Ángel Antonio Herrera - CARTAS A LA ALCALDESA

Músicos

El artista callejero no tiene otra licenciatura que la vocación ardiente, el bolsillo más bien tieso, y una guitarra con partitura de Sabina

Un grupo de mariachis a la espera del casting para poder actuar en Madrid impuesto por el gobierno de Ana Botella EFE
Ángel Antonio Herrera

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Ha tumbado usted el examen que Ana Botella exigía a los músicos de calle, y nos parece muy bien, alcaldesa, porque esos exámenes venían a ser como exigirle a un pirata que viva graduado en ópera. El músico callejero no tiene otra licenciatura que la vocación ardiente, el bolsillo más bien tieso, y una guitarra con partitura de Sabina. Por eso acierta usted, alcaldesa, porque el artista es libertad, pero una libertad de esquina, en esta caso, y a ver cómo le privamos de una esquina de Gran Vía a un tío que toca graciosamente «Pongamos que hablo de Madrid».

Vaya desde aquí el aplauso a lo suyo, porque lo de Botella, eso de sentar en un pupitre municipal a los forajidos de la música, era una bobada de última ocurrencia que nos acabó trayendo más pedigueños que pianistas . Porque una cosa es la mendicidad del músico, que por cierto no suele ser tal, y otra cosa distinta, y hasta contraria, el músico que luego del repertorio va y pasa el sombrero de Dylan que lleva para el show.

Ya digo que usted acierta con levantar la diplomatura a los músicos sin techo, pero observamos que impone un espacio restringido a 83 calles, con lo que no entendemos si en la diáspora urbana puede montarse un OT en cada plaza , tan alegremente, y tampoco cómo van a repartirse los artistas el espacio en la zona permitida de restricción. De modo que no hay que sacarse el título de artista callejero, pero sí hay que exhibir ese arte en el mapa previsto , y según horario exhaustivo.

No he encontrado quien me diga qué va a pasar con los violinistas del metro, ni tampoco con los acordeonistas que animan el autobús, aunque el autobús es sitio de menor escenario. Se comprende que de algún modo hay que levantar una norma a propósito de quienes se echan a la calle con el instrumento en forma, pero se intuye además que esto no hay quien lo arregle.

Quiero decir, alcaldesa, que aquí se nos cruza el que va a pedir limosna con un acordeón y el que da un conciertazo en Callao , pero sin minutero, que es lo que ahora se pide. Al menos, no sufrirán el examen. Algo es algo.

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