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Vino rosado Tombú

Historias del líquido elemento

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Lula es la chica perfecta. Es como una gata de gala. Tiene un corazón XL y su elegancia es talla 110. Sus medidas son perfectas: destello-inquietud-frescura. Y cuando paseo con ella parece que todo gira en torno a nosotros.

El caso es que un día y tras múltiples intentos, accede a mi perseverante invitación a cenar. Me apresuro a repartir unas cuantas cajas de vino y a pasar por el espejo de un bar antes de recogerla. «¡Bah! No tienes arreglo».

De camino a Las Delicias de Vejer le cuento que vamos a ir a un antiguo teatro decorado con un gusto exquisito. Un gastrobar espectacular. Como ella. Para acompañar la comida tomaríamos Tombú, el mejor rosado de España el año pasado.

Sabía que con Tombú la iba a conquistar. Metidos en la cena y según se van sucediendo los platos y las copas de Tombú le comento que la elección del vino no es casual. Íbamos a cenar muy variado, ensalada, patés, pescado, carne, postre… y el vino tenía que ser capaz de dar la talla con todos los platos. Además es fresco y brillante, como ella.

Está elaborado con uvas prieto picudo en Castilla y León. Al igual que ella es un poco misterioso, porque Tombú mezcla en su elaboración la fermentación tradicional con la maceración carbónica, o sea, el método del madreo. Sabes Lula, los dos compartís elegancia por vuestra capacidad de acompañar en todo momento.

Sus complejos aromas son debidos a la calidad de la uva y a su crianza en barricas de roble americano y francés durante seis meses, por eso en boca es glicérido y con un puntido de acidez.

Mientras le iba hablando noté como iba subiendo mi temperatura basal, que solo era contenida por el aire que producía el batir de sus interminables pestañas. También tenéis ese punto picante. Tombú es especiado y mineral... Lo de ella es totalmente innato.

Y justo cuando le acabé de decir que, con todo esto, el vino costaba unos nueve pavos, se levantó, bebió el último sorbo de Tombú y me dijo mientras se alejaba: «Mira, me aburre charlar tanto de vino y además yo lo prefiero en calimocho»…

Ahora que lo pienso ¿el brillo de sus ojos era por el momento o por los 13,5 grados de Tombú?

«¡Pepe! La cuenta por favor».

¡Salud, señores

Maridaje

Tombú es un rosado con alma de

tinto. Para invierno y verano, para

comidas no muy contundentes.

Platos fríos y calientes. Yo lo

intento tomar siempre con arroces,

salazones, ahumados o un noble

trozo de atún rojo de almadraba.

Por supuesto, en buena compañía.

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