Palacio de las Marismillas en el Parque Natural de Doñana
Palacio de las Marismillas en el Parque Natural de Doñana - ABC

Doñana, vía de escape para el estrés presidencial desde 1986

Todos los presidentes de la democracia han elegido este parque como refugio estival

Almonte (Huelva) Actualizado: Guardar
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El Parque Nacional de Doñana, Reserva de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad, es el espacio natural más importante de Europa. Entre sus límites podemos encontrar 25 kilómetros de playa virgen hasta llegar a la desembocadura del río Guadalquivir; tres ecosistemas conviven de manera equilibrada en su interior y constituye un importante punto de descanso para cientos de miles de aves que viajan desde el hemisferio norte del planeta hacia al sur.

El ser humano no es inmune a la atracción ejercida por un paraje que además de sus múltiples encantos naturales, encierra un sinfín de mitos y leyendas que contribuyen a engrosar su aura de enclave mágico: la mítica Tartessos, la Atlántida de Platón, lugar de reunión para logias masónicas, territorio transitado por reyes, viajeros románticos ingleses y algunos de los más celebres personajes de la historia española, como Francisco de Goya, del que se cuenta que pintó sus dos majas durante su estancia en estos parajes.

Tres palacios se erigen en el interior de las 110.000 hectáreas del Parque Nacional: el Palacio del Acebrón, situado en los aledaños de la aldea de El Rocío -hoy centro de interpretación de los usos tradicionales de la zona-; el Palacio de Doñana, sede de la Reserva Biológica de Doñana y del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el de Marismillas, situado en la desembocadura del Guadalquivir y desde 1992 reservado para su uso como residencia vacacional de los presidentes del Gobierno.

Fue Felipe González en 1986 quien instauró una tradición que llega hasta estos días de Semana Santa en los que el presidente en funciones Mariano Rajoy ha visitado el espacio natural junto a su familia. Muchas han sido las visitas ilustres que se han dado en estos 30 años dejando un rosario de anécdotas que muy pocos conocen. En el capítulo de visitas destacan las de Helmut Kohl, François Mitterrand, Aníbal Cavaco Silva, los Gorbachov, Tony Blair o el rey Balduino de Bélgica, entre otros.

Los cicerones del parque

Durante la estancia de los mandatarios en Doñana son los propios guardas del Parque Nacional los que hacen las veces de cicerones en sus visitas a los distintos parajes. José Boixo, guarda mayor de Doñana desde 1969 hasta el 2000, cuenta cómo puntualmente quedaba con Felipe González a las ocho de la mañana en la puerta del Palacio de Doñana y cómo intentaban esquivar la vigilancia de la escolta para poder disfrutar de los encantos del entorno. «Desayunaba diariamente con los trabajadores del palacio. Era un hombre enamorado de la naturaleza y con grandes conocimientos sobre ganadería debido a que su padre ostentaba una vaqueriza», cuenta el guarda.

Boixo recuerda especialmente cómo en el año 1993, en una de las excursiones de González desde el interior del Parque a la playa de Matalascañas, coincidieron en la orilla con dos ciclistas británicos en apuros. «Íbamos en el todoterreno de la marca Mercedes que Helmut Kohl había regalado al presidente», recuerda Boixo. Y rememora: «los ciclistas se encontraron con la subida de la marea, que les obligó a portar las bicicletas a hombros desde Sanlúcar de Barrameda. Venían deshidratados. Les dimos agua y alimento para que pudieran continuar su camino, pero el presidente se negó a dejarlos allí. Los subimos al camión y fue el propio González quien los llevó hasta el núcleo urbano de Matalascañas». Tiempo después de este suceso el gabinete de Presidencia en Moncloa recibió una carta de agradecimiento de los ciclistas, que en ese momento no supieron que estaban siendo atendidos por el presidente español.

De las estancias de José María Aznar en el Palacio de Marismillas se recuerda alguna travesura, como la que protagonizó uno de sus hijos al esconderse, que provocó la alarma y puesta en marcha de los dispositivos de seguridad para tratar de encontrarlo.

Tal vez Mariano Rajoy desconozca que durante estos días de Semana Santa ha podido comer sobre la mesa que sirvió para velar el cuerpo de una de las figuras más relevantes del anarquismo español, Buenaventura Durruti, o que en los frescos de las paredes de esa estancia, decoradas con escenas medievales, otros presidentes jugaban a buscar parecidos entre los personajes allí representados y figuras políticas contemporáneas como el propio González, Anguita, Aznar o el mismo Rajoy, del que habrá que esperar para conocer su aportación al anecdotario particular de los palacios vacacionales de Doñana.

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