Tensión en Lavapiés

Resaca de un barrio convertido en «zona de guerra»

Los vecinos despertaron con pedradas en los cristales, estaciones de Bicimad quemadas, varias sucursales bancarias saqueadas y marquesinas reventadas

Un joven pasea por una calle de Lavapiés, entre los restos de la batalla que asolaron Lavapiés FOTOS: MAYA BALANYA
Aitor Santos Moya

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Pasada la tormenta inicial, Lavapiés amaneció ayer en calma tensa. Los retazos de la guerra desatada a raíz de la muerte de Mmame Mbaye, desplomado tras sufrir un paro cardíaco cerca del portal de su casa, aún estaban muy latentes. Pese a que los operarios de limpieza se emplearon a fondo toda la noche para retirar de la vía pública las barricadas, adoquines y restos de cristales, entre otros destrozos, a primera hora del día quedaba mucho por hacer. «Estamos desbordados», sostenía tajante un trabajador municipal, que peinaba la calle de Tribulete. A pocos pasos de allí, en la plaza de Lavapiés, la estampa era más propia de un lugar sin ley que de uno de los barrios más populares de Madrid. «Es horrible lo que ha pasado. Hace años que no veíamos nada parecido», comentaba Julia, una vecina que prefería, presa del miedo, no señalar a nadie.

En ese enclave, dos sucursales bancarias fueron asaltadas. «Entraron y se llevaron todo. Cuando llegó la Policía, empezaron a llover piedras y salimos corriendo hasta el Carrefour», indicaba un muchacho, al tiempo que contemplaba la reposición de los escaparates. Varios de los testigos presentes la noche anterior tenían claro que detrás de estos actos vandálicos no estaban los senegaleses . «Los negros partieron los árboles y reventaron las vallas del parque infantil, pero lo de los bancos fueron españoles encapuchados», incidía una joven, apostada en la puerta de un bar. «Aprovecharon todo el jaleo para campar a sus anchas», proseguía una amiga suya. Los nervios seguían a flor de piel.

Como si de un decorado cinematográfico se tratase, varias personas sacaban fotos en la plaza de Agustín Lara. «No hay derecho», replicaban, frente a la entrada de la hermosa biblioteca de las Escuelas Pías. Sus cristaleras habían sido el blanco de las pedradas . Por la calle de Mesón de Paredes, un reguero de personas deambulaba en dirección al punto más caliente de la mañana: la plaza de Nelson Mandela. Un centenar largo de amigos y compatriotas del fallecido aguardaban desde las 9 horas para preparar la protesta convocada por el Sindicato de Manteros y Lateros de Madrid, que tuvo lugar a partir de las seis de la tarde . Todo transcurría con relativa normalidad hasta que, a mediodía, el cónsul del país africano sufrió un intento de linchamiento.

Un exaltado lanza una mesa a los agentes antidisturbios

Pequeño altar

Refugiado en un bar cercano, tuvo que ser rescatado por los policías antidisturbios. Los adoquines, mesas y sillas volvieron a volar por los aires y los agentes se vieron obligados a cargar para contener a la exaltada turba . En el número 9 de la calle del Oso, un pequeño altar con velas y dedicatorias recordaba el lugar donde cayó desplomado el vendedor ambulante. «Nos hemos acercado a verlo», decía una mujer, acompañada por su madre: «Ella no se enteró porque estaba acostada». Unas calles más abajo, en Argumosa -denominada popularmente «el bulevar de Lavapiés»-, los camareros de los bares recordaban con los clientes las escenas de pánico vividas. Los Bomberos tuvieron que sofocar las llamas provocadas en un inmueble. «Echamos el cierre a toda prisa cuando vimos arder un coche», advertían desde un restaurante.

Más arriba, en la calle de Caravaca, las revueltas pasaron más desapercibidas y no resultaba extraño toparse con turistas cargados con maletas o trapicheadores que buscaban vender unos gramos de hachís. De vuelta a la plaza de Lavapiés, el tema de conversación en cualquier corrillo siempre era el mismo. «Mbaye era muy conocido en el barrio . El año pasado se le murió la madre en Senegal y apenas tenía familia», expresaban sus allegados. «Con las piedras no solucionaremos nuestra situación» , coincidían.

Una marquesina reventada en la plaza de Lavapiés

«Sembrar sospechas»

A las 10.30 horas, el portavoz del PP en el Ayuntamiento, José Luis Martínez-Almeida, acudió hasta la zona para acusar al Gobierno de Ahora Madrid de «alentar en cierta manera» los incidentes y de «sembrar sospechas» sobre la actuación de la Policía Municipal. Lamentó, además, que no haya habido «una sola muestra de apoyo por parte del Gobierno hacia los servicios públicos municipales».

Por su parte, la responsable de Ciudadanos en la capital, Begoña Villacís, hizo lo propio media hora más tarde. «Lo que recibieron los agentes municipales fueron sospechas sobre su trabajo . Debían ser un poco más responsables y entender que lo que están haciendo ahora mismo a los policías es estigmatizándolos», señaló.

Fuera del ruido político , vecinos y comerciantes de Lavapiés lamieron sus heridas con la esperanza de que lo vivido no vuelva a repetirse: «De lo contrario, nos tendremos que marchar del barrio».

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