Fachada del edifico que fue la sede histórica de Cervantes
Fachada del edifico que fue la sede histórica de Cervantes - LUIS VENTOSO

Desalojados por orden judicial los okupas de lo que fue el Cervantes de Londres

En solo dos horas se instalaron en otra mansión, a un paso del palacio de Buckingham

CORRESPONSAL EN LONDRES Actualizado: Guardar
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Quince corpulentos guardas jurados de una compañía llamada The Sheriffs Office, acompañados de la policía, desalojaron a las seis de la mañana del miércoles a 42 okupas, que desde hace diez días vivían en la que desde 1946 y hasta el pasado septiembre fue la gran sede de la cultura española en Londres y el Instituto Cervantes. El edificio del 102 de Eaton Square, de cinco plantas y construido en 1825, es ahora propiedad de un críptico magnate ruso, Andrey Goncharenko, que lo compró a través de una compañía con sede en el paraíso fiscal de Gibraltar y citada en los Papeles de Panamá. El desalojo en el lujoso barrio de Belgravia, muy cerca de la Embajada de España, se llevó a cabo sin violencia, aunque con tensión, y se completó en una hora.

Los okupas, representados por una abogado que forma parte de sus filas, habían perdido el martes en un juzgado de Londres la vista donde se dirimía si podían seguir o no en Eaton Square. Tras la sentencia se procedió al desalojo de inmediato, lo que acredita la velocidad y eficacia con que funciona la justicia británica. Las altas paredes blancas de lo que era el Cervantes hasta el verano ha quedado manchadas por numerosas pintadas políticas y soeces, testimonio de su paso.

Lo curioso es que en solo dos horas, los okupas, que se hacen llamar Nación Autónoma de Anarquistas Libertarios (ANAL en sus siglas en inglés), ya habían encontrado un nuevo cobijo, a un paso y todavía mejor que el anterior. Si el oligarca ruso pagó 18 millones de euros por la mansión de Eaton Square, la nueva vivienda okupada, en el 4 de Grosvenor Gardens y a un paso del Palacio de Buckingham, está valorada en 29 millones de euros. Fue hasta 1900 el hogar de un conocido militar y arqueólogo, Augustus Pitt-Rivers.

«Hay unas habitaciones estupendas. Yo me he pillado una arriba del todo», comentó uno de los activistas, casi todos veteranos que llevan años saltando de casa en casa y saben activar rápidamente la luz y calefacción de las viviendas desocupadas. En algunos casos hasta han llegado a disponer de wifi, con una cuenta a nombre de «Billion». Aseguran que instalándose en propiedades privadas vacías quieren denunciar el drama de los sin techo que duermen en la calle, pero a pesar del envoltorio político parece haberse convertido más bien en un modo de vida.

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