Establecimiento de alimentación regentado por una ciudadana china, en Madrid
Establecimiento de alimentación regentado por una ciudadana china, en Madrid - ÓSCAR DEL POZO

¿Dónde compran el alcohol los menores?

Los pequeños comerciantes chinos prefieren no hablar de la venta de bebidas espirituosas a menores y señalan el cartel con la prohibición

MADRID Actualizado: Guardar
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Debajo del mostrador de cristal está el paraíso para los más pequeños. Hay gominolas de todos los colores, formas y sabores. Detrás, las «chucherías» de los mayores que, en lugar de comérselas, se las beben, normalmente acompañadas de hielo y refrescos. También hay un gato que mueve el brazo sin parar, una caja registradora y un par de torres de chicles que sirven de escondite a una de las empleadas.

Así es una mañana cualquiera en «los chinos». En esta ocasión, como no hay mucho negocio, la radio se escucha sin problemas. La tranquilidad se rompe cuando se cuestiona si allí se vende alcohol a menores, un asunto que ha vuelto a surgir después de que una niña de 12 años muriera de un coma etílico.

El dependiente de esta tienda, en los aledaños de Malasaña dice que no habla castellano y señala, una y otra vez, el cartel que prohibe la venta de licores a menores de 18 años. «No entiendo lo que me dices», responde varias veces.

«No es difícil conseguirlo»

«Con aparentar que tienes 18 años es suficiente, de hecho a mí me han vendido sin pedirme nada», reconoce Clara, de 16 años, cuya versión suscriben sus amigas, que ahondan al señalar que no les hace falta recurrir a mayores de edad. «No es difícil conseguirlo», resume Sandra, quien confirma que es más fácil conseguir bebida en «los chinos» que en tiendas más grandes: «Para eso lo ponen más caro».

«Sí que vienen menores pero les decimos que no les podemos vender», explica un comerciante paquistaní

«Sí que vienen menores pero les decimos que no les podemos vender», explica un comerciante paquistaní. Este subraya que en su local, a los pies de la Plaza del Dos de Mayo -punto habitual de botellón-, les pide a todos el DNI. No obstante, es consciente de que, «puede pasar» que el alcohol que dispensa a adultos acabe alguna vez en manos de menores.

«Si vendemos, tenemos un problema grande porque viene el Ayuntamiento y la Policía y nos multan», recalca otro paquistaní, en la calle del Espíritu Santo. «No vendo a menores de 16 años», para rectificar: «No, no, tienen que ser mayores de 18; les miro el DNI y si no, nada».

«No entiendo», responde otra tendera china, ya en Noviciado, al ser preguntada; unos problemas con la lengua de Cervantes que desaparecen cuando afirma, tajante, que ella no vende a menores: «18 o nada» repite otra mujer que, como su compatriota, también tenía el paraíso de las gominolas bajo el mostrador y el de las botellas a su espalda, a un precio superior al de las grandes superficie, como cuentan Clara, Sandra y sus amigas.

Llegados a este punto hay dos posturas. La de los jóvenes, que confirman que no les cuesta nada comprar alcohol en «los chinos» y, por otro lado, la de estos comerciantes, que niegan estas ventas. Y no es extraño a tenor de los pingües conocimientos de castellano de los que hacen gala al ser preguntados —al menos— por este tema. Lo que chirría, en cambio, es que cada vez haya más denuncias a menores por consumo de alcohol en vía publica y que, en las tiendas de este tipo visitadas por ABC, pese a «no hablar bien el idioma» [como ellos mismos reconocen], escuchen la radio española por las mañanas.

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