moda y la pintura, sino que llegó a ser un gran maestro del grabado, la escenografía, la luminotecnia para teatro, los papeles pintados, la decoración e incluso el diseño textil.

Claramente un «rara avis» de la escena española del arte y la moda de principios del siglo XX. Avanzado a su tiempo, Fortuny, que había nacido en el seno de una familia culta y con posibles, no dudo en viajar a varios países y formarse en distintas técnicas, siempre aprendiendo al abrigo de grandes especialistas de las distintas materias.

Desde esta semana, y hasta el 14 de agosto, la muestra del Metropolitan incluirá diseños de Fortuny y de Balenciaga, dos adelantados a su tiempo que dominaban tejidos y corte. Fortuny, ingeniero de formación, creaba sus propios artilugios para dar lugar a grabados, fotos, tejidos y vestidos, si bien también recurría a la artesanía en sus creaciones. Su vestido «Delphos» se creó a imagen y semejanza de las túnicas griegas, si bien Fortuny les otorgaba un plisado muy estrecho y marcado a través de una máquina que, con el efecto de la presión, les daba la forma.

Confluencia de técnicas modernas y antiguas

Fortuny creaba sus propios artilugios de trabajo, una parte de sus tareas que le resultaba especialmente estimulante. No dudaba en combinar los procedimientos más mecanizados con el teñido de las telas con anilinas naturales. Colaboró en los vestuarios y escenografías de la Scala de Milán durante años, ideando todos los detalles de obras como «Tristán e Isolda».

Inspirado en los grandes pintores del Renacimiento, como Jan van Eyck, comenzó a utilizar una mezcla de yema de huevo con pigmentos de colores –la histórica tempera al huevo– no solo en sus cuadros, sino también a la hora de teñir y dar morbidez a los tejidos que creaba, mientras que los tejedores y modistos de la época utilizaban para tales propósitos el tradicional almidón. Por si fuera poco, creó su propia empresa textil en Venecia, donde murió, utilizando la mecánica para estampar tejidos, aunque a menudo los colores se obtenían en procesos manuales y los materiales más delicados se imprimían artesanalmente. Como por aquel entonces uno de los requisitos de la Alta Costura era presentar modelos en tejidos hechos expresamente para cada couturier, algunos de los grandes modistos de la época, como Paul Poiret o Elsa Schiaparelli, realizaban sus pedidos en la fábrica de tejidos de Fortuny.

Es por esa temprana combinación de la mano y la máquina que Anna Wintour ha querido dar un lugar privilegiado a Mariano Fortuny Madrazo en esta exposición de 2016, ya que fue uno de los pocos modistos que supo combinar realmente la técnica y los avances de la ciencia, con la tradición y el trabajo manual. Por ello no es de extrañar que un hombre de profesión ingeniero pero dedicado al arte, hubiera depositado más de 170 patentes de maquinaria y procedimientos novedosos para varias artes aplicadas. Una de estas patentes era el secreto del sistema para conformar los pliegues del vestido Delphos,

El Delphos de Fortuny ha sido versionado de mil modos: Isadora Duncan, Luisa Casati o, décadas más tarde, Lauren Bacall, Lauren Hutton y Natalia Vodianova, han lucido el emblemático vestido en versiones distintas. El fular Knossos, una prenda recta y sencilla de Fortuny, también triunfó dentro y fuera de las bambalinas. Se trataba de una prenda rectangular muy sencilla con dibujos geométricos de inspiración griega que podía llevarse de muchas maneras distintas.

Empaquetado

La modernidad de Fortuny no solo consistía en el modo de elaboración de las prendas, la maquinaria inventada por él, sus tejidos personalizados y sus famosos pliegues, sino que también se reflejaba en su modelo de negocio, en el empaquetado de sus vestidos Delphos, que vendía enrollados y dentro de una caja, en la creación de tejidos plateados a base de aluminio o en el simple concepto de que las mujeres llevasen ciertas prendas sin ropa interior de sujeción debajo. Cualquiera diría que estas ideas son más propias del siglo XXI que de inicios del XX.

Para los que quieran profundizar en su obra, permanece el Museo Fortuny en el palacio veneciano que utilizaba como taller. Y sus colecciones de cojines, lámparas y detalles decorativos, se pueden comprar en internet. Pero la mayor muestra de su valía, la ha dado su pequeña exposición en el seno del «Manus vs Machina» al interior del MET de Nueva York, precisamente porque finalmente, alguien le haha dado al césar lo que era del césar.

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