Mateo y Agnese Renzi el pasado domingo, votando en el referéndum
Mateo y Agnese Renzi el pasado domingo, votando en el referéndum - EFE

Agnese Landini, la mujer que humaniza la amarga derrota de Matteo Renzi

La esposa del primer ministro ha conquistado a los italianos con su discreción y elegancia

CORRESPONSAL EN ROMA Actualizado: Guardar
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Quien siembra vientos, recoge tempestades. Así se vio el primer ministro italiano, Matteo Renzi, el pasado domingo tras el referéndum sobre la reforma constitucional. El viento empujó la bandera del descontento de la gente y dejó al emperador completamente desnudo y en la soledad. A su lado en la sala de los Galeones de Palacio Chigi, la residencia del primer ministro, estaba una persona fidelísima: Su mujer Agnese Landini, 39 años, a solo tres pasos, se mostraba con dignidad, discreta y sobria elegancia, mientras él anunciaba su dimisión y al borde de las lágrimas le agradecía su apoyo y el de sus tres hijos en los mil días en que ha dirigido el país. Agnese representó el lado humano de una derrota enorme en su dimensión

, muy superior a todas las previsiones. Con las manos recogidas, sin llevar los vestidos de las grandes ocasiones firmados por su estilista preferido, Ermanno Scervino, sino unos sencillos pantalones negros, jersey claro de cuello alto, aparecía con cara resignada y serena, pero firme.

Aun en la solemnidad del momento más difícil y amargo del marido, con las cámaras de televisión y todo el país escuchando el adiós del marido, Agenese Landini estaba a su lado mostrando su complicidad, solidaridad y compartiendo sus sentimientos. Estuvo en pie, con mirada de ternura hacia el marido, para mostrarle que estaba cerca como siempre para acompañarlo a casa. Agnese no estaba allí como primera dama, sino como madre, mujer y compañera del ex boy scout, del joven ambicioso habituado a ganar siempre (« no me gusta perder ni siquiera a la Playstation», dice Renzi sobre su ambición).

Con un golpe de las urnas, llegó su catástrofe política y el adiós a los días de gloria. Pero Agenese estaba allí firme, con la mirada fija en el marido, mientras en la calle se escuchaban los gritos de euforia de los triunfadores del referéndum. En silencio, con la desilusión y el dolor escondidos, Agenese esperaba con la discreción de siempre esperando al marido en la noche del desastre político. Al terminar su último discurso como primer ministro en Palacio Chigi, Matteo Renzi, siempre orgulloso, arrogante y con una autoestima sin límites, apareció como un político humillado. Casi en lágrimas abandonó el salón acompañado en la salida por su mujer Agnese. El que había sido el hombre más poderoso de Italia , acababa de caer en desgracia y apoyaba la mano en los hombros de la primera dama mas discreta que ha pasado por palacio Chigi en las últimas décadas. No se había visto imagen parecida. Nunca la mujer de un primer ministro había puesto su cara y corazón para apoyar al marido en su despedida. Ni la mujer de Craxi, ni Andreotti (siete veces primer ministro), de Ciampi, de Prodi, de Berlusconi, Monti o Letta.

Esa imagen en la noche del adiós humanizó al político y hombre de poder. Fue la imagen final que se quedó en los ojos de los italianos.

A Agnese Landini nunca le gustó aparecer en primera línea. Prefirió estar un paso atrás del marido, para poder atender también sus obligaciones de madre y profesora en el liceo Giuseppe Peano de Bagno a Ripoli, pueblo de 25.000 habitantes en la provincia de Florencia. Matteo Renzi y Agnese se casaron en 1999 y tienen tres hijos: Francesco (15 años), Emanuele (13) y Ester (10). Católica practicante, primera de tres hermanos -uno es sacerdote- siempre prefirió estar lejos de los focos mediáticos.

Hoy Agnese ha conquistado a los italianos y es elogiada en todos los medios. El periódico «Il Foglio» considera que en esta dura etapa de gobierno, la gran ventaja del exalcalde de Florencia ha sido contar a su lado Agnese, que «tiene lo que todas las “figurinas” que rodean a Renzi no tienen: La personalidad». Renzi perdió casi todo. Le queda Agnese.

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