Beatrice Borromeo, al rescate de la elegancia en el Principado de Mónaco

La esposa de Pierre Casiraghi brilla como futura «sucesora» de la distinguida Grace Kelly

Madrid Actualizado: Guardar
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Las comparaciones son odiosas. Pero inevitables. La elegancia y la belleza de Grace Kelly, hacen sombra a las imágenes del Mónaco actual, un Principado que desde que llegó la actriz norteamericana para casarse con el Rainiero en 1956 se convirtió en símbolo de elegancia y sofisticación.

El romance de cuento de hadas, sellado con la boda, trajo durante dos décadas un impecable estilo del que hacían gala madre e hijas. Fue Gracia de Mónaco quien puso en el mapa al pequeño Principado convirtiéndolo en centro de peregrinación para jugadores de las finanzas y del azar. Ambas actividades, requerían mimo y atenciones, así como una cuidada imagen que convirtiese la pequeña roca en el paraíso soñado.

El enlace Grimaldi-Kelly y la impresionante elegancia de Grace, trajeron también a Mónaco hordas de turistas y admiradores de todo el mundo, relanzando la economía del principado.

Pero más de 30 años después de la muerte de Grace en un desgraciado accidente automovilístico, el principado ve como la mayor parte de las Grimaldi pierde su elegancia y su distinción.

Estefanía fue la primera en aparecer en topless en las portadas de las revistas, en llevar múltiples pendientes al mismo tiempo y en perder el estilo al vestir. El vestido para su boda con Daniel Ducruet ya presagiaba el devenir de su estilismo. Viviendo en la roulotte con el circense Franco Knie, adaptó su guardarropa al habitual de «la mujer de un domador»; Y su matrimonio con el acróbata Adans López Peres la alejó aún más del glamour distinguido que había presidido el principado durante varias décadas.

Ahora su hija Pauline Ducruet protagoniza portadas al ser «pillada» in fraganti, con piercings en el limonar incluidos. Aunque ha heredado la belleza de Estefanía en su juventud, Pauline, criada en circos, entre elefantes y domadores, no ha desarrollado un especial sentido de la estética. Peor es aún el caso de su hermana pequeña, Camille Gottlieb, hija de otro guardaespaldas de su madre, quien además de tener un estilo burdo, no cuenta con el físico de su hermana mayor. En lugar de haber heredado la distinción y la elegancia de su abuela materna, las hijas de Estefanía parecen haber replicado el de sus respectivas abuelas paternas.

Carolina de Mónaco, una de las mujeres más guapas y elegantes del panorama mundial, lleva varios años descuidando su aspecto. Aunque sigue siendo una mujer bellísima, ha perdido parte de su sofisticación. Carlota de Mónaco, la bella entre las bellas, la princesa más ideal de los cinco continentes, desde el día que nació hasta la fecha, ha perdido glamour últimamente, y aunque se espera que siga siendo el bastión de la belleza de Mónaco, la elegancia de su vestido rojo, pamela sin forma y bolso tamaño Gulliver el día de la boda de su hermano Pierre, no fueron buen síntoma.

Espaldas de nadadoras

Su hermana Alexandra de Hannover, tiene más reservas bancarias y sangre azul que Carlota, pero, no ha heredado la belleza de las Grimaldi. Alexandra, «manca finezza» y ni destaca en patinaje artístico, ni en desparpajo estilístico. Para certificar la caída del «estilo monegasco», solo hay que observar a Elisabeth Anne de Massy, prima hermana de Carolina de Mónaco e hija mayor de su tía Antoinette. Elisabeth de Massy, antes distinguida, principesca y parecida a Carolina, viste ahora más al estilo «Estefanía». No hay más que verla a la derecha de una de las fotos en el décimo aniversario de Alberto de Mónaco en el trono, con una poco favorecedora minifalda a sus casi 70 años.

En cuanto a las consortes, Charlene de Mónaco, tras operarse y dejarse una fortuna en los mejores modistos, no ha conseguido acercarse a la elegancia y la belleza de su difunta suegra. Cada vez que puede -al igual que Estefanía- se propone fardar de espalda de nadadora.

Tatiana Santo Domingo, una de las mujeres más ricas de América, suele ir vestida estilo grunge, como los hippies sin trabajo que vivían en comunidades en la California de finales de los 60. Su melena es el broche de oro de un estilo carismático, si bien nada en línea con el elegante universo que Grace luchó por conseguir durante décadas.

Pero hete aquí que les va a salvar Beatrice Borromeo, una italiana con sangre azul por las venas y la cabeza amueblada, la única capaz de equiparar últimamente la elegancia de Grace Kelly. Sus hermanas Borromeo estuvieron entre las mejor vestidas de la boda de Beatrice, dejando a las Grimaldi como recién llegadas de un poblado de provincias. La familia de su madre, los Marzotto, han sido importantes empresarios del mundo de la moda, e incluso estuvieron a cargo de Valentino, empresa que ahora han vendido.

Horas antes de la boda de Pierre Casiraghi y Beatrice Borromeo en Mónaco en julio del año pasado, se supo que el grupo LVMH entraba en el accionario de la Sociedad de Baños de Mar, la empresa que controla los grandes activos monegascos, en manos principalmente de los Grimaldi y bajo la batuta del príncipe Alberto. Para que empresas como Louis Vuitton o Chanel sigan interesadas en invertir en el principado y en celebrar desfiles de moda allí- como ha ocurrido recientemente- hará falta un pequeño esfuerzo por parte de las Grimaldi. Lo que construyó la irrepetible Grace Kelly durante décadas, no es ya lo mismo. Menos mal que aún queda Beatrice.

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