Los miembros del neonazi Hogar Social Madrid han realizado varias manifestaciones (arriba, la del 26 de septiembre) y cuatro «okupaciones» en poco más de un año, la última, en la antigua sede del NO-DO
Los miembros del neonazi Hogar Social Madrid han realizado varias manifestaciones (arriba, la del 26 de septiembre) y cuatro «okupaciones» en poco más de un año, la última, en la antigua sede del NO-DO - ISABEL PERMUY

Madrid tiene 1.200 ultras bajo la lupa

El 16,6 % integra las filas de la extrema derecha. Desde el 15-M han aumentado los antisistema. Los detenidos de ambas facciones superan el medio millar en 2,5 años

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Se mueven por y para la violencia bajo el paraguas de ideologías situadas en las antípodas: extrema derecha e izquierda. Roban, dan palizas, queman cajeros, van a la «caza» entre ellos o a la de personas de colectivos vulnerables. Así son los 1.200 radicales de ambas facciones en activo que hay en la región, según fuentes de la Brigada Provincial de Información. Mil son ultras de izquierda y 200 de derechas. Unos cometen actos vandálicos y utilizan estrategias de la kale borroka con la excusa de «luchar contra el Estado opresor»; los otros esgrimen la bandera del «patriotismo» y la de ayudar al pueblo español, discriminado frente a los inmigrantes, echando mano de agresiones físicas y verbales.

Este fin de semana se echan a la calle. Unos, para reivindicar la figura del dictador Francisco Franco, de cuya muerte se cumplen 40 años; los otros para lanzar proclamas contra un régimen, el actual democrático, que consideran «represor».

Los detenidos en los dos últimos años y medio solo por la Brigada superan el medio millar. De ellos, 277 corresponden a la derecha: 70 en 2013; 168 en 2014 (la abultada cifra obedece al homicidio de «Jimmy», el hincha del Riazor Blues, tras un enfrentamiento con el Frente Atlético), y 39 en lo que va de año (8 de ellos, menores). Otros 249 pertenecen a la izquierda (84, 77 y 88, respectivamente). En cuanto a las agresiones, las de los primeros suman 30;los otros rondan la veintena.

Son más las cosas que tienen en común que las que los separan. Son excluyentes, intolerantes y les mueve el desprecio por quienes no comparten sus ideas o son diferentes. Ambas facciones pescan en el río revuelto de la crisis económica y el de la desafección de los ciudadanos a los partidos tradiciones. Además, utilizan el fútbol para dar rienda suelta a la violencia.

Los más numerosos son los antisistema, que han experimentado un repunte empujados por las organizaciones legales de izquierda y de extrema izquierda. En Madrid tienen «okupados» entre 30 y 40 edificios. El 15-M supuso un revulsivo para estos grupos, que realizaron un sinfín de protestas que aglutinaron el malestar social que ellos abanderaron. Tomaron la calle y la espita de la violencia saltó en los «Rodea al Congreso» y en las Marchas por la Dignidad del 22-M.

El 80% de ellos son de la corriente antifascista y el resto, anarco-insurreccionistas y libertarios, más peligrosos y de inspiración terrorista. Los anarquistas tienen lazos con sus correligionarios catalanes y Resistencia Galega. Entre ellos se encuentran los Grupos Anarquistas Coordinados y el Comando Mateo Morral, que perpetró el atentado contra la catedral de La Almudena en febrero de 2013. Fueron desactivados por la Policía tras la detención de 15 personas, una decena de ellas en Madrid. El caldo de cultivo para la captación son la Universidad, el fútbol, los conciertos y el boca a boca.

Excluyendo a los universitarios, algo parecido sucede entre la corriente de ultraizquierda, cuyo bloque más numeroso es el antifascista, liderado por Izquierda Castellana. Muchos utilizan los clubes de fútbol, como es el caso de los Bukaneros del Rayo Vallecano, unos mercenarios que «actúan para quien se lo pide», siempre que sean de su cuerda, según las mimas fuentes. Este grupo forma parte de las Brigadas Antifascistas, cuyo máximo exponente es «Alfon», Alfonso Fernández Ortega, de 24 años, en prisión desde el 18 de junio por llevar una bomba casera con gasolina y tornillos en la huelga general del 12-N de 2012. El Supremo, que ratificó su condena a 4 años de cárcel, aseguró que «pretendía causar una o varias muertes».

Izquierda Castellana

Encumbrado a la categoría de héroe por sus correligionarios, acumula un largo historial delictivo que incluye atraco, agresión sexual y tenencia de drogas. «Alfon» es, además, miembro de la Coordinadora Antifascista (CA), el brazo ejecutor, según la Policía, de la izquierda radical. Esta entidad empezó a ganar fuerza tras el asesinato del menor de 16 años Carlos Palomino a manos del militar neonazi Josué Estébanez en noviembre de 2007. Pero quien dirige políticamente y da las instrucciones es Izquierda Castellana de quien dependen sus juventudes (Yesca), los grupos citados, Rash Madrid («sharps») y Acción Combativa 32, entre otros. Fuera de la CA se encuentran Corriente Roja, Distrito 14 (Moratalaz) y Reconstrucción Comunista.

Los antifascistas están al alza en Puente y Villa de Vallecas y en Moratalaz. Con todo, desde la Brigada de Información aseveran que las movilizaciones y la violencia perpetrada por estos radicales han bajado mucho desde las Europeas, cuando Podemos logró representación en el Parlamento. Obtienen dinero a través de conciertos, cenas, organización de comidas...

La extrema derecha está centrada en la violencia en el fútbol de la hinchada del Frente Atlético y de los Ultras Sur, estos últimos liderados por Antonio Menéndez Mories, de 31 años, alias «El Niño». Sus colores son los rojiblancos, y no lo oculta, lo que demuestra que el deporte es la base de su proselitismo. En prisión desde marzo por apuñalar a un joven, pretende, junto con los otros dos cabecillas (Javier Oviedo, «El Bombero», y Daniel Fernández, «Cani»), controlar a los ultras de la capital. Creó Outlaw su propio grupo neonazi, tras la ilegalización de Hammerskins.

Extremadamente violentos, sus acciones van encaminadas a delinquir: vuelcos de drogas, atracos, tráfico de anabolizantes, palizas por encargo... Así se financian, además de con los ingresos que les proporciona el bar Sherwood (antiguo Drakkar), junto al Bernabéu, punto de encuentro de los Ultras Sur. Cuando hay broncas acuden provistos de cuchillos y palos. Captan a miembros en gimnasios, discotecas, conciertos...

Al margen del fútbol, están las nuevas camadas de neonazis que cometen agresiones puntuales contra indigentes, extranjeros, homosexuales... En el Templo de Debod este año ha habido varios ataques homófobos, así como en Alcalá de Henares, territorio por antonomasia de estos ultras.

Partidos como Alianza Nacional o Falange alientan a los neonazis. En el último año, una facción del Movimiento Social Revolucionario, a través del Hogar Social Ramiro de Ledesma, cuyos miembros, «disfrazados de okupas» (han tomado cuatro edificios ya en algo más de un año), reparten alimentos a españoles ocultando su xenofobia, han irrumpido con fuerza y se han convertido en uno de los grupúsculos más visibles de la ultraderecha. «La extrema izquierda no admite que copien su modelo y realicen labores sociales», indican fuentes policiales. Su discurso de ayuda social está importado de los fascistas italianos y franceses.

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