La Gran Vía, a la altura de Callao, durante uno de los cortes
La Gran Vía, a la altura de Callao, durante uno de los cortes - MAYA BALANYÁ

Gran VíaUna calle centenaria bajo el miedo a la peatonalización

La polvareda levantada por el cierre al tráfico privado del Ayuntamiento siembra de incertidumbre el eje circulatorio del casco urbano

Madrid Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Desde que el pasado 2 de diciembre, el Gobierno de Carmena hiciese efectivo el primero de los cortes previstos al tráfico privado, la Gran Vía se ha convertido en un curioso termómetro de indignación navideña. Caliente, casi hirviendo, por parte de comerciantes, hoteleros o conductores; y mucho más tibio en relación al Ayuntamiento y su optimista mensaje, en aras de cumplir con la peatonalización permanente de la avenida a lo largo del próximo año. Por ello, el cerrojazo actual, cuyo último capítulo se extenderá hasta el 8 de enero, es solo la prueba piloto de un proyecto plagado de dudas respecto a su aplicación.

En este sentido, dos frentes han puesto en entredicho la medida. Por un lado, la escasa información previa y la falta de seguridad que presentan los «carriles peatonalizados» han levantado ampollas entre conductores y transeúntes, respectivamente.

Y por otro, los tres reveses judiciales sufridos por el Consistorio han destapado el carácter improvisado de la medida. La revocación del veto a los servicios de paquetería, reparto postal, distribución de mercancías, Uber, Cabify, transportes discrecionales y autobuses turísticos ha obligado al Ayuntamiento a corregir el planteamiento inicial del Plan Especial de Movilidad. Después de convertir el segundo tramo del cierre en una «ratonera», el equipo de Ahora Madrid decidió el pasado miércoles habilitar un carril de calzada más por sentido, entre las 6 y las 16 horas.

No obstante, la última modificación es otro parche sin apenas consistencia. Los continuos vaivenes han puesto en jaque los ingresos previstos en un período del año marcado por la masiva afluencia de turistas. En un reciente comunicado, la Confederación Empresarial de Madrid (CEIM), que reúne a 237.000 empresas, ha criticado la falta de diálogo y consenso del Ayuntamiento con el sector empresarial, exigiendo «elaborar rigurosos estudios técnicos fruto de la comunicación entre los sectores afectados». Este «rechazo a la precipitación» se une al de la Asociación Empresarial Hotelera de Madrid (AEHM), que denunció días atrás un 15% de cancelaciones en el puente de la Constitución.

Primeras protestas vecinales

La reciente polémica de la Gran Vía es un episodio más de una arteria con 106 años de historia y varios litigios sonados en su haber, alguno incluso, antes de iniciarse las obras. En 1886, cientos de vecinos dieron la voz de alerta ante el derribo de 334 edificios, incluidos en el plan original. Pese a que la discusión popular duró casi dos décadas, finalmente, una Real Orden del 12 de enero de 1905 avaló la posibilidad de sellar los trámites y comenzar el proyecto. Además de la demolición de las viviendas, 33 solares fueron expropiados y 14 calles desaparecieron del mapa. Otras emblemáticas, como la calle de San Miguel o la de Jacometrezo, sufrieron importantes reducciones en su trazado.

Dentro del extenso anecdotario de la Gran Vía, una mañana invernal, en tiempos del Alfonso XIII, guarda un lugar más que privilegiado. Aquel 24 de enero de 1928, la seguridad de los viandantes fue amenazada por un toro bravo que vagó desbocado -primero por la cuesta de San Vicente y después por la Plaza de España-, hasta alcanzar la emblemática avenida. El animal se había escapado cuando era conducido por la carretera de Extremadura y solo la intervención del matador Diego Mazquiarán, «Fortuna», quien de manera providencial caminaba por la zona, puso fin al peligroso «paseo». Descrito en la crónica de ABC como «negro, grande y desarrollado de pitones», el morlaco dejó a su paso tres heridos de diversa consideración.

Broadway madrileño

Más allá de sus históricas salas de cine y glamurosas visitas de Hollywood, la Gran Vía representa una postal única de teatros, cafés, grandes almacenes, terrazas panorámicas, hoteles de lujo y edificios emblemáticos. Se la ha comparado con la rue de la Paix en París o Regen Street en Londres, pero sin duda, si hay un lugar semejante en el mundo, no es otro que Broadway, la calle cultural más famosa del mundo.

Ver los comentarios