Decenas de usuarios, ayer por la mañana, en el andén de Nuevos Ministerios
Decenas de usuarios, ayer por la mañana, en el andén de Nuevos Ministerios - MAYA BALANYA

La huelga sorpresa de Metro: crónica de un fracaso sindical

El primer día de paros convocados por el Sindicato de Maquinistas apenas tuvo incidencia. Los organizadores hablan de servicios mínimos «abusivos»

MADRID Actualizado: Guardar
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Tiempos de espera normales y nulas incidencias. La primera jornada de la huelga de Metro, impulsada por el Sindicato de Maquinistas (que no ha firmado el reciente convenio), apenas tuvo repercusión entre los pasajeros. La protesta, convocada por tramos entre las 6.05 y las 8.40 horas, de 13.20 a 16.25 y de 17 a 19.55, coincidentes con las horas punta, cayó en saco roto al circular -según reseñaron los cálculos de Metro-, entre el 80% y el 95% de los trenes habituales.

Con el firme propósito de que les sea reconocida la categoría de «maquinistas de tracción eléctrica», como en el caso de los de Cercanías, los conductores del suburbano llevaron a cabo una movilización, cuya prolongación tendrá lugar el próximo lunes y el resto de los viernes del mes de marzo. Pero lo único cierto es que ayer la consecuencia más reseñable fue el descenso en un 6,5% del número de usuarios, respecto a los que se trasladan cualquier otro viernes.

A primera hora de la mañana, la tranquilidad fue la nota dominante en el intercambiador de Avenida de América. La frecuencia de trenes apenas hizo presagiar que, entre las 6.05 y las 8.40 horas, estaba convocado el primer paro de la jornada de huelga. «Preferí salir un poco antes de casa por si la moscas, y lo único que he notado es que voy a llegar más pronto a trabajar», señalaba Justi Alonso, después de montarse en Príncipe Pío y cubrir varias paradas de la línea 6. Otros ni siquiera tenían constancia de la convocatoria. «Si te digo la verdad, no sabía nada. Me he enterado por la megafonía, pero el trayecto ha transcurrido igual», explicaba José Fernández.

En el intercambiador de Sol tampoco se registraron incidentes destacados. «Tengo la sensación de que han venido menos pasajeros. Quizás por el temor, habrán buscado rutas alternativas», señalaba una trabajadora de Metro, pasado el primer tramo de cortes. Teoría esta última compartida por un empleado de cambio de divisas, apostado en el interior de la parada: «Por este pasillo pasan, habitualmente, bastantes más personas. Hemos tenido una mañana tranquila».

No obstante, algunas personas sí sufrieron las consecuencias de la protesta. «Justo cuando llegué, vino el Metro. Pero íbamos enlatados, mucho más que otros días», apuntaba Paloma Puig, al apearse en Gregorio Marañón. Peor suerte corrió Anabel González, quien tras bajar al andén de Canillas, decidió volver a la calle y llevar a cabo una ruta alternativa. «El Metro no llegaba y cada vez venía más gente. He tenido que coger dos autobuses para llegar a tiempo», advertía a su regreso, en Nuevos Ministerios.

Críticas a Cifuentes

El Sindicato de Maquinistas de Metro valoró positivamente una huelga que, en palabras de su portavoz, Juan Antonio Ortiz, «casi el cien por cien de los afiliados secundaron». No obstante, catalogó de «abusivos» los servicios mínimos fijados. Denunció, además, una supuesta distribución irregular de los vagones, que afectó de manera dispar a toda la red. «En las líneas del centro, el servicio ha transcurrido como siempre. Pero en la periferia han llegado a registrarse retrasos de 15 minutos», sostuvo.

Por su parte, la presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes, tachó los paros de «injustificados», ya que se acaba de aprobar un convenio colectivo que «supondrá un aumento de plantilla y mejores condiciones». «Espero que el Sindicato de Maquinistas se siente a hablar con Metro a explicar de verdad cuáles son los verdaderos motivos», advirtió.

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