Aline Griffith y Nancy Reagan en 1987 en la Casa Blanca, durante una visita de la Condesa Viuda de Romanones a la primera dama
Aline Griffith y Nancy Reagan en 1987 en la Casa Blanca, durante una visita de la Condesa Viuda de Romanones a la primera dama - ABC

Cuando Nancy Reagan pronosticó el triunfo de Donald Trump

La condesa viuda de Romanones recuerda su amistad con la que fuera primera dama de EE.UU y su primer encuentro con Hillary Clinton

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Conocí a Hillary Clinton en 1983 en El Salvador cuando estaba en Centroamérica colaborando una vez más con la C.I.A. . En aquellos países iberoaméricanos había muchos agentes de Alemania Oriental que estaban desestabilizando los gobiernos con movimientos comunistas y era el camino que utilizaban para filtrarse también en los EE.UU.

Encontré a Hillary en el bar del hotel principal de la ciudad, Camino Real Hotel, donde había muchos periodistas quienes me explicaron que era norteamericana y que los hombres que estaban con ella eran del FMLN, el partido revolucionario comunista. La vigilé durante un buen rato y la vi entregarles un fajo de dólares que tenía en una bolsa de tela al jefe del FMLN de El Salvador.

Ella pensaba que yo era española, porque en esa época viajaba con mi pasaporte diplomático español

al que tenía derecho al tener título de Grande de España, me contó que traía dinero frecuentemente de un partido comunista Norteamericano.  La cantidad de dinero no era una gran suma pero el agente de las FMLN se entusiasmo cuando ella le prometió traerle más dentro de unos meses.

Mi misión era crear una red de colaboradores en El Salvador que identificara a los agentes comunistas enviados por la Alemania Oriental.

También conocí a Donald Trump. Antes de que Ronald Reagan fuese elegido Presidente de los Estados Unidos, fui amiga de él y su mujer, Nancy, así es que teníamos amistad durante muchos años. Cuando el presidente estaba demasiado ocupado, Nancy venía a pasar unos días en mi apartamento en Nueva York.

En 1987, Nancy me llamó por teléfono a Nueva York preguntando si podía quedarse dos días en mi apartamento y si la haría el favor de invitar en una cena a un joven que salía mucho en la prensa y al que quería conocer. Se llamaba Donald Trump. Yo no le conocía, pero en atención a Nancy le invité a una cena con unas diez personas.

Trump era hijo de un hombre rico, que tenía muchos edificios y aparta- mentos en la ciudad. Donald vino a la cena y divirtió a Nancy con su animada y simpática conversación. Era muy rubio, alto y bastante atractivo, y estaba acompañado por su mujer (Ivana), que era guapísima. No le dije a Donald Trump que era Nancy la que me pidió que le invitara y que ella y Ronald Reagan estaban interesado en él.

Después de conocer a Donald Trump en la cena que organicé en mi casa de N. Y. en 1987, Nancy Reagan me dijo que Donald Trump podría ser un buen candidato a senador por Nueva York. Quiero decirle a Donald Trump que hay algo mágico que le une a Ronald Reagan.

Ahora deseo que Donald Trump pueda ser un buen presidente de EEUU como lo ha sido mi querido amigo Ronald Reagan.

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