Dani Martín: «Estoy enganchado a las primeras partes de las relaciones»

El cantante habla con ABC antes de subirse a un autobús para presentar por las calles de Madrid «La Montaña Rusa», su último disco

MADRID Actualizado: Guardar
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«En ese banco empezó a tocar El Canto del Loco», recuerda Dani Martín (Mardid, 1977) a este periódico. Desde aquel momento en el jardín de la Escuela de Cristina Rota han pasado más de dieciséis años. Dentro de dos días se subirá a un autobús para recorrer las calles de Madrid presentando «La Montaña Rusa», su último disco. Hoy ha comenzado oficialmente el otoño, esa estación intermedia repleta de incertidumbres que tienen todas las papeletas de condicionar lo que ocurra el próximo invierno. Precisamente esa inquietud, esa falta de certeza, seguridad y confianza es lo que menos le puede gustar al cantante. «Llevar desde abril con el disco terminado y no saber si le va a gustar a la gente, subir a un avión y dejarlo todo en manos del tipo que lo pilota… con esas cosas no lo paso bien.

La incertidumbre no me gusta», cuenta. Este último disco habla de los torbellinos emocionales que conlleva el vivir, del dolor que siente uno cuando recuerda todos los parches que tiene que volver a colocar y de ese momento en el que una mañana te levantas y te das cuenta de que todo ha pasado. Estados emocionales que le han llevado a componer el disco «más autobiográfico» de su carrera.

En la carátula del álbum se le puede ver enfundando en unos guantes de boxeo y concentrado en esquivar un golpe sobre el ring. Reconoce que lo que más le ha dejado noqueado durante estos dos últimos años ha sido «que no tengamos un gobierno, que la ciudadanía esté un poco olvidada, que los jóvenes de este país no tengan el lugar que merecen en muchos casos». Asegura que todo lo demás, como «no encontrar el amor de la manera irracional» que siempre imagina, «es un mal menor».

El pasado mes de agosto, durante un viaje en coche desde Zahara de los Atunes hasta Madrid, Dani Martín iba escuchando la radio cuando se dio cuenta de que todas las canciones tenían ritmo de reggaeton. «Si la vida me diera solo dos últimas opciones y esas fueran hacer una canción reggaetonera de estas de moda o morir, elegiría morir», escribió en Twitter. La red social no tardó en estallar: «Aquello fue un pensamiento en voz alta, no tengo nada en contra de este género y pido perdón si alguien se ha sentido agredido porque no era mi intención. A mí me encanta el reggaeton de verdad, el de Julio Voltio, el de Puerto Rico, ese que sale de la raíz. En aquel momento pensé que si llegaba mi discográfica y decía que o hacía una canción de ese tipo o se acababa mi carrera, prefería que se terminase». Por aquel tuit le «llegaron a amenazar por mensajes privados». Del mismo modo que tiene haters, también afirma que el tipo de fan que tiene ahora le encanta «antes gritaban más, ahora te miran con un respeto y admiración muy bonita».

—¿Qué le ha pasado para sentir esta montaña rusa?

—Lo que le pasa a cualquiera que vive la dificultad de encontrar la estabilidad en cualquier cosa. Idealizo lo que va a pasar y eso nunca sucede. Siempre vivo insatisfecho y frustrado, no me conformo como vive determinada gente, metiéndose en la cama durante tres o cuarenta años con una persona de la que no está enamorado.

—¿Cuáles son las etapas que hay que pasar para superar un duelo?

—El tiempo y querer salir de ese duelo. Si me hubieran dicho hace año y medio «en año y medio vas a estar bien, no te preocupes», cuando en ese momento solo pensabas en lanzarte por un acantilado.

—¿Qué pasó hace año y medio?

—Nada en concreto, a mí me ha pasado lo que les pasa a todos, que no concuerdas, no funcionas, las cosas de tu vida son diferentes a las de la otra persona… Eso hace que ya no te provoque ilusión. Hay que aprender a saber perder y hay que entender que perder significa a la larga ganar.

—¿Qué es lo que más le gusta de las relaciones?

—Estoy enganchado a las primeras partes de las relaciones, son tan maravillosas que tengo miedo a que lo de después no sea igual. La incertidumbre en la conexión con otra persona sí me gusta, pensar si me va a escribir o no… eso es lo más bonito que hay.

—En «Las ganas» habla de eso. ¿Dónde cree que está el secreto para no perder esas ganas?

—En ser generoso, paciente, saber que los seres humanos cometemos errores… No creo que exista una relación de pareja donde todo sea perfecto. El amor es luchar, luchar constantemente. En el momento social en el que vivimos, creo que las ganas se pierden porque tenemos mucha oferta y vivimos alrededor de un montón de cosas que se llaman Twitter, Instagram, Tinder… Hace poco me decían: «Ahora se os rompe la pantalla del móvil y os comprais otro en lugar de arreglarlo». Y es verdad, somos un poco así. Las ganas se pierden enseguida.

—¿Quiénes son su referente en cuanto al amor?

—Mis padres, que llevan juntos desde los catorce años. Pero que eso haya sido lo ideal para ellos no quiere decir que lo tenga que ser para mí. Por primera vez llevo casi un año solo y me siento feliz, estoy a gusto conmigo mismo y no me importa pasar ratos solo con mi perro.

—¿Le preocupa que no llegue esa persona?

—No me preocupa, me encantaría que llegara, que es diferente. No soy pesimista, soy positivo.

Precisamente porque a Dani Martín le encantan las primeras partes de las relaciones, el tonteo, los emojis y esa «incertidumbre bonita», no considera que Tinder sea para él. «No me parece mal que la gente lo utilice, de hecho en ciudades como Nueva York está súper bien visto», argumenta. El «pero» está al caer: «Deseo y quiero que me siga pasando eso de entrar en un bar, mirar a alguien, que se te ponga la piel de gallina».

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