Exterior e interior de los aparcamientos de bicicletas
Exterior e interior de los aparcamientos de bicicletas - GIKEN SEISAKUSHO
EL PULSO DEL PLANETA

En Japón, las bicicletas son para el subsuelo

Por falta de espacio, en una megalópolis como Tokio las bicis se guardan en aparcamientos subterráneos automáticos

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Las ciudades de Asia están tan masificadas y plagadas de rascacielos que ya apenas pueden seguir creciendo, ni a lo ancho ni a lo alto. En la gigantesca área metropolitana de Tokio, que incluye varias prefecturas de los alrededores y donde viven unos 38 millones de personas, la falta de espacio es tan acuciante que sus residentes no tienen a veces ni dónde aparcar sus bicicletas. Todo un problema para la ordenada mentalidad nipona, que destaca por un gusto por la organización cuidando hasta el más mínimo detalle.

Por ese motivo, una empresa japonesa ha dado con una solución ideal para encontrar sitio donde no lo hay: bajo tierra. Con el fin de que las bicis no colapsen las aceras ni entorpezcan el paso de los peatones, la compañía Giken Seisakusho ha ideado para ellas un futurista aparcamiento subterráneo totalmente automatizado.

Con una profundidad de once metros y una anchura de siete, este almacén con forma cilíndrica puede guardar en varias plantas unas 200 bicicletas que son dispuestas en pocos segundos en unos carriles que van subiendo o bajando mecánicamente según las necesidades de los usuarios.

Repartidos por 16 ciudades de Japón, donde hay ya 43 de estos aparcamientos «eco-ciclistas», los clientes necesitan una tarjeta mensual para poder utilizarlos. Tras pasar dicha tarjeta por un sensor, enseguida se abre una portezuela con un carril para dejar la bici, que es colocada en solo ocho segundos en su correspondiente plaza. A través de este ascensor, instalado en el centro del cilindro, la bicicleta se sumerge en una planta bajo la superficie hasta ocupar uno de los compartimentos, que se despliegan en los laterales aprovechando al máximo el espacio disponible. En realidad, se trata del mismo mecanismo que emplean los aparcamientos automáticos, donde los coches son transportados mediante un sistema de raíles hasta su puesto, y luego devueltos a la superficie cuando su dueño los reclama.

Para construir estos aparcamientos subterráneos de bicicletas, que cuestan 150 millones de yenes (1,1 millones de euros), la empresa Giken Seisakusho se ha basado en su experiencia diseñando presas y muros de contención contra mareas e inundaciones. «Planchas de acero son insertadas bajo la superficie para crear una estructura cilíndrica, de la que luego se saca la tierra. Un proceso que podemos terminar en dos meses», explica al periódico «Yomiuri Shimbun» el responsable del departamento de trabajos subterráneos de Giken, Shotaro Yano. Además, señala entre sus ventajas que «como la presión del suelo ha sido distribuida de forma equilibrada gracias a su forma cilíndrica, los aparcamientos eco-ciclistas son razonablemente resistentes a los terremotos», una de las principales amenazas para las construcciones en el archipiélago nipón por su naturaleza volcánica.

Mientras las bicicletas son enterradas en Japón, los coches también son aparcados en estructuras mecánicas de dos plantas para aprovechar al máximo el poco espacio disponible. En una ciudad tan densamente poblada como Tokio, donde sus habitantes moran en apartamentos de 50 metros cuadrados y se alojan en hoteles cápsula, ya no hay ni sitio para guardar las bicicletas, que deben ser enterradas.

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