Coslada, diez años después: «Hay gente que aún tiene miedo al sheriff Ginés»

Los vecinos piensan que el juicio llega tarde para las víctimas del exjefe policial, que sigue siendo influyente

Un coche de policía pasa por La Caleta; su exdueña denunció a Ginés DE SAN BERNARDO
M. J. Álvarez

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Casi una década después de que la presunta trama de corrupción de la Policía Local pusiera a Coslada en el punto de mira y a su supuesto cabecilla, el entonces inspector jefe, Ginés Jiménez , en el centro de la diana, el municipio situado en el Corredor del Henares está siguiendo con expectación el juicio que se celebrará hasta el próximo mes de marzo por el caso Coslada o caso Bloque. Este último apelativo obedece a que la mayoría de los presuntos integrantes de esta mafia policial residían en los mismos edificios adjudicados por el Ayuntamiento «de forma casual», afirma un grupo de mujeres.

Ni el paso del tiempo ni la caída en desgracia del «sheriff Ginés» , tras sus entradas y salidas de prisión desde el 8 de mayo de 2008 , cuando se destapó la presunta red, le han hecho caer en el olvido. El interés por este hombre, todo un personaje, calificado como «mafioso» , «chulo» o «jeta» por muchos de los habitantes de este pueblo situado en el noroeste de la Comunidad de Madrid permanece más vivo que nunca. Aunque los residentes en su barrio reconocen que no le ven mucho, la mayoría de cosladeños con los que habló ABC coinciden en una cosa: «Hay gente que aún le tiene miedo y prefiere no hablar públicamente. Y si eso ocurre ahora, imaginaos cuando él estaba en pleno apogeo», explica un anciano sentado al sol del invierno en una plazoleta situada en la avenida de España .

«Aún tiene poder»

No es el único que lo dice. El ejemplo más claro es que muy pocos se muestran dispuestos a ser fotografiados. El motivo es que Ginés aún sigue teniendo poder, tiene contactos con gente influyente y está muy bien relacionado , indican los que conocen bien el caso. Este murciano, que se sentó en el banquillo el pasado 15 de enero, tras una larguísima instrucción que él mismo se ha encargado de dilatar poniendo un recurso tras otro, tiene ahora 62 años. Natural de Alcantarilla, estuvo al mando de la Policía Local de forma ininterrumpida 22 años, desde 1986 al 2008, cuando fue detenido. Luego volvió a ingresar varias veces tras salir de prisión, ya que así lo exigió, hasta que fue expulsado.

Ginés no tiene muy buen cartel en el pueblo. «Esto era su cortijo. Un cachondeo, hacía lo que le daba la gana. Era "vox populi". A la gente que no pasaba por el aro de sus exigencias les hacía la vida imposible. Es una pena, la mayoría de las víctimas se han tenido que marchar, cerrar o traspasar sus negocios; ha pasado tanto tiempo que muchos delitos habrán prescrito. Es injusto. Tiene que pagar por todo lo que ha hecho», indica Matías.

Una de sus víctimas, que regentaba un pub cerca del Centro Comercial Uruguay , una zona de copas en la que Ginés se tomaba sus gin-tonics sin pagar un euro –tal y como sostiene el Ministerio Fiscal–, afirma que como él no le invitaba estaba siempre al acecho. «Si me pasaba un minuto de la hora de cierre tenía un coche patrulla en la puerta para sancionarme. Fue dos o tres veces y no volvió. Iba con tres guardaespaldas que le tenían que abrir hasta la puerta», concluye este hostelero que prefiere omitir su nombre.

«A él (Ginés) y a su corte les llamaban los tragones porque también comían de gorra en restaurantes. Era el amo, no en vano le llamaban el "sheriff". Hasta que una mujer se hartó y salió todo a la luz», agrega Pepe. Al parecer, fue la dueña del bar La Caleta a quien le puso una pistola en la sien y le dijo: «O dejas el bar o te mato», porque hizo caso omiso a «su máxima de que él no pagaba en ningún sitio», indica el fiscal. Por ello, inició una campaña de acoso, tras advertirle de que «se iba a acordar de él durante toda su vida». Todo ello se concretó en inspecciones continuas, acusaciones de superar al aforo, multas, disolución de espectáculos autorizados , etc., según el texto. La mujer le denunció, cerró el negocio y se fue a vivir a Cádiz, indica el actual responsable del local.

«Yo solo sé que si algún joven no le gustaba por lo que fuese le hacía un control de alcoholemia o le multaba si tenía coche. Ysu hijo, cuando era menor de edad , entraba donde quería con sus amigos tras llamar a su padre», recalca Manuel. «Aquí todo se sabía, sobre todo en los últimos tiempos en los que se creía impune, pero imperaba la ley del silencio; nadie se atrevía a decir nada», asevera Miguel.

Denuncia de prostitutas

La culpa no se la echan solo a Ginés. «El alcalde y la gente del Ayuntamiento también la tenían por permitirlo, digan lo que digan», indican otros. Hasta que el asunto estalló. La trama arrancó en enero de 2008 tras los testimonios de varias prostitutas del polígono de Vicálvaro que acusaron a subordinados de Ginés de aprovecharse de su posición para tener sexo con ellas. De ahí se llegó a las coacciones del oficial jefe del Cuerpo. A Ginés se le acusa de vulnerar el ordenamiento movido por intereses personales en beneficio propio. Está imputado por blanqueo, amenazas, extorsión, cohecho, depósito y tenencia ilícita de armas, delitos por los que el fiscal pide 26 años y 8 meses de prisión . Por blanqueo están encausados con cuatro años por cabeza su mujer y su hijo. A Carlos Martínez, se le imputa cohecho y omisión del deber de perseguir delitos. Llegó a acudir a un club de alterne de uniforme y en coche patrulla. Para él, el fiscal solicita dos años y ocho meses.

Sin embargo, el delito de asociación ilícita por el que fueron detenidos una treintena de agentes, se archivó en 2012. Ahora solo hay siete policías en el banquillo, incluido el exmando, a cinco de los cuales se les acusa de cohecho impropio: se enfrenan a una multa de 12 euros al día . «A su casa (Ginés) iban a buscarle como si fuera un rey sus escoltas y patrullas. En las fiestas del pueblo iba en plan matón con sus secuaces cubriéndole las espaldas», explica otro. «Nosotros hemos tenido alguna atención con él, como invitarle a una botella de vino unas cuantas veces», dicen en un restaurante.

En un edificio del barrio de la Estación cuentan cómo actuaba el exmando. «Compraron el sótano para hacer un restaurante. El dueño no tenía licencia de obras ni de actividad pero se puso a hacer obras. Llamábamos a la Policía Local y nos decían que no podían salir porque no estaba su jefe». «Cuando acudían y veían el yeso fresco parecían estar ciegos, decían que no veían ninguna obra. Surrealista».

Lo que si ha cambiado ha sido la imagen del Cuerpo. Tras lo sucedido, se instalaron GPSen las patrullas y más mandos intermedios, es decir, más medidas de control, indica el concejal no adscrito Pedro San Frutos , exmiembro de IU. «El colapso de la Justicia la convierte en injusta», dice el alcalde, Ángel Viveros (PSOE), en alusión a la década transcurrida.

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