Los 30 acusados por sobornos en el banquillo de la Audiencia de Madrid
Los 30 acusados por sobornos en el banquillo de la Audiencia de Madrid - EFE

El cerebro del «caso Guateque» pidió «en broma» 5 millones a un intermediario al ser «un sinvergüenza»

Victoriano Ceballos ha admitido que sí ha hablado de dinero con los intermediarios que le solicitaban cambios de licencias

MADRID Actualizado: Guardar
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El presunto cerebro del «caso Guateque», Victoriano Ceballos, ha afirmado este miércoles en el juicio que «jamás ha adelantado expedientes ni ha recibido sobornos para cualquier fin ilegal», pero ha admitido que sí ha hablado de dinero con los intermediarios que le solicitaban cambios de licencias. Aunque ha matizado que lo hacía «en plan broma». De hecho, en un caso ha relatado que llegó a pedir 5 millones a un «gestorcillo» al ser «un sinvergüenza». «Fue un invento mío», ha dicho.

Ceballos, que estuvo al frente de la División municipal de Impacto y Análisis de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid, se enfrenta a una petición fiscal de 14 años de cárcel. Tras ser detenido, estuvo 73 días de prisión

, abandonando la misma en enero de 2008 bajo fianza de 60.000 euros. Es juzgado por cuatro delitos de cohecho, seis de negociaciones prohibidas para los funcionarios y prevaricación ambiental.

Nueve años después, el exfuncionario municipal se ha sentado hoy en el banquillo por fin en el banquillo de los acusados. Visiblemente iracundo y con un tono de voz muy alto, ha respondido a la batería de preguntas del fiscal, que le ha preguntado por casos concretos de supuestos dádiva o cohechos por amaños en la categoría de licencias de locales, normalmente de ocio nocturno.

Así, ha reconocido que trataba con gestores de parte, como Antonio Sanz Escribano o Benjamín Valledor, pero ha asegurado que emitió informes desfavorables a los cambios de licencias que proponían. Del primero ha indicado que «apenas le conocía y no le caía bien» y del segundo que «era un pesado e iba mucho por allí para ver cómo iban los expedientes».

Ceballos ha esgrimido que Valledor le ha acusado de recibir sobornos porque «se la tenía jurada» después de que presuntamente prometiera a su cliente una licencia que nunca consiguió. «Por eso llega y dice que me ha dado dinero, pero ni a mí nadie me ha pagado ningún dinero, ni a ningún compañero o jefe», ha aseverado.

Inquirido por el fiscal por unas conversaciones telefónicas en las que hablaban de unos 2.000 euros por resolverle un expediente a su favor, el interrogado ha indicado que este tipo de frases las oía «como el que oye llover». «Habrá conversaciones así, en las que se me oirá decir bueno o vale, pero nunca que diga que voy a cobrar algo. Yo llevo 35 años en la función pública. Para la gente de la calle todo aquel que ha tocado poder se le dice que es un corrupto», ha lamentado.

Sobre otro posible amaño para favorecer la apertura de local de la calle Hortaleza, el exresponsble municipal ha subrayado que «no hacía ni caso a todos esos ofrecimientos». «Jamás hemos aceptado un soborno en el Ayuntamiento de Madrid», ha añadido.

«Patrañas, bromas y cachondeo»

A pesar de esta rotundidad al negar participar ni él ni su equipo en las supuestas corruptelas, Victoriano Ceballos sí ha reconocido que hablaban de dinero con intermediarios privados «en plan de broma» y que incluso en una ocasión «urdió una patraña» relacionada con supuestos sobornos inventados para dar un escarmiento al intermediario Julián Rubén, que gestionaba un local en la carrera de San Jerónimo.

«Un día vino Julián Rubén diciéndome que tiene un cliente que quería poner un resturante-espectáculo. Yo sabía que era imposible que obtuviera la licencia. Pero me entero que este gestorcillo iba diciendo a la gente que yo comía de su mano y me dije: 'este se va a enterar'. Llamé al dueño del local y le dije que le iba a pedir dinero por la licencia del local, toda para darle cuatro hostias porque es un sinvergüenza. Y así le pido 5 millones, pero esto es una patraña que estaba urdiendo. Fue un invento mío», ha argumentado. Y es que, según ha añadido el exfuncionario, de esto supo su responsable. «Era imposible dar una licencia ahí. Es atroz y una monstruosidad. Eso lo sabía todo el mundo», ha añadido.

Por otro lado, Ceballos ha asegurado que también era de guasa la conversación mantenida con otro gestor sobre la concesión de una licencia de obras de un establecimiento en la calle Profesor Waskman de Madrid, en la que le dijo al gestor: «Recibimos todos los días con dinero; y sin dinero, ninguno». «Es que yo soy muy bromista. Pero como veo que se enfada cuando se lo dije, luego le pedí disculpas», ha sostenido.

El procesado se ha referido de forma similar cuando el fiscal le ha pedido su parecer por una conversación en la que habla con David, otro gestor de locales de la zona de Azca, en la que le ofrece «un kilo a repartir» por la concesión de una licencia. «Es que David es muy bromista. Ni se me pasa por la cabeza que estuviera hablando en serio. Era de cachondeo», ha indicado.

Ceballos también ha reconocido que en alguna ocasión fue «un tonto del culo y se equivocó» cuando fue personalmente a comprobar el impacto acústico de un local cuanto «tenía 13 técnicos que podían hacerlo». Sin embargo, en otro momento de la declaración ante el juez ha comentado que «era el último mono» en el departamento porque él era titulado de grado medio y el resto licenciados de grado superior.

«La política con las licencias es que no había excepciones», ha insistido el acusado, que ha insistido en que falsear un expediente es «muy difícil» porque hay mucha gente observándola y tiene que pasar por otros responsables y por la Junta Municipal del distrito. «Tampoco se puede adelantar una licencia porque aparece la fecha y lo mira todo bicho viviente. Yo no he entregado dinero a otros trabajadores ni ha recibido ni visto recibir dinero alguno», ha sostenido.

Por último, Victoriano Ceballos ha reconocido que a su despacho a veces le llamaban concejales y jefes de servicio, pero que «eso era lo normal» porque a los primeros que le pedía la gente el resultado de su petición de licencia era a ellos. «Yo les respondía que hablaran con el director», ha concluido. En su momento relató que «se adelantaban los expedientes que decían los políticos».

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