La tienda está situada en el número 23 de la calle Claudio Coello
La tienda está situada en el número 23 de la calle Claudio Coello - BELÉN RODRIGO
Comercios centenarios de Madrid

La Nueva Parisien, los exclusivos botones de las chaquetas de la Reina Letizia

Son el producto estrella en esta tienda centenaria. No hay estilista que se preste que no haya pasado por este local

Madrid Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Redondos, cuadrados, de nácar, de piedra, de madera, grabados, grandes y pequeños. Miles de botones de todas las formas, materiales y colores llenan los cajones de madera de la trastienda de La Nueva Parisien. Tienen algo en común, su calidad. Son botones de los buenos y con mucha clase, capaces de convertir un bléiser corriente en otro con estilo y de los que duran toda la vida. El botón es el gran protagonista de este negocio centenario aunque no hay que olvidarse de las pasamanerías, los tocados, los sombreros y los abanicos que allí se venden. Todo tiene calidad, clase y mucha historia. Empezó en 1897, cuando Federico García Rodríguez, hijo de una familia tradicional de comerciantes de Madrid, abrió dos mercerías, una en la calle Montera y otra en la calle Barquillo.

«Fue un hombre emprendedor que viajaba a París con su hijo para buscar las últimas novedades en botones y accesorios de alta costura”, explica María Paz García, bisnieta del fundador. «De ahí el nombre de la tienda, haciendo referencia a la capital francesa», añade. De la moda parisina importaron la corsetería, lencería, encajes, velos, plumas, mantillas y guantes, artículos a los que se dedicó de modo especial La Nueva Parisien durante sus primeros cincuenta años de vida.

Tras la Guerra Civil, Federico dejó la tienda de Barquillo a su hija Casilda, casada con un médico, negocio que acabó por desaparecer. Y la de Montera fue para el hijo varón, Rafael, local que cerró hace once años. Entre medias, se abrió otra tienda en la calle de la Cruz que regentó Emilio Pérez, encargado al que Federico quiso premiar por su lealtad y sacrificio durante el conflicto bélico. El hijo de Rafael, de igual nombre, y ya como tercera generación, se hizo cargo del negocio de su padre y decidió abrir un nuevo local en la calle Claudio Coello, 23. «Por entonces esta zona no tenía nada, no le auguraron un buen futuro y sin embargo fue uno de los mejores aciertos de nuestro padre», dicen orgullosas María Paz y Belén García quienes ahora dirigen junto a su progenitor la tienda en el barrio de Salamanca, la única que se mantiene abierta. Ellas son las primeras mujeres de la familia que se han ocupado de este negocio y tal y como su padre, lo viven con pasión.

Siguen viajando a París para buscar las últimas novedades

«Según veo una tela ya sé qué botón le debe acompañar, siempre he tenido mucho ojo», asegura Rafael García. Ya jubilado, le gusta pasar tiempo en la tienda y sentado, desde su silla, responde a muchas de las dudas y preguntas de sus fieles clientes. «Sin ilusión y pasión no hubiera sido posible mantenernos tantos años», matiza. Sus hijas reconocen que fue su padre quien «explotó el negocio, viajando también a París para buscar lo mejor, ha sido una persona muy respetada en el sector. Fue creciendo y evolucionando hacia las cosas que la gente quería con la referencia de París. Por entonces la moda la marcaban firmas como Chanel y Dior». Llegaron incluso a diseñar sus propios botones.

Trato muy personalizado

No cabe duda que María Paz y Belén han heredado de su padre ese ojo para saber el mejor botón que combina con cada tela, algo que no pasa desapercibido a los clientes. «Tenemos un trato muy personal, y no es nada fácil vender un botón porque implica mucho tiempo y paciencia para una compra con un precio muy pequeño». El precio medio de un botón en La Nueva Parisien es de unos 4 euros pero hay modelos que cuestan más de 20 euros, especialmente los de cristal. En su mayor parte los traen de Italia, «porque utilizan una pasta muy buena», destaca Belén, «y de República Checa y Alemania los de cristales». En España, hace tiempo, «se fabricaban buenos botones en Cataluña pero ya no y tenemos que buscar fuera los productos de mejor calidad», añade.

Siguen viajando a París para buscar las últimas novedades, sobre todo en pasamanería, y se recorren igualmente muchas ferias aunque «los mejores fabricantes vienen también a vernos porque somos buenas clientas». Consideran que en la alta costura las marcas de Chanel, Valentino y Armani cuidan mucho esta pequeña pieza del vestuario.

Por este local pasa una clientela muy variada. «Al principio las modistas mandaban a las señoras a buscar los botones para el traje pero ahora todo ha cambiado. Poca gente se sigue haciendo los trajes a medida y son las modistas quienes pasan por aquí», explica Mª Paz. Prefieren no dar nombres pero aseguran que todos los diseñadores, ya sean más y menos famosos, son clientes habituales porque hay cosas que no se encuentran en otro lado. Luego, ven sus botones en las revistas, «en diseños exclusivos para muchas figuras públicas», entre ellas la Reina Letizia. Pero no solo buscan los botones de calidad las personas que se pueden permitir vestir alta costura sino que también lo hacen aquellas que buscan estar a la moda o diferenciar su vestuario. «Cada vez es más común que nos traigan abrigos o chaquetas de Zara que quieren cambiar los botones y convertirlos en una pieza única y exclusiva», cuentan las hermanas García, «personalizan sus prendas». Y los extranjeros se vuelven locos al ver un escaparate lleno de botones que consideran «algo único» en el comercio europeo.

Tocados, flores, sombreros y abanicos

Según ha evolucionado la sociedad también lo ha hecho La Nueva Parisien, siempre atenta a las necesidades de su público. Los sombreros son artículos que hace años no vendían y ahora tienen mucho éxito, por ejemplo. Entre sus especialidades están los tocados y las flores, siempre elaboradas de forma artesanal. «Resulta difícil encontrar personas que se dediquen a este tipo de trabajos, nosotras trabajamos con personas de toda la vida y es un oficio en extinción», se lamentan. Utilizan seda y plumas de avestruz de los más diversos colores, una verdadera obra de arte para lucir en el vestido, la chaqueta o en la cabeza, en el caso de los tocados. Se han especializado mucho en encargos específicos, sobre todo para las novias, que acuden para personalizar todavía más su vestido, tocado u otro accesorio.

María Paz y Belén son dos de las cinco hermanas, aunque las únicas que han querido continuar el oficio de su padre. Tanto sus hijos como sus sobrinos siguen otros caminos profesionales por ahora pero ellas no pierden la esperanza de que el negocio, en un futuro, siga estando en manos de la familia. Se lamentan que en Europa no se mime al comercio tradicional, donde los oficios artesanales son cada vez más raros de encontrar. Pero en La Nueva Parisien siguen trabajando con mucho entusiasmo para que este tipo de negocios no se quede en el olvido.

Ver los comentarios