Iglesias de Madrid

Nuestra Señora de Covadonga: el tiempo de la Iglesia

La historia de una parroquia es memoria y esperanza. Documento y trasmisión, fe dada. La vida de sus feligreses

MADRID Actualizado: Guardar
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Cien años en Madrid son también un ayer que pasó. Parroquia de Nuestra Señora de Covadonga, plaza de Manuel Becerra, en la antigua Quinta de los Leones o Nogueras, frente al obelisco Fuente de la Castellana o Delicias de Isabel II, que así se llamaba por ser homenaje de Fernando VII por el nacimiento de su hija. Madrid moderno, Iglesia más moderna, el tiempo en la Iglesia no es como el tiempo del mundo. El tiempo de la parroquia es la suma de la vida de cada uno de sus feligreses más la raíz cuadrada de la eternidad, presencia en el sagrario, y el color de las piedras, roca, tú eres Pedro. San Agustín nos metió en un lío cuando hizo teología en el tiempo y sobre el tiempo pensando en la Trinidad: «Si nadie me pregunta, lo sé; pero si trato de explicárselo a quien me lo pregunta, no lo sé».

El tiempo de una parroquia es memoria y esperanza. Documento y trasmisión, fe dada, la parroquia de Nuestra Señora de Covandoga, don Pelayo, la Reconquista, fue una de las treinta primeras de Madrid nada más nacer como diócesis. Estaba entonces en la Iglesia del Monasterio de la Encarnación Bendita, las «benedictinas». Famosa por ser el edificio en el que más escándalos se produjeron del todo Madrid de la época: alumbrados, lúbricas visitas, embarazos y posesiones diabólicas que son algo más que psicología compleja. Tranquilos, llegó la santa Inquisición reinando Felipe IV. Esa historia acaba cuando las religiosas se trasladan a las Salesas Reales y el templo es derruido, y con él una capilla de Ricci y dos cuadros de Velázquez, según cuentan. Luego se levantará en ese terreno el Coliseo Reina Victoria, como atinadamente nos narra en la historia de la parroquia el maestro cronista y feligrés Fernando González de Canales. Perdón, entre medias de la construcción de la nueva parroquia, por allí, los conjurados de la Conspiración del Triángulo en 1816 quisieron asesinar a Fernando VII. Los triángulos…

Pero volvamos a la plazuela de la Alegría, que también se la llamaba y por algo será. Retornemos a la fecha de 1913, en la que se iniciaron las obras de construcción de la Iglesia, ensanche de una ciudad que crece. Donación siempre oportuna de doña María de Cubas y Erice, marquesa viuda de don Luis de Usía y Aldama, marqués de Aldama, solar de 552 metros cuadrados y cerca de 400.000 pesetas de las de entonces, que ya ni son las de ahora. La Parroquia de Nuestra Señora de Covadonga, cruce de caminos, líneas de autobuses municipales, veintiuna para ser exactos, que hacen parada y no fonda a la sombra del templo reconstruido una vez que la Guerra Civil se convirtiera en hiato de vida con la muerte, líneas del subterráneo que representan el tejido de la intrahistoria. Preciosa crónica la de aquel ABC, que es éste, del 16 de marzo de 1913 sobre la colocación de la primera piedra: «Se ha celebrado la ceremonia de colocar la primera piedra…».

Confesiones en 5 idiomas

Hoy se celebra, y así ocurrirá mañana, el ahora de la Iglesia, la eucaristía, centro de la vida que es un decidir el camino. Y para presidir la eucaristía mayor está don Lino Hernando Hernando, párroco, sacerdote humilde, disponible donde los haya. Por cierto, protagonista a su pesar, o en su favor, de una foto histórica en los campos de fútbol del Seminario de Madrid, un penalti parado por la Iglesia en la historia de España. Pues don Lino ha sustituido a don José Luis Larrabe, que se sienta todos los días, hoy y mañana, a primera hora, en su confesionario y ahí pasa el tiempo entre penitentes y cambio de idiomas. Porque don José Luis Larrabe, prolífico teólogo, confiesa en español, inglés, francés, alemán e italiano, y tiene dentro del confesionario una biblioteca.

Don Lino me habla de la parroquia como si fuera su familia, con nombres y apellidos, con datos y fechas, con corazón; con cierto lamento por las cuatro bodas al año y con alegría por el casi centenar de bautizos. Hace una veintena de años, las bodas eran cuatrocientas. Sus compañeros sacerdotes, Isaac García Martín y Esteban Malo López, y el vicario parroquial, siempre joven, Juan Miguel Corral Cano, más los salesianos que viven en el límite de la parroquia, se responsabilizan del culto, sacerdotal y sacramental. Don Lino me presenta a doña Irene y a doña Josefa Gómez de Blas, las mujeres de nuevo en la Iglesia, encargadas de la caridad.

Lino Hernando, párroco de Nuestra Señora de Covadonga
Lino Hernando, párroco de Nuestra Señora de Covadonga - ISABEL PERMUY

Me hablan del «Centro de encuentro para mayores», que hace las delicias de las señoras ancianas del barrio por las tardes de otoño, invierno y primavera. Las hermanas Gómez de Blas saben de las 15 familias que atiende Cáritas, y de los 1.500 euros mensuales que destinan a vales de comida, y de los casi 800 euros, también mensuales, para pagar las facturas impagadas. Añaden al relato de la historia de la larga mano desconocida lo que entregan a Funvida, Fundación de ayuda a la mujer embarazada, y al Centro de acogida «Jesús caminante», que me suena por primera vez, casa en Colmenar, cuyas fotos en la página web me han noqueado.

La parroquia es también los grupos de la Legión de María, de Vida Ascendente, las dos comunidades del Camino Neocatecumenal, el catecumenado de adultos, las catequesis de primera comunión y de postcomunión y de confirmación y, otra novedad por estas páginas, la Comunidad «Cenáculo», nacida en la colina de Saluzzo (Cuneo, Italia) por iniciativa de la Madre Elvira. Organizadora aquí, una vez a la semana, de una adoración con el Santísimo cuyos protagonistas son los pobres, porque Jesús fue pobre y en los pobres está. La Comunidad «Cenáculo» busca una finca en Madrid para abrazar a los sin techo y sacarles del resquebrajado asfalto y de la más sucia acera. La parroquia es también el COF, los Centro de Orientación Familiar, el COF del arciprestazgo que presta asistencia psicológica, legal, y espiritual a los matrimonios con problemas.

«Adoración misionera»

Y, otra novedad más, que el tiempo de la parroquia está construido de novedades sumadas. Me habla don Lino de la «Adoración misionera», versión de la diocesana «Luz en la noche». Los jóvenes de la parroquia salen los viernes por la noche a la calle a invitar a otros jóvenes y no tan jóvenes a entrar en la Iglesia, y a acercarse al Señor del tiempo expuesto.

Allí encontrarán una palabra para su corazón. Mientras, sacerdotes rezan y confiesan. Hay quien se encontró con un Cristo que no tiene tiempo, ayer, hoy y mañana, y que no se cansa de esperar. Ese es el tiempo de la Iglesia, el tiempo de la espera y de la esperanza. En la Parroquia de Nuestra Señora de Covadonga, cien años, Virgen Santa, Cristo no se cansa de esperar y la Virgen, allí de Covadonga, le acompaña.

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