El investigador Juan de Carlos atiende el Legado de Cajal
El investigador Juan de Carlos atiende el Legado de Cajal - MAYA BALANYA

El legado del Nobel Ramón y Cajal, «olvidado» en una habitación

El CSIC y los herederos de su Escuela reclaman un museo para exponer las más de 28.000 piezas del Instituto Cajal

Madrid Actualizado: Guardar
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En una pequeña habitación del Instituto Cajal de Madrid (CSIC) permanece guardado bajo llave el «legado de Cajal», compuesto por «las cosas que Santiago Ramón y Cajal quiso que se conservasen en su Instituto cuando falleciese». Lo explica Juan De Carlos, investigador del Cajal que se encarga de organizar el legado. Aunque buena parte está digitalizado e inventariado, no es el lugar más adecuado para guardarlo, resalta De Carlos, que destaca que hay investigadores que vienen de otros países para verlo.

Con 63 nominaciones al Premio Nobel de Medicina, el médico español lo obtuvo en 1906, en la quinta edición de estos prestigiosos galardones, «estrenados» en 1901. Sus descubrimientos sobre el sistema nervioso y la estructura celular del cerebro marcaron un antes y un después.

Hoy, por sus decisivas aportaciones, se le considera el padre de la neurociencia moderna.

Sin embargo, el Nobel español, con reconocido prestigio internacional, no tiene un lugar abierto al público donde se expongan sus pertenencias y se expliquen sus muchas aportaciones. Sus dibujos, que reflejan lo que veía en un sencillo microscopio, tienen tal precisión que están a la altura de las imágenes tomadas con las técnicas más modernas, como la microscopia confocal.

Pese a que aquí muy pocas personas tienen el privilegio de verlos, son cada vez más demandados para exponerlos no sólo en España, sino también fuera. Hasta el punto de que De Carlos asegura que dedica casi más tiempo a gestionar los préstamos que a su propia labor de investigación en neurociencia.

Como ejemplo, en el Neuroscience Research Center de Washington, dependiente de los Institutos de Salud de Estados Unidos, hay abierta una exposición con siete de los dibujos de Cajal, y quieren que se vayan renovando para hacerla permanente, explica el investigador. Yacaban de celebrar un simposio «en honor al padre de la neurociencia moderna», como literalmente anuncian, «cuyos dibujos han servido durante más de un siglo como mapas que han permitido conocer el funcionamiento del sistema nervioso». Incluso se exponen en la Bienal de Estambul de arte contemporáneo. Yes que los dibujos histológicos de Cajal, tras la obtención del Nobel en 1906, alcanzaron gran difusión, y artistas como Dalí, Miró o Tanguy se inspiraron en ellos, como muestra una exposición que puede verse en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza hasta el próximo 16 de enero.

La Escuela de Cajal

Sin embargo, en su propio país, Cajal no encuentra su sitio. Las puertas a las que se llama en la Administración no quieren abrirse a esta iniciativa, apunta De Carlos. «No se trata sólo del legado de Cajal, sino de la importante Escuela que formó», aclara Javier Sanz Serrulla, profesor de Historia de la Medicina de la Complutense. Entre ellos, Rafael Lorente de Nó, Jorge Francisco Tello, Nicolás Achúcarro o Fernando de Castro, algunos nominados también al Nobel.

De ahí que representantes del Legado y de la Escuela de Cajal hayan formado un frente común para solicitar a la UNESCO que esta herencia forme parte del Patrimonio Mundial, como explica Fernando de Castro, responsable del Grupo de Neurobiología de Desarrollo del Hospital de Parapléjicos de Toledo. Es imprescindible escoger todo el legado de Cajal y su escuela para exponerlo en un museo, apunta.

A lo largo del tiempo, el patrimonio científico de Cajal ha ido cambiando de sitio, a medida que lo hacía el instituto, pero nunca ha logrado ver la luz. Una de las posibles ubicaciones que se barajaron fue el Museo de Ciencias Naturales, pero es inviable por falta de sitio, explica de Carlos.

Pero entre los neurocientíficos no cae en el olvido. El año pasado, coincidiendo con el 80 aniversario del fallecimiento de Nobel español, el Instituto Cajal-CSIC, la Real Academia Nacional de Medicina (RANM) y la Fundación Tatiana Pérez pusieron en marcha la Semana Ramón Cajal, que este año ha celebrado su segunda edición con el objetivo de difundir la persona y obra del insigne investigador.

Como extensión, se ha inaugurado en la RANM una exposición que podrá verse hasta el 15 de enero de 2016 sobre la vida del médico en Madrid, donde desarrolló la mayor parte de sus investigaciones.

Salvo estas exposiciones temporales, a diferencia de otros científicos de renombre universal, como Pasteur o el italiano Camillo Golgi, que compartió Nobel con Cajal y tienen una sala en el Museo de Historia Natural de Pavía, don Santiago no dispone siquiera de una pequeña sala donde se explique su importancia en la historia de la Ciencia. Aunque sus contribuciones lo merecen y no se limitaron a la neurociencia. Fue también pionero en la fotografía en tres dimensiones y en color. Como anécdota, una multinacional fotográfica ofreció una sustanciosa cantidad de dinero a sus herederos por una de sus fotos en color. La oferta fue rechazada. Sin embargo parece que Cajal aún no ha logrado ser «profeta en su tierra». Una tierra que, paradójicamente, se reconoce internacionalmente como la cuna de la Neurociencia moderna gracias a los descubrimientos sobre el sistema nervioso que él hizo y a la Escuela que formó.

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