ABC acude en exclusiva a la gala amfAR

Atasco de estrellas en la Costa Azul

La gala de la amfAR contra el sida reúne a casi un millar de VIP en un hotel palaciego a las afueras de Cannes. Fue la guinda del festival de cine

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Más actores que en la alfombra roja de La Croisette, más supermodelos que en la Semana de la Moda de Nueva York y más millonarios que en el club Bilderberg. La tradicional cena de gala de la amfAR para recaudar fondos en la lucha contra el sida ha vuelto a ser la guinda del Festival de Cine de Cannes. La noche del jueves, el palaciego Hotel du Cap-Eden-Roc de Antibes se transformó en un Studio 54 más extravagante y exorbitante que el original para acoger a 900 invitados VIP de todo el planeta. Con un guiño a la era de la música disco, el actor Kevin Spacey ofició de anfitrión de esta fiesta solidaria en la que se recaudaron millones de euros para la investigación sobre el VIH.

« Donald Trump jamás vendría a Cannes porque esta ciudad está llena de extranjeros», fue uno de los dardos de Spacey contra los polémicos planes inmigratorios del candidato a presidente de los Estados Unidos. «Aunque pensándolo bien, Trump amaría la Riviera francesa porque está llena de casinos a los que podría llevar a la quiebra», añadió el protagonista de «House of Cards», arrancando las carcajadas de pesos pesados de la industria cinematrográfica como el productor Harvey Weinstein.

Rostros de la gran pantalla

Estrellas de Hollywood de la talla de Leo DiCaprio, Orlando Bloom, Faye Dunaway, Helen Mirren, Uma Thurman, Adrien Brody, Juliette Binoche, Vanessa Paradis y Kirsten Dunst acompañaron a Spacey y se subieron al escenario «disco» para subastar una veintena de lotes millonarios. Cinco fotografías Polaroid de Andy Warhol dieron el pistoletazo de salida. Los retratos «pop» de Bianca Jagger, Liza Minelli, Diana Ross, Jerry Hall y Diane von Furstenberg -las reinas absolutas de Studio 54 en los años 70- fueron vendidos por 140.000 euros. Peccata minuta comparado con el millón de euros que un invitado pagó por un Ferrari donado por el heredero de la Fiat, Lapo Elkann. También salieron a la venta una escultura de Damien Hirst (3,1 millones), un pabellón de Jean Prouvé (4 millones), una instalación de la recientemente fallecidas Zaha Hadid (1,4 millones) y un cuadro pintado por el propio Adrien Brody (500.000 euros). El ex de Elsa Pataky confesó que lleva ya un año y medio retirado de la actuación y volcado en la pintura. «Mis amigos ya lo saben, me estoy dedicando seriamente al arte. Ahora espero que el público también me tome en serio», dijo el actor de «El pianista».

Los invitados, entre los que se encontraban la heredera Paris Hilton, los diseñadores Peter Dundas y Kenneth Cole y las actrices Milla Jovovich y Elle Fanning, degustaron un menú marítimo propio de la región de Antibes: langosta y bacalao a la mantequilla. En las mesas se bebieron miles de botellas de champán Moët & Chandon y medio millar de vodka Belvedere. La famosa marca de bebida destilada de origen polaco apoya las causas solidarias de la amfAR desde 2008 y su presidente, Charles Gibb, es un rostro habitual en estas galas. En la cena del jueves compartió mesa con la legendaria fotógrafa de moda Ellen von Unwerth y con el modelo Baptiste Giabiconi, muso de Karl Lagerfeld.

Entre lote y lote de la subasta, los organizadores de la amfAR ofrecieron un gran homenaje a los años dorados del disco. Las Sister Sledge y los Village People interpretaron lo mejor de su repertorio, mientras que Carine Roitfeld, antigua editora del «Vogue» francés, presentó un desfile de moda con prendas especialmente diseñadas para la ocasión por Giorgio Armani, Paco Rabanne, Roberto Cavalli, Tom Ford y otra treinta de creadores. Roitfeld, una de las mujeres más poderosas de la industria textil, reunió a todas las supermodelos del momento. Irina Shayk, Karlie Kloss, Doutzen Kroes, Liya Kebede, Alessandra Ambrosio y una larga lista de tops cruzaron una inmensa pasarela al ritmo de Diana Ross y ante la atónita mirada de magnates como Stephen Hung, rey de los casinos de Macao, o Fawaz Gruosi, uno de los grandes joyeros del mundo.

Los amigos de Irina

Las supermodelos reinaron dentro y fuera de la pasarela. La alemana Heidi Klum acudió a la gala con un sensual vestido de Versace y acompañada de su pareja, el joven Vito Schnabel, mientras que la checa Eva Herzigova fue de «total white» del brazo de su novio, Gregorio Marsiaj. Karolina Kurkova subió al escenario para subastar un espectacular collar de diamantes, zafiros y aguamarinas de Harry Winston (se vendió por 350.000 euros) y prometió abandonar la velada con el hombre que lo comprara, aunque luego lo hizo con su marido, Archie Drury. Irina Shayk acudió sin su novio, el actor Bradley Cooper, pero estuvo rodeada de buenos amigos toda la noche.

Harvey Weinstein, dueño de los estudios de cine Miramax, dio uno de los discursos más comprometidos de la noche, aprovechando la ocasión para denunciar las leyes anti-gay de Carolina del Norte y Georgia, en Estados Unidos. «No vamos a salir a protestar con pancartas. Simplemente vamos a dejar de rodar películas en esos estados. Van a perder miles de millones de dólares y no descansaremos hasta destruir la economía de esos sitios donde se discrimina a los gays», advirtió Weinstein, que ha producido taquillazos como «Kill Bill». Para «descomprimir» la tensión, Katy Perry se encargó de cerrar la noche con un concierto en el que interpretó éxitos como «Roar» y «I kissed a girl». Al grito de «la noche acaba de comenzar», Perry hizo levantar de sus sillas a los 900 invitados. En Cannes, la verdadera fiesta comienza pasada la medianoche.

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