Macrobotellón en Malasaña con el permiso de Carmena

Los vecinos denuncian mayor permisividad ante el consumo de alcohol en la calle; el domingo bebieron miles de personas, sin multas

Madrid Actualizado: Guardar
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Plaza del Dos de Mayo. Malasaña. Un manto tupido de cientos de latas de cerveza, vasos y botellas de vino cubre suelos, bancos y escaleras. Decenas de jóvenes beben y se juerguean al ritmo de los tambores que un grupo improvisado de músicos hacen sonar en medio de la plaza. Han estado todo el domingo festejando. Algunos chicos usan árboles y esquinas como baño improvisado. Casi todos obvian que la medianoche del lunes está rayando.

Los vecinos han llamado a la Policía Municipal para quejarse del alboroto. Pero la autoridad no asoma. El barrio lleva todo el día impracticable, por la muchedumbre y por la suciedad. Y, sobre todo, denuncian que no pueden dormir. La única explicación oficial que reciben al teléfono ya la conocen.

El Ayuntamiento ha autorizado –hasta las 22 horas– un evento cultural con artistas grafiteros para pintar las fachadas del barrio. Pero las previsiones, y sobre todo las conductas de muchos, se han desbordado. Y el botellón, aunque no estaba autorizado, se ha permitido de facto.

Ríos de alcohol lo inundan todo y algunos borrachos aprovechan el descontrol general para romper los cascotes que van apurando, ante la incredulidad de los vecinos. Los propietarios de los locales aledaños sacan la escoba, pero barren en balde. «Hoy no hay mucho que hacer», dice, encogido de hombros, un camarero de la plaza. A su lado, los «lateros» chinos venden las últimas cervezas de sus carros.

El Ayuntamiento justifica por razones de seguridad que no se actúe cuando hay mucha concentración de gente

A las 00.06 horas, una patrulla de la Policía Municipal llega con sus luces azules por la calle de Daoíz. Solo entonces los instrumentos de percusión callan y los chavales empiezan a dispersarse, muy lentamente. «Es una medida disuasoria. No podíamos entrar antes porque se hubiera formado una batalla campal», explica desde el coche la pareja de agentes, impotentes ante el evidente desorden.

Desde el Ayuntamiento aseguraban ayer que se aplicó «el protocolo habitual». «Se concedió una autorización para el evento hasta las 22 horas, el botellón no estaba autorizado. Se permitió sin desalojar por cuestiones de seguridad. Había demasiada gente», afirmaron desde el Área de Gobierno de Salud, Emergencias y Seguridad, que dirige Javier Barbero. En definitiva, se optó por hacer la «vista gorda» ante el macrobotellón improvisado para evitar males mayores.

«Barra libre»

Los chicos se sabían impunes pese a que la ley es muy clara y prohíbe el consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública, salvo en terrazas o días de fiestas patronales. Las sanciones se han endurecido en los últimos años, hasta los 600 euros para los mayores de edad;500 euros para los menores. «Es imposible que nos multen hoy. ¡Aquí ha bebido todo el mundo!», opinaba el domingo un grupito de amigas sentadas entre montañas de latas de cerveza y cáscaras de pipa. Las cifras oficiales hablan de unas 25.000 multas tramitadas al año, pero la gran mayoría sin pagar.

«Es imposible que nos multen hoy. ¡Aquí ha bebido todo el mundo!», dijeron unas chicas al ver a la Policía Municipal

En la resaca del lunes, el escenario ya estaba recogido. O casi todo. Porque los héroes de la independencia Daoíz y Velarde, cuya estatua corona la plaza, brindaban con cerveza. En la empuñadura de sus espadas rotas despuntaba una lata vacía. Unos chicos de instituto se carcajearon, divertidos, mientras el profesor les hablaba de la «guerra de la independencia».

Un trabajador de la limpieza subcontratado por el Ayuntamiento relató que los excesos del día anterior «son la tónica habitual de cualquier sábado» en Malasaña. «Se ha puesto un turno especial a las 4 de la madrugada. No venimos antes porque estamos para trabajar, no para pelearnos con borrachos», apuntó. Todos los vecinos consultados ayer denunciaron una mayor permisividad frente el consumo de alcohol en la vía pública. «Desde hace años no veíamos nada igual. Llamamos a la Policía y por aquí no viene ni una moto. Autorizan las cosas y no miden las posibles consecuencias. Es la vuelta del botellón», se lamentó un residente.

El Ayuntamiento, gobernado por Ahora Madrid, niega esa percepción extendida entre el vecindario. «No hay un incremento objetivo, salvo el meramente estacional. Y desde luego no hay instrucciones nuevas. Ya se sabe que con el buen tiempo se bebe más en la calle, pero eso ocurre gobierne quien gobierne», justifican desde el Consistorio.

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