Una joven bebiendo Prosecco en #el Festival de Cheltenham
Una joven bebiendo Prosecco en #el Festival de Cheltenham - EFE
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Los «hooligans» del hipódromo

El Jockey Club, el mayor organizador británico de certámenes hípicos, restringe la venta de alcohol tras las bochornosas borracheras de 2016

CORRESPONSAL EN LONDRES Actualizado: Guardar
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La relación de los ingleses con el alcohol es íntima, constante y muchas veces explosiva. Se bebe en todos los sitios y todas horas. En las butacas de los cines se trasiega vino y cerveza. Al cierre de las oficinas de la City, los ejecutivos más jóvenes salen en tromba a mazarse. Cuando el tiempo mejora, no es raro ver en alguna calle elegante de Londres a dos estupendas ventilándose a las doce de la mañana una botella de vino blanco en una terraza. Los hipódromos tampoco son una excepción.

El segundo certamen hípico más concurrido del país, el Festival de Cheltenham, que se celebra cada mes de marzo en el oeste rural de Inglaterra, parecía el año pasado una madrugada despendolada de sanfermines.

La prensa amarilla fotografió a dos futbolistas profesionales orinando en los vasos de sus pintas. Algunas chicas con vestidos de gala acabaron con ellos por la cintura, enseñando jovialmente su naturaleza. El suelo era una colección de plásticos de bebidas, donde algún que otro aficionado dormía la mona.

El augusto Jockey Club, fundado a mediados del siglo XVIII y que es el mayor organizador comercial de torneos hípicos de Gran Bretaña, no quiere que el espectáculo del «hooliganismo» ecuestre se repita el próximo mes en Cheltenham. «Nuestro mensaje es claro: pasa un gran día en las carreras, pero no vengas aquí solo a beber. Ese no es el público que queremos aquí», advierte la organización.

Para tratar de evitar las borracheras no se venderán más de cuatro pintas, vasos de vino o espirituosos por persona que acuda a pedir a una barra. Ese umbral tan alto da idea de la alegría etílica que imperaba hasta ahora en el hipódromo. El Festival de Cheltenham dura cuatro días y atrae a 260.000 personas. Es el cuarto acontecimiento deportivo con más público en el Reino Unido, solo superado por las carreras de Ascot, el tenis de Wimbledon y la prueba de Fórmula 1 de Silverstone. Hace dos años, el Jockey Club alardeó en su publicidad de cuánto alcohol se había despachado en los 26 bares del hipódromo y en sus carpas sociales. Las cifras eran asombrosas: 265.000 pintas de Guinness, 120.000 botellas de vino y 20.000 de champán. A partir de ahora, la publicidad del festival ya no divulgará más esas cifras y los bares se cerrarán una hora antes. También se instruirá al personal para que haga frente al problema de los espectadores ebrios. Por último, se prohibirá la entrada de quienes hayan protagonizado incidentes otros años, tal y como se hace desde hace tiempo con los «hooligans» del fútbol, con excelentes resultados.

El Jockey Club extenderá su lucha contra el alcohol a los otros hipódromos de fuste que regenta, como Aintree, sede del Grand National, o Epsom, que acoge el Derby. Aunque hay muchísimos buenos aficionados que acuden por su interés por las carreras, como la Reina Isabel, una entusiasta de la hípica que posee una imponente cuadra, cada vez se suma más gente que solo busca un día de jarana al aire libre vestida de etiqueta.

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