Unión AdarveEl sueño cumplido del Pilar

El ascenso del Unión Adarve trasciende de lo deportivo. Sobre todo porque, amén de los méritos de unos futbolistas que se han batido el cobre durante todo el año por campos de Tercera, los vecinos del Pilar, uno de esos barrios con solera de la capital, han ayudado en la medida de lo posible a que «la Pili» -como coloquialmente se refieren a su casa- sea un barrio de 2ªB.

Los grandes festejos tendrán que esperar a hoy o incluso se pueden retrasar hasta mañana y, entonces, el vecindario podrá disfrutar y cumplir las promesas que hizo antes de que una calurosa tarde malagueña del mes de junio entrara a formar parte de la historia del barrio.

Los panaderos prometieron hacer empanadas con el escudo del club; los pasteleros, medallas dulces conmemorativas; y en los bares, desde detrás de la barra, también se prestaron los camareros a, si se conseguía el ascenso, echar una mano con lo que hiciera falta, como por otra parte han hecho en los últimos meses.

El equipo ha recibido donaciones de todo tipo: desde botellas de agua hasta naranjas, que seguro han ayudado a los jugadores a recuperar fuerzas.

«Se ha sufrido», admitió Luis Gómez, presidente del Adarve, al certificar el sufrido ascenso -tras perder por 4 a 2 contra el Atlético Malagueño- de un equipo cuya realidad dista mucho de la de sus vecinos ricos en la capital.

Por ejemplo, el equipo volvió de Málaga por carretera y sin hacer noche en un hotel. No hay dinero y tampoco la infraestructura de Real Madrid o Atlético para organizar grandes festejos. Aunque quien sabe, quizá haya sorpresa y recorran el barrio como los galácticos celebran sus títulos: en un autobús descapotable.