Miguel Ángel Flores, ayer por la mañana, a su llegada a la Audiencia Provincial de Madrid, donde recogió la sentencia condenatoria
Miguel Ángel Flores, ayer por la mañana, a su llegada a la Audiencia Provincial de Madrid, donde recogió la sentencia condenatoria - EFE

MADRID ARENALas claves de la sentencia del Madrid Arena

El afán de lucro del promotor causó el sobreaforo y la avalancha mortal

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El empresario de la noche Miguel Ángel Flores Gómez, de 47 años, deberá cumplir cuatro años de prisión por la muerte de las cinco chicas en la fiesta de Halloween que organizó en el Madrid Arena, la madrugada del 31 de octubre al 1 de noviembre de 2012. Se trata, pese a lo exiguo de la pena, de la mayor posible, puesto que se le condena por cinco delitos de homicidios imprudentes. La familia de cada fallecida percibirá unos 350.000 euros de indemnización. Además, la Sección Séptima de la Audiencia Provincial le considera responsable de las lesiones sufridas por otras 29 personas que asistieron al macroevento.

Pero quizá la parte más polémica de las 677 páginas del fallo sea la absolución de Simón Viñals y su hijo Carlos, los médicos contratados por el promotor: los jueces valoran su mala praxis pero los salvan de la condena por no poder probarse que una atención correcta hubiese salvado la vida de tres de las cinco muertas.

Tanto Flores como las familias de Cristina Arce, Katia Esteban, Rocío Oña, Teresa Alonso y Belén Langdon, las jóvenes muertas, anunciaron su intención de presentar recursos de casación ante el Supremo contra la sentencia. Hasta que el Alto Tribunal no se pronuncie, ni Flores ni el resto de inculpados con penas superiores a dos años tendrán que ingresar en la cárcel. El empresario, asimismo, queda inhabilitado para organizar cualquier tipo de evento en el tiempo que dure la condena.

El relato de la Sección Séptima tiene un hilo conductor. Toda la culpa recae sobre el principal acusado, más allá de la responsabilidad penal constatada del resto de condenados. Buscando lucrarse más allá de los márgenes de la legalidad, Miguel Ángel Flores organizó una venta masiva de entradas; alivió la requisa; hizo la vista gorda en el control de tiques; taponó casi todos los vomitorios del pabellón, y ordenó que se metiera a miles de personas por dos puertas de mercancías, directas a la pista de baile. Todo ello desembocó en la tremenda avalancha humana en uno de los pasillos del perímetro interno durante la actuación del Dj internacional Steve Aoki.

Sobre la actuación de la Policía Municipal, los magistrados, aunque consideran que el dispositivo era insuficiente en número, no cree que ni este extremo ni el botellón exterior en el «parking» del recinto municipal y en las cercanías del Lago de la Casa de Campo tuvieran nada que ver en el suceso. De ahí que haya quedado absuelto el entonces inspector jefe del Cuerpo, Emilio Monteagudo. Es decir, que no hubo «asalto» al perímetro del Madrid Arena, como demostraron las imágenes de las cámaras de seguridad y en contra de la versión siempre sostenida por la defensa de Flores.

En total, ocho condenados y siete absueltos. Entre los primeros están el empresario y dos de sus lugartenientes en la mercantil Diviertt S. L.; dos responsables de la empresa municipal Madridec (ahora, Madrid Destino); otros tantos de la contrata de seguridad del espacio, Seguriber, y el dueño de Kontrol-34, que llevaba los porteros a los que contrató el promotor para los accesos exteriores y la vigilancia interior. Asimismo, el Ayuntamiento de Madrid, en tanto que es el titular del Arena, es responsable civil subsidiario de lo que atañe a Madridec.

La sentencia recuerda cómo el empresario, a través de Diviertt, había celebrado ya «casi una treintena de eventos» en los recintos feriales de la Casa de Campo. Solicitó la reserva del Madrid Arena el 25 de septiembre de 2012 y, antes de firmar el contrato, ya comenzó a vender entradas: Madridec le autorizó 10.620 localidades, distribuidas y parceladas en tres plantas; pero distribuyó 16.492, que, unidas a las invitaciones, suman «un total, al menos, de 16.605 personas, siendo consciente» de ello tanto él como sus dos empleados condenados. El tribunal añade que eso «fue el origen del grave resultado mortal y lesivo». Además, por parte de Madridec, «se hizo constar que el número de asistentes previstos era de 7.000». Y Flores no quiso contratar los servicios de Seguriber en el interior del pabellón, para reducir gastos y aumentar sus ganancias. El descontrol fue tal que ni siquiera se informó a la Policía Municipal de que «el artista principal era Steve Aoki, Dj de primera línea en ese momento, ni de que «pudiera haber riesgo de sobreaforo».

Negligencias encadenadas

Ya comenzada la fiesta, «se impedía o dificultaba la circulación del público por espacios que el arquitecto había considerado libres»: escaleras, pasillos y cinco de los ocho vomitorios estaban ocupados por vestuarios del personal, camerinos de artistas y oficinas de Diviertt. «La mayor afluencia de jóvenes se concentró entre las 2 y las 3 de la madrugada», dicen los jueces. Y señalan que Rafael Pastor, responsable de Seguridad de Madridec y allí presente, «pudo percatarse de que los asistentes superaban con mucho el referido aforo, sin que advirtiera a su compañero Francisco del Amo de lo que estaba sucediendo para que adoptara las medidas pertinentes».

Pese a la aglomeración, Del Amo, con Flores y sus subalternos Santiago Rojo y Miguel Ángel Morcillo, «permitió que el evento continuara celebrándose y cooperó en la entrada masiva de más asistentes por lugares distintos del previsto, considerados salidas de emergencia, así como que fuera dirigido directamente a la pista, ya excesivamente congestionada».

Flores requirió a una vigilante de Seguriber para que dejara de registrar al público, «porque tenía que pasar todo el mundo». Del Amo ordenó que «la requisa más liviana». A las 2.55 horas, «el control de público dejó prácticamente de hacerse». No se pasó el lector a las entradas y se dio orden de quitar las vallas y abrir el acceso directo a la pista durante 28 minutos. El mismo tiempo que estuvieron atrapadas las víctimas. «No solo no evitaron riesgos, sino que los crearon».

Consulta la sentencia al completo aquí.

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