Dolores O’Riordan, las huellas de un daño irreparable

Crecen los rumores sobre la causa de la muerte de la cantante de The Cranberries

Dolores o'Riordan en 2012 en París AFP
Nacho Serrano

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«Creo que después de la muerte regresaré como un ángel protector. Me gustaría guiar a la gente o proteger a las personas que pasan por experiencias similares en la vida, susurrar en su oído y darles consejos sobre cómo lidiar con las cosas». Así se despidió Dolores O’Riordan en una entrevista de 2014, en la que también profetizó que no llegaría a cumplir los cincuenta. Aquellas palabras que pasaron desapercibidas hace cuatro años hoy se leen con desgarro, con la rabia del que sabe que algo más se pudo haber hecho para evitar el triste final de la cantante de los Cranberries. Ya nunca volveremos a escuchar su voz única e inimitable, ni tampoco podremos saber cuáles eran sus consejos para batallar con algo tan terrible como las secuelas del abuso sexual , una experiencia que sin duda marcó su infancia, y que dejó unas huellas, un dolor que quizá nunca pudo superar.

Dolores nació en el seno de una familia curtida en tragedias . Cuando llegó a este mundo, el 6 de septiembre de 1971 (en Ballybricken, una localidad de gran tradición gaélica del condado irlandés de Limmerick), dos de sus hermanos mayores ya habían fallecido prematuramente, y su padre estaba postrado en una silla de ruedas tras un accidente de tráfico sufrido tres años atrás.

Tortura en silencio

Cuando tenía ocho años, un vecino de confianza de su misma urbanización, amigo de sus padres, empezó a abusar de ella . Y como tantas otras víctimas sufrió esa tortura en silencio durante semanas, meses, e incluso años. Hasta que la pesadilla terminó un buen día de 1983, al poco de cumplir los doce.

En su adolescencia fue una chica de pocos amigos , muy introvertida, que lucía un look desafiante con botas Doc Martens y pelo corto. Esa estética fue precisamente una de las cosas que llamó la atención de sus compañeros de Cranberries, cuando acudió a una audición en la que buscaban nuevo cantante. Su talento vocal hizo el resto, y en 1993 debutaban oficialmente con «Everybody Else Is Doing It, So Why Can’t We?», disco que los lanzó al estrellato. Un éxito que dos años después fue ampliamente superado por «No need to argue», cuya tarjeta de presentación fue el inolvidable single «Zombie».

Un gran futuro esperaba a The Cranberries , pero los miembros del grupo pronto empezaron a darse cuenta de que Dolores era una mujer inestable. Anorexia, crisis nerviosas , adicción al alcohol, depresión, altercados y pensamientos suicidas persiguieron a la cantante durante toda las giras de la banda, en una espiral que ella siempre achacó a los abusos que sufrió de niña. De hecho, mucho tiempo antes de hacer público su pasado ya escribió canciones como «Fee Fi Fo» (del álbum «Bury the Hatchet», 1999) donde hablaba explícitamente sobre el tema. Pero no fue hasta 2013 cuando decidió contarlo en una entrevista. «Siento que me he quitado un gran peso de encima, y que me va a ayudar mucho abrirme y confesárselo a toda la gente que compró mis álbumes y que me quiere», dijo tras relatar su experiencia animada por sus tres hijos.

Ese mismo año, sin embargo, intentó suicidarse con una sobredosis de p astillas. Sólo unos meses después, ya en 2014, su marido Don Burton (que había sido manager de Duran Duran) le pidió el divorcio. Y 2015 no fue mejor: fue cuando los médicos llegaron a la conclusión de que sufría trastorno bipolar, dejándola sin certezas acerca del verdadero origen de sus problemas mentales .

El pasado lunes, la artista irlandesa estaba en Londres para grabar la voz de una versión de «Zombie» a cargo del grupo Bad Wolves. Pero no llegó a la grabación. Ahora se esperan los resultados de la autopsia, que podrían tardar «meses» en llegar. Mientras, por la red ya circulan rumores de que habría muerto por envenenamiento intencional con fentanilo, un analgésico que puede ser cincuenta veces más fuerte que la heroína. Son rumores poco fiables por ahora. Pero por desgracia, terriblemente verosímiles.

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