Eike Batista con Madonna
Eike Batista con Madonna - ABC

Eike Batista, de la mesa con Madonna al rancho carcelario

La nueva vida del magnate brasileño, preso por sus vínculos

Corresponsal en São Paulo Actualizado: Guardar
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El plato de arroz, frijoles y salchicha que el magnate brasileño Eike Batista cenó en su primer día en una prisión de Río de Janeiro mal recuerda a las fiestas y banquetes con los que agasajaba a celebridades como la cantante Madonna (esa misma noche donó 6,5 millones de euros para una obra de caridad). Su nueva y penosa rutina tampoco evoca los días en que este empresario transfería 18,5 millones de euros para la campaña que llevaría a Río de Janeiro a ser la sede de los Juegos Olímpicos de 2016.

De la lista de las mayores fortunas del mundo de la revista «Forbes» -en 2011 acumulaba una suma equivalente a 27.800 millones de euros, situándole en la octava posición-, Batista ha pasado al presidio Bangu, uno de los más peligrosos de Brasil.

Allí comparte una celda de 15 metros cuadrados con otros cinco presos. Al igual que sus compañeros, Eike Batista vive en la sombra a causa de su vinculación con la Operación Lavacoches, el escándalo de corrupción más importante de la historia de Brasil. Según la denuncia, el empresario, de 60 años, habría lavado alrededor de 15 millones de euros en una trama que envuelve al exgobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral, preso desde diciembre por desvíos que bordean casi los 100 millones de euros.

Pese a una meteórica carrera empresarial, que le llevó a liderar un conglomerado que agrupaba restauración, minería, petroleras y constructoras, Batista dejó a medio camino sus estudios de Ingeniería, lo que en Brasil pesa mucho al ir a la prisión, perdiendo beneficios y regalías.

Egocéntrico y exagerado, parecía quererlo todo, desde descontaminar las playas de Río a apropiarse del estadio de Maracaná, sin contar su promesa de ser el más rico del mundo en el 2020. A su vanidad se sumaban una colección de coches y embarcaciones deportivas, además del avión en el que llevó, dice que presionado, a políticos que ahora están presos como él. El imperio «X»

El imperio «X»

Hijo de un poderoso ejecutivo brasileño que fue ministro de energía y minas en la década de 80, Eike se crió en Alemania, tierra de su madre, y vivió en Ginebra, Dusseldorf y Bruselas hasta su regreso a Brasil en los 80, para buscar oro en la Amazonía. Desde entonces, y gracias a la influencia de su padre, Batista desarrolló una prominente carrera y contactos con políticos, que se fortalecieron durante los gobiernos de Fernando Henrique Cardoso, Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff. El «Imperio X», como llamaba a su conglomerado Grupo EBX, era una de sus supersticiones frecuentes, así como adorar al sol y bautizar a sus hijos con nombres vikingos. La letra «X», sinónimo de multiplicación, representaba el crecimiento exponencial de sus negocios.

Hace tres años, sin embargo, cuando las investigaciones comenzaron y el primer Gobierno de Rousseff sentía los primeros golpes del desgaste del Partido de los Trabajadores (PT), las empresas de Batista se vinieron abajo al no cumplir ni los plazos ni los grandiosos resultados que se esperaban.

El rey de Río

La vida personal de Eike es un caso aparte. En los 90, ya era el millonario que mandaba en Río de Janeiro y su esposa y madre de sus dos hijos mayores, la modelo Luma de Oliveira, era literalmente la reina del Carnaval. Luma, que vivía disputas públicas con su marido sobre si desfilaba, o no, como reina de batería en una escuela de samba, levantó una gran polémica cuando se presentó en un carnaval con un diminuto biquini, tacones y un collarín de brillantes en el que se leía «Eike». Tras una de sus últimas peleas, Batista pagó a la revista «Playboy» para que no se publicaran fotos de su mujer. Poco después, en 2004, se separaron, por una infidelidad de ella con un apuesto bombero. Aquello supuso un duro golpe para el magnate.

Hace un lustro, se casó de manera discreta con la abogada Flavia de Oliveira, 25 años menor que él y madre de Balder, su hijo menor, de 3 años. Y mientras los negocios y la vida de su padre se desmoronan, Olin y Thor Batista se dan la gran vida en capitales europeas, estaciones de esquí o islas paradisiacas. #FuerzaEikeEstamosContigo es la campaña a favor de su progenitor en las redes sociales. Fuerza es lo que Eike Batista va a necesitar.

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